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La amazona que metió mano (o su látigo de la justicia) en la 1ª Guerra Mundial

Miércoles, 10 am. Ya llevábamos cuatro horas de clase y las clases siguientes eran química orgánica e historia universal: las dos clases más pesadas. Ya casi terminaba el año escolar y mis amigos y yo decidimos que, después de aguantar tanto tiempo a los profesores, merecíamos una escapada al cine.

La siguiente función era la Mujer Maravilla, a algunos no nos llamaba tanto la atención ni sabíamos bien de qué trataba, pero ante el poco tiempo que teníamos para que no nos atraparan in fraganti, decidimos comprar los boletos y entrar.

Al salir de la función, empezamos a comentar la película y nos surgieron varias dudas: ¿por qué empezó la Primera Guerra Mundial?, ¿por qué fue “mundial”?, el gas mostaza… ¿era de mostaza?, ¿por qué era tan dañino? Además, todos, pero particularmente las niñas que habíamos crecido jugando con Barbies y escuchando o leyendo cuentos de princesas rescatadas por valientes y apuestos príncipes azules, no podíamos creer que la protagonista fuera una mujer y que jamás necesitó ser rescatada por ningún príncipe. También nos parecía increíble que una mujer científica fuera una de las protagonistas y que sin ella ese gas mostaza no habría existido.

Al día siguiente me dirigí a la biblioteca y entre los libros encontré uno titulado Breve Historia de la Primera Guerra Mundial. Luego de hojearlo un rato, me enteré que este fue el primer conflicto armado internacional del siglo XX que inició tras el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austro-hungría y su esposa Sofía, en Sarajevo, en 1914. De paso me enteré que Sarajevo es la capital de Bosnia-Herzegovina, un pequeño país de Europa del este, que en ese entonces, junto con la actual Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, así como algunas regiones de los actuales Serbia, Montenegro, Transilvania, Rumania, Polonia, Ucrania e Italia, formaban el imperio Austro-húngaro.

Luego entendí que fue “mundial” porque no sólo involucró a ese (enorme) imperio, sino que un montón de vecinos (y otros no tan vecinos) quisieron intervenir y terminaron peleando dos bandos compuestos por varios países: por un lado, Austro-hungría inició aliándose con Alemania y luego se les unieron el imperio Turco-otomano y Bulgaria. Por el otro, y contra ellos, lucharon Gran Bretaña, Francia, Serbia y la Rusia Imperial, a quienes se les anexaron posteriormente Estados Unidos, Italia, Grecia, Rumania y Portugal. En pocas palabras, un relajo de países que estuvieron peleando durante 5 años (desde 1914 hasta 1919), que me pareció más revuelto que un plato de Froot Loops con M&M’s, avena y quinoa orgánica, y más enredado que mi cabello chino por las mañanas después de una larga noche de fiesta.

En el libro de historia sólo mencionaban que el primer uso del gas mostaza fue en 1917 en un ataque alemán hacia un pueblo de Francia. No profundizaba mucho más, pero sí entendí el gas mostaza definitivamente no era un aderezo para ensaladas orgánicas. Y que, por cierto, se desarrolló gracias al premio Nobel Fritz Haber, quienle dio uso defensivo durante la Segunda Guerra Mundial al contenerlo en recipientes para que se dispersara el gas al explotar.

Como ya iban a cerrar la biblioteca, decidí ir a buscar al profesor de química para contarle lo que había visto en la película y lo poco que había leído en el libro de historia sobre el gas mostaza. A mis amigas y a mi siempre nos había parecido un personaje muy peculiar y nos reíamos mucho de él, pero ese día decidí ponerle atención a cada palabra que me dijo.

Resulta que el gas mostaza no está hecho con mostaza: es una molécula compuesta por un azufre y dos átomos de cloro unidos a una cadena de carbonos. Dicho así no le vi nada grave, hasta que me dijo que está clasificado como un arma química, es decir, un arma muy diferente a un rifle, un cañón o cualquiera de esas armas de fuego. Es más bien un coctel de sustancias químicas que, al ser muy tóxicas, sirven para lastimar o matar a un gran número de personas cuando se llega a inhalar o entra en contacto con la piel.

Me contó que el cloro que tiene la molécula reacciona con agua y forma ácido clorhídrico, que, al separarse de la molécula original, deja un compuesto de azufre liposoluble, o sea que no es afín al agua, pero sí a la grasa, por lo tanto se disuelve en el cuerpo humano gracias a las grasas corporales. Este compuesto de azufre, al entrar en contacto con el cuerpo, genera ampollas, provoca conjuntivitis y otros daños severos, incluso llega a generar alteraciones en el ADN ya que afecta la salud de las células. Todo eso en un lapso de 2 a 24 horas dependiendo de qué tan expuesta estén las personas.

Me pareció sorprendente que entonces la Mujer Maravilla haya podido luchar y sobrevivir en ese ambiente, sobre todo porque el profesor me dijo que las mujeres y los hombres absorbemos esas sustancias de manera distinta: las mujeres, por tener más tejido adiposo (más grasa en el cuerpo) tenemos más propensión a absorber y retener sustancias tóxicas.

Cuando iba caminando de regreso a casa, mis pensamientos volvieron a que, contrario a las historias más tradicionales de superhéroes, la protagonista era una mujer y que en la película le llamaban “amazona”, como el río que está en Sudamérica. Al llegar a casa se me ocurrió preguntarle a mi madre, quizá ella sabía algo de eso.

Me contó que las amazonas eran unas mujeres guerreras de la mitología griega y que habían despreciado a los hombres por sus actitudes ofensivas, así que vivían en una comunidad compuesta exclusivamente por mujeres. Para garantizar la continuidad de su pueblo, según el mito, iban anualmente a visitar a un pueblo vecino con el único fin de procrear y, al nacer los bebés, aquellos que fueran niños eran regresados a sus padres, únicamente conservaban a las niñas quienes, desde pequeñas, eran entrenadas para ser guerreras.

También me contó que durante muchos años se pensó que las amazonas eran únicamente un mito, sin embargo, a principios de la década de 1990, unos arqueólogos descubrieron al sur de Rusia, cerca de la frontera con Kazakhstan, unas tumbas de más de 2000 años de antigüedad. Durante la excavación, desenterraron cerca de 150 tumbas de hombres y mujeres “comunes”, entre las cuales encontraron algo extraordinario: cadáveres de mujeres que, se puede suponer, eran guerreras ya que fueron enterradas con sus armas, las cuales incluían flechas de cobre, espadas y dagas, y algunos esqueletos mostraban evidentes heridas de guerra.

Además, los arqueólogos e investigadores sacaron un promedio de las estaturas y descubrieron que estas mujeres medían en promedio 167.6 cm. Algo extraordinario en esa época si pensamos que a través de la historia la estatura promedio de hombres y mujeres ha aumentado varios centímetros, (por cuestiones de alimentación o factores ambientales, por ejemplo) ¡hasta más de 12 cm tan solo en los últimos 150 años! Gracias a esto se cree que hemos (¡por fin!) encontrado alguna evidencia de las mujeres guerreras que pudieron haber inspirado los mitos griegos (aunque no de una tribu de puras mujeres que repudiaban a los hombres).

¡Es impresionante cómo en los lugares más inesperados se puede hallar tanto conocimiento! Hasta de las películas que podrían parecer más fantásticas, si uno quiere, se puede aprender algo nuevo. ¿Se podrá aprender tantas cosas de las historias de los demás superhéroes? ¿Y de otras historias y cuentos? Ojalá que sí, porque jamás me hubiera imaginado que gracias a la Mujer Maravilla aprendería de historia, de química y de antropología, y estoy fascinada.

Autores:

Susana Hoyos es egresada de la Escuela Nacional de Conservación Restauración y Museografía, es tallerista y redactora en La Bombilla IluminArte con Ciencia

Luis H.C. Creador de contenidos en la Bombilla. Estudiante de Química en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Diseño:

Bernardo Ortega. Artista Visual. Es estudiante en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM. Se especializa en el uso de técnicas de imagen bidimensional, específicamente en litografía, fotografía, imagen digital, pintura y dibujo a gran y medio formato.

 

 

Fuentes:

 

Unites States Museum of Holocaust. Recursos en español: Enciclopedia del holocausto – la Primera Guerra Mundial. Recuperado de https://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007796

Stone, N. (2013). Breve Historia de la Primera Guerra Mundial. España : Editorial Planeta.

Méndez Vivar, J. (2011) Las armas químicas a través de la historia. México : UAM Iztapalapa. Recuperado de http://www.izt.uam.mx/newpage/contactos/anterior/n79ne/armas.pdf

Ask Smithsonian. The Amazon women: is there any truth behind the myth. Recuperado de: http://www.smithsonianmag.com/history/amazon-women-there-any-truth-behind-myth-180950188/

BBC. Seguiremos los humanos volviéndonos más altos?. Consultado el 12 de julio de 2017 en http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/05/150514_vert_fut_seguira_aumentando_estatura_humanos_kv

EcuRed: conocimiento de todos y para todos. “Imperio austrohúngaro”. Consultado el 10 de julio de 2017 en https://www.ecured.cu/Imperio_austroh%C3%BAngaro

“La talla de los europeos, 1700-2000: ciclos, crecimiento y desigualdad”. Consultado el 12 de julio de 2017 en http://m.elsevier.es/es-revista-investigaciones-historia-economica-economic-328-articulo-la-talla-los-europeos-1700-2000-S1698698912000549

Block, Josine. (1995). The early amazons, modern and ancient perspectives on a persistent myth. Consultado en: https://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=vHzLgcqHzQcC&oi=fnd&pg=PR7&dq=amazons+myth&ots=hX_WAlclsh&sig=CMk1nlJdOJb55fUwxLSnQHn9wz8#v=onepage&q=amazons%20myth&f=false

Eller, Cynthia. (2010). Gentlemen and amazons. The mith of matriarchal prehistory, 1861-1900. Consultado en: https://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=NdyqUVJyS2EC&oi=fnd&pg=PR11&dq=amazons+myth&ots=seWkhoxTQD&sig=zsJuR57HJiQiBvK8PJqz8bg8YrM#v=onepage&q=amazons%20myth&f=false

 

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¿Sueña el ser humano con humanos sintéticos?

El 20 de julio del año 2010, Daniel G. Gibson, J. Craig Venter, entre otros autores, publicaron para la revista Science el desarrollo de una bacteria sintética, es decir, un organismo alterado genéticamente que no comparte características con otros organismos que podemos encontrar en la naturaleza, por lo tanto, carece de progenitores.

Lo que pareciera hoy en día un tema de ciencia ficción, tiene ya una antigüedad de siete años en la realidad. ¿Qué es lo que sigue? Quizá la creación de células más complejas, como las eucariotas, tejidos y órganos.

El impacto que esto podría tener en el sector de salud es importante: se terminarían las largas listas de espera para trasplantes, disminuiría el rechazo inmunológico y aumentaría la expectativa y calidad de vida, al mismo tiempo que se reducirían los gastos en inmunosupresores. La culminación en este campo de acción sería la creación de seres completos y funcionales, animales y humanos sintéticos de diseño. Las preguntas obligadas son muy claras: ¿qué derechos tendríamos sobre los humanos sintéticos?, ¿cuáles son las necesidades que tendrían que satisfacer?

 

Nada nuevo bajo el Sol

En el año de 1968, el escritor de ciencia ficción Philip K. Dick, plantea una reflexión sobre estas incógnitas en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Este libro no sólo se adelanta a su tiempo, sino que también marca el inicio del cyberpunk, corriente de la ciencia ficción donde se mezcla la tecnología y la contracultura disidente, subterránea y rebelde de los años ochenta donde los temas principales son la invasión del cuerpo o la mente con miembros protésticos.

La novela transcurre en el año 2019, la Tierra ha sufrido los estragos de la radiación y la muerte de millones de humanos y animales orillan al hombre a buscar nuevos mundos donde habitar. Marte parece ser una buena opción, sin embargo se necesita de mano de obra para acondicionarlo a las necesidades humanas, para tal efecto se han creado humanos sintéticos. A pesar de que son parecidos a nosotros, tienen una vida media de 4 años y su mayor anhelo es ser libres. Por ello escapan hacia la Tierra, donde son ilegales y corren el riesgo de ser descubiertos y aniquilados.

Esta novela no sólo nos entretiene planteando un mundo impactante, oscuro y maravilloso, sino también nos propone reflexionar: ¿es justo matar humanos sintéticos por el simple hecho de serlo?, ¿cuál es el límite entre la vida artificial y natural? Y más importante aún, ¿qué es lo que nos da la condición de seres humanos? Phillip K. Dick nos da una pista: la empatía, o bien, la capacidad de ponerse en el lugar de otro y de sentir su dolor.

 

Del papel a la pantalla grande.

En 1968 Phillip K. Dick vende los derechos de su novela y en 1982 se estrena una adaptación de la misma: Blade Runner, dirigida por Ridley Scott y escrita por Hampton Fancher y David Webb Peoples; a pesar de que fue nominada al Oscar, no tuvo el impacto merecido en aquel entonces, no obstante, hoy en día es una película de culto obligada para todo cinéfilo y cienciaficcionero.

Previo a su muerte, Philip K. Dick logró ver parte del filme antes del estreno y le agradó bastante, así lo demuestra en una carta dirigida a Jeff Walker, productor:

“Blade Runner va a revolucionar nuestro concepto de lo que es la ciencia ficción, y aún más, de lo que puede ser”.

 

Una Franquicia

En 2017 llegó a la pantalla grande la segunda entrega de esta adaptación, Blade Runner 2049, producida por Ridley Scott bajo la dirección de Denis Villeneuve, y con el guión de Hampton Fancher y Michael Green. Tiene lugar treinta años después de la primer película y en ella el oficial K, (Ryan Gosling) del departamento de policía de Los Ángeles, saca a la luz un secreto que puede cambiar el destino de la sociedad. Esto lo lleva a buscar a Rick Deckard (Harrison Ford), quién lleva desaparecido 30 años.

A su vez han surgido tres mediometrajes que cumplen con conectar ambas películas expandiendo el universo de Blade Runner: Black Out 2022, 2036: Nexus Daw y 2048: Nowhere to Run (que puedes ver aquí).

 

Anticipación científica

Vivimos en una época donde los avances tecnológicos compiten con los escenarios más sublimes de la ciencia ficción, por ello es que este género también es conocido como Literatura de Anticipación Científica. Phillip K. Dick probablemente nunca imaginó del desarrollo de bacterias sintéticas, sin embargo, este visionario autor, puso en la mira algunos problemas éticos a los que, quizá, podríamos enfrentarnos en un par de décadas.

Autor: 

Adriana Letechipía Salcedo es presidente de la Tertulia de Ciencia Ficción de la Ciudad de México, tiene una Maestría en Ciencias en Biomedicina y Biotecnología Molecular por parte del Instituto Politécnico Nacional y es colaboradora de La Bombilla.

Diseño:

Bernardo Ortega. Artista Visual. Es estudiante en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM. Se especializa en el uso de técnicas de imagen bidimensional, específicamente en litografía, fotografía, imagen digital, pintura y dibujo a gran y medio formato.

Referencias:

Gibson DG, Venter JC, et altros. Creation of a bacterial cell controlled by chemically synthesized genome. Science. Jul 2, 2010. Vol 329. Issue 5987, pp 52-56