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Una receta melódica

Una receta melódica

Es indiscutible que en tiempos de crisis las expresiones artísticas surgen como método para aliviar la angustia que sentimos. Ahora que muchos hemos optado por el distanciamiento social ante la amenaza de un nuevo virus, la comunidad artística se ha ido adaptando para compartir sus creaciones mediante servicios de streamming.

En concreto, los músicos han visto en las redes sociales un nuevo escenario para interactuar con su público. Desde Belinda hasta Silvio Rodríguez han utilizado esta forma de ofrecer conciertos para enriquecer un poco nuestro tiempo de confinamiento. Es tal la importancia de la música que gobiernos como el de Argentina y México han creado festivales de música online con diferentes artistas invitados.

Muchos medios se han aventurado a mencionar que esta actividad artística tiene efectos benéficos para nuestro cuerpo. Incluso hay locutores de radio que mencionan de escuchar música estimula nuestro sistema inmune, algo importantísimo si queremos estar preparados ante un posible contagio. Resulta que, efectivamente, según lo que se sabe sobre el sistema inmune, la música puede ayudar a mejorar nuestras defensas, aunque no al nivel extraordinario como se menciona en los medios.

Anatomía del estrés

Aunque se  le considera como un estado negativo, en realidad el estrés es la reacción de un ser vivo (sea una persona o una célula) ante estímulos que puedan alterar su funcionamiento óptimo y eventualmente amenacen su supervivencia. Por lo tanto, el estrés motiva a realizar cambios para adaptarse a esas amenazas del ambiente.

Pensemos por ejemplo lo que sucede cuando llevamos mucho tiempo sin comer. La falta de alimentos es una fuente de estrés, ya que altera el funcionamiento de nuestro cuerpo y si se prolonga mucho, podríamos poner en riesgo nuestra vida. Es entonces cuando nos ponemos de malas, más irritables, nos duele la cabeza y buscamos algún alimento antes de realizar cualquier otra actividad. En este caso el estrés no motiva a aliviar esa necesidad básica. Este es un ejemplo de estrés fisiológico, es decir, tiene que ver con el funcionamiento de los órganos y sistemas del cuerpo.

También existe el estrés psicológico provocado por cómo interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor más que por amenazas a nuestra integridad física. En las sociedades humanas ya no existen depredadores que puedan devorarnos ni tampoco, al menos en la mayoría de los países, sufrimos por la falta de comida. Los estresores de la vida moderna son en su mayoría psicológicos y suelen provocar malestares mucho más prolongados que los que son exclusivamente fisiológicos. Un ejemplo es cuando tenemos un examen importante. Si bien no es un estímulo que amenaza nuestra sobrevivencia, seguirá activando los mecanismos del estrés, los cuales nos harán sentir preocupados y ansiosos, sin embargo esas sensaciones son necesarias para motivarnos a actuar, por ejemplo, para cambiar nuestros hábitos de estudio.

El estrés puede ubicarse en tres etapas: alarma, adaptación y descompensación. Las primeras dos fases son relativamente rápidas. La alarma permite identificar aquello que nos causa el estrés y en la fase de adaptación se realizan cambios para disminuir o eliminar esa fuente de estrés. En esta etapa se liberan en nuestro cuerpo pequeñas dosis de adrenalina y cortisol. Éstas son sustancias químicas que preparan al cuerpo para realizar grandes gastos de energía, ya sea para huir de un depredador, reunir energía para conseguir alimentos o dejar azúcar disponible al cerebro para solucionar un problema complejo. Otro efecto es que moviliza a las células del sistema inmune, en específico, a las células T, las cuales son capaces de moverse por nuestro cuerpo y atacar a virus, bacterias y otros invasores del cuerpo.

Estos pequeños episodios de estrés son benéficos pues ayudan a nuestro sistema a estar preparado para cualquier eventualidad que se nos presente y en caso de que suframos alguna herida o lesión el sistema inmune ya está preparado para entrar en acción. Es como si cada vez que se nos presenta un problema y pasamos por las etapas de alarma y adaptación exitosamente, nuestro cuerpo tuviera una pequeña sesión de entrenamiento.

El problema aparece cuando falla la etapa de adaptación y no hemos sido capaces de evitar los estímulos que nos hacen daño. Es entonces cuando entramos en la etapa de descompensación. El cortisol que antes, en pequeñas dosis y por poco tiempo nos ayudaba, ahora se libera constantemente y en altas concentraciones. Esto tiene un efecto dañino en nuestro sistema inmune pues las células T entran en proceso de muerte celular ante las grandes cantidades de cortisol.

Si el estrés perdura por mucho tiempo y no se maneja de la manera adecuada puede llevar a paralizarnos y a generar síntomas psicosomáticos como náuseas, dolor de cabeza o ronchas en la piel. Además de que al reducir la acción del sistema inmune es más probable ser víctimas de una infección. No es coincidencia que muchos estudiantes sufran de gripa y gastritis en época de exámenes.

Se entra entonces en un círculo vicioso. El estrés continuo induce a que se libere cortisol en exceso, éste baja las defensas de nuestro cuerpo ante nuevas enfermedades y la presencia de una enfermedad es una nueva fuente de estrés.  

La música, el remedio para todo

Todo profesional de la salud que acostumbre atender a pacientes y sus familiares conoce la importancia del bienestar emocional y cómo esto puede afectar el curso de la enfermedad. Esto se debe a que tanto el sistema inmune, responsable de nuestra defensa celular ante las enfermedades, como el sistema nervioso, involucrado entre otras funciones a la regulación de nuestro estado emocional, están en constante comunicación.

La comunicación es posible gracias a que ambos sistemas comparten mucho de su lenguaje químico. Las células del sistema inmune utilizan sustancias químicas llamadas citosinas para, entre otras cosas, guiar el movimiento de las células T e indicar si un tejido del cuerpo debe inflamarse o desinflamarse. Las neuronas también son capaces de recibir y reaccionar ante las citosinas del sistema inmune. Y a la inversa, el sistema nervioso es capaz de intervenir en el funcionamiento del sistema inmune a través de la liberación hormonas mediante el hipotálamo (área del cerebro que regula la temperatura del cuerpo, la sed, el hambre, el estado anímico, entre otras cosas)  y la hipófisis (glándula que controla algunas funciones del cuerpo, entre ellas, la actividad sexual).

Gracias a esta constante comunicación se ha observado un fenómeno curioso que aparece con la música. Cuando oímos una pieza musical que nos gusta en nuestra boca, se libera mayor cantidad de un tipo de anticuerpo, la inmunoglobulina A.

Derivado de las investigaciones científicas se sabe que escuchar música ayuda a generar sensación de bienestar, disminuye la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y libera dopamina y endorfinas en el cerebro, las cuales se relacionan con sensaciones placenteras.

Sin embargo, estas reacciones dependen directamente de nuestro gusto y educación musical. Por ejemplo, un estudiante del conservatorio podría tener una experiencia sumamente placentera al oír el “Bolero” de Ravel, pero no al escuchar reggaetón. Por el contrario, una persona que acostumbre oír reggaetón y lo asocie a momentos agradables le dará un significado diferente a esa canción y producirá en su cuerpo todos esos cambios positivos. Por lo tanto, los efectos de la música no dependen tanto del estilo o del género, si no del significado y las memorias que asociamos con cada canción.

También depende mucho el contexto en el que escuchemos música. Se sabe que escuchar música en vivo aumenta la cantidad de anticuerpos y neurohormonas que se liberan a comparación de si escuchamos Spotify en nuestra sala.

Esto tiene sentido, piensa en la emoción que se siente si escuchas a tu grupo favorito con los audífonos de camino al trabajo, puedes seguir el ritmo mientras caminas, pero debes dividir tu atención entre la canción y tu alrededor. Ahora imagina la misma canción, pero la escuchas en un concierto en vivo. Puedes sentir la emoción que los artistas imprimen en sus instrumentos e incluso sientes los tonos bajos haciendo vibrar tu pecho. Ahora súmalo a la experiencia de compartir esa misma emoción con los cientos de personas que asistieron a ver el mismo concierto. Definitivamente la sensación no es la misma.

¿Arteterapia?

Existe toda una línea de investigación sobre los efectos benéficos de la música, así es como se origina la musicoterapia. Los profesionales que se dedican seriamente a este tipo de terapia aprovechan los efectos positivos de la música y los amplían.

Llevan a las personas a involucrarse de manera diferente con la música para participar activamente en ella. Por ejemplo, incitan a las personas no sólo a escuchar pasivamente, sino a analizar los ritmos y la interpretación de los músicos y cantantes. Se sabe que este tipo de actividades ayudan a mejorar el estado de ánimo y sirve en casos donde existe daño cerebral.

Hay pruebas de que las personas que pierden habilidades del lenguaje derivado de un infarto cerebral pueden, mediante el uso de melodías, compensar algunas habilidades de comunicación. Es importante resaltar que esto no es un trabajo fácil y debe hacerse por un profesional certificado en este tipo de prácticas.

Los efectos placenteros de la música, así como su influencia en el sistema inmune, también han sido observados en otros tipos de actividades, como la pintura, el ejercicio físico, las visitas a museos y muchas otras actividades recreativas. Esto ha dado pie a que muchas personas y empresas ofrezcan servicios terapéuticos basándose en dichas actividades. Aunque la evidencia apunta a que sus efectos van de leves a moderados y sólo funcionan para cierto tipo de enfermedades, los anunciantes suelen exagerar los alcances de los tratamientos que ofrecen. Así es como surgen la aromaterapia para tratar las dolencias del cáncer, el nado con delfines para los niños con déficit de atención y hasta la equinoterapia para las personas con síndrome de Down. Aunque en algunas personas este tipo de actividades tenga efectos positivos tanto en su estado de salud como en su bienestar emocional, están muy lejos de ser consideradas formalmente como terapias.

La razón por la que aparentemente funcionan es que son actividades intrínsecamente placenteras y al sentirnos bien realizándolas, estamos activando todo el mecanismo de endorfinas, cortisol y sistema inmune que describimos anteriormente. El éxito de estas supuestas terapias se debe en parte al ritmo de vida al que estamos acostumbrados, sobre todo en las grandes ciudades. Estamos viviendo en ambientes tan estresantes que cualquier cosa que nos haga sentir bien lo consideramos terapia, aunque no sea así.

Así pues, para tener al sistema inmune activo es importante procurar tanto el bienestar físico como mental y emocional.

Bibliografía

Cruz, G. (2018). “Desestigmatizando la Función del Estrés”. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 21(2), 604–620. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/vol21num2/Vol21No2Art12.pdf

Guzmán, A. (2010). “Mitología y Medicina (II). De Apolo a Asclepio”. Tendencias 21. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.tendencias21.net/clasico/MITOLOGIA-Y-MEDICINA-II-DE-APOLO-A-ASCLEPIO_a49.html

Klinger, J., Herrera, J., Díaz, M., Jhann, A., Ávila, G., & Tobar, C. (2005). “La psiconeuroinmunología en el proceso salud enfermedad”. Colombia Médica, 36, 120–129. https://doi.org/10.2510/colomb.

“La musicalidad del sistema inmune”. (2018) Mi sistema inmune. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.misistemainmune.es/la-musicalidad-del-sistema-inmune/

Autor - Juan José F. Valdiviezo

Egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción

Diseñadora - Lina Lucía Romero Salas

Desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. Ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

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¿Cómo demandar a tu terapeuta?

La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico.

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¿Cómo demandar a tu terapeuta?

¿Cómo demandar a tu terapeuta?

Cuando dimos de alta a Tamara del servicio de psicología, sus padres tuvieron que firmar varios papeles, incluyendo el reporte de evaluación y el reporte de avances que había hecho desde que inició su tratamiento psicológico.

–¿Pero para qué tanto papeleo?- Me dijeron los padres abrumados ya en la tercera ronda de firmas.

–Por si algún día nos quieren demandar, ya nos protegemos.– les contesté en tono de broma.

Sin embargo para ellos no fue ninguna broma, y con una cara de auténtica sorpresa me dijeron:

–¿Es posible demandar a un psicólogo?

Tomando en cuenta el caso de Tamara la reacción de los padres no debió sorprenderme. A los seis años Tamara tenía problemas para socializar, casi no hacía  amigos, le costaba trabajo hablar y era distante con sus padres. Su maestra le dijo a sus padres que tenía autismo y mientras buscaban ayuda tuvieron la mala suerte de caer con un psicólogo dedicado al “coaching de aprendizaje acelerado”, quien con sólo platicar con los padres diagnosticó a Tamara con síndrome de Asperger. Cuando se enteró del diagnóstico, la directora de la primaria tomó la decisión de expulsar a Tamara de la escuela, pues los docentes no estaban capacitados para atender ese tipo de problemas.

–Les daremos los datos de una escuela especializada en este tipo de casos.– Fue el último contacto que tuvieron con esa escuela.

Dos años después la situación de Tamara era cada vez peor. A sus ocho años no sólo no había aprendido a hablar, si no que estaba más irritable y hacía berrinche por todo. Las estrategias de las profesoras de la nueva escuela, que tanto le ayudaban a los niños con autismo y asperger, no hacían efecto en ella.

Cuando la familia llegó a la clínica donde trabajo volvimos a realizarle la evaluación diagnóstica y determinamos que Tamara no tenía ni asperger ni autismo ni nada parecido. Estábamos ante un caso de mala praxis psicológica: el psicólogo que atendió a Tamara hizo un mal diagnóstico. Esto impidió que Tamara recibiera el tratamiento adecuado para su problema y retrasó su desarrollo por dos años. Los padres desesperados confiaron ciegamente en las palabras del supuesto experto, y debido a que en muchos lugares la psicología no se considera una profesión seria, nunca se les ocurrió que su caso podría ir a juicio.

La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico. La profesora de Tamara, por ejemplo, aunque hubiera tenido experiencia en el trato con niños, no es la persona especializada en diagnosticar problemas como el autismo.

Para poder atender a sus pacientes los psicólogos se basan en un código ético, pautas de atención que todo profesional debe de seguir. Dentro de éste código se especifica que: “Los servicios que realiza el psicólogo deben de basarse necesariamente de conocimientos válidos, confiables y sustentados en evidencias científicas” (Sociedad Mexicana de Psicología, 2000). Así que los tratamientos de los psicólogos no se reducen a escuchar y dar buenos consejos, sino que deben ser planeados, estructurados y con evidencia científica detrás. Las constelaciones familiares, flores de Bach, terapias de conversión, programación neurolingüística y sesiones de coaching no son de ninguna manera tratamientos psicológicos ya que no existe estudio alguno que las sustente. Y hasta que no los haya seguirán siendo parte de la medicina alternativa, junto con la homeopatía y los productos milagro. En el caso de Tamara, el psicólogo encargado del diagnóstico faltó a su código ético al utilizar el coaching como instrumento para diagnosticar.

Además no todos los tipos de terapias sirven para todos los padecimientos que puede atender un psicólogo. Por ejemplo un tratamiento cognitivo conductual es útil para personas que consumen drogas, mientras que un enfoque neuropsicológico es mejor para personas con signos de demencia. De entrada, cuando alguien propone una única terapia capaz de curar todos los males, hay que desconfiar. Sería como curar a todo un hospital con paracetamol. Las personas que ofrecen este tipo de terapias suelen crear falsas expectativas, asegurando que cualquier problema que tengamos puede ser curado con sus tratamientos.

Así como Tamara terminó siendo mal diagnosticada por un seguidor del coaching, hay muchos pseudo profesionales que se dedican a lucrar con las expectativas de la gente, y aunque muchas veces el caso no pasa de una estafa de unos cuantos miles de pesos, hay ocasiones en las que las consecuencias pueden ser fatales. Un caso emblemáticos es el de Maribel Candelas, una mujer española que luego de ser diagnosticada con cáncer conoció una terapia llamada bioneuroemoción, creada por Enric Corbera. Según la bioneuroemoción, uno puede cambiar su destino y sus enfermedades a partir de cambiar las emociones negativas, las cuales atraen la mala suerte. Maribel creyó en cada una de las palabras de Corbera y decidió suspender su quimioterapia para tratarse exclusivamente mediante la bioneuroemoción. A finales del 2015 Maribel falleció, y aunque Corbera dijo que había sobrepasado sus expectativas de vida y que sus malestares habían desaparecido, le revocaron su licencia para ejercer la medicina.

Como pacientes es difícil saber si la persona que nos atiende es seria o se trata de un charlatán. Algunos consejos básicos son: asegurarse de que la persona tenga los estudios mínimos para poder dar terapia -que en México son la licenciatura y cédula profesional- , que realice evaluaciones rigurosas y entregue el diagnóstico por escrito, que sea claro en el tipo de tratamiento que usará, en el tiempo que tardarán las mejoras y, por supuesto, que guarde la confidencialidad de los datos y de todo lo que se platique dentro de la terapia.

Después de platicar todo esto, los padres de Tamara me prometieron que buscarían ayuda legal. En México la Comisión Nacional de Ética en Psicología se encarga de recibir denuncias por mala praxis de todos los psicólogos del país. Por otro lado la Cofepris se encarga de vigilar que todos los consultorios y clínicas cumplan con los requerimientos legales, como el buen manejo de expedientes y la certificación de los terapeutas. En caso de algún profesional de la salud mental cometa mala praxis hay lugares a dónde acudir.

Mientras les daba los contactos a los padres, Tamara tocó la puerta, estaba preocupada porque ya habíamos tardado un buen rato platicando. Pidió permiso para pasar y se sentó en las piernas de su mamá. Tamara en realidad tenía un atraso específico de lenguaje, y gracias a la terapia adecuada ya es capaz de comunicarse con las personas, ya no se aísla de los demás, pues ya no le da pena hablar frente a los adultos ni frente a desconocidos y gracias a eso ya regula mejor sus emociones. Lo que para un ojo inexperto era síndrome de asperger, había sido correctamente diagnosticado y tratado.

REFERENCIAS

Estavillo, Joseph. (2018) ¿Cómo saber si vas con un psicólogo o con un impostor?.

Recuperado de https://www.revistamoi.com/cucu/como-identificar-a-un-buen-psicologo/

Martínez, Isidoro. (2015). Fallece seguidora de bioneuroemoción. Recuperado de:

Fallece seguidora de «bioneuroemoción»: Maribel Candelas


Sociedad Mexicana de Psicología. (2000). Código ético del Psicólogo.

Psicología basada en evidencia,(2019) ¿Qué terapias cuentan con evidencia?. Recuperado de:

https://www.facebook.com/psicologiabasadaenevidencia/posts/1898502893588264

Autor - Juan José F. Valdiviezo

Egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción

Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D.

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