Cuando dimos de alta a Tamara del servicio de psicología, sus padres tuvieron que firmar varios papeles, incluyendo el reporte de evaluación y el reporte de avances que había hecho desde que inició su tratamiento psicológico.
–¿Pero para qué tanto papeleo?- Me dijeron los padres abrumados ya en la tercera ronda de firmas.
–Por si algún día nos quieren demandar, ya nos protegemos.– les contesté en tono de broma.
Sin embargo para ellos no fue ninguna broma, y con una cara de auténtica sorpresa me dijeron:
–¿Es posible demandar a un psicólogo?
Tomando en cuenta el caso de Tamara la reacción de los padres no debió sorprenderme. A los seis años Tamara tenía problemas para socializar, casi no hacía amigos, le costaba trabajo hablar y era distante con sus padres. Su maestra le dijo a sus padres que tenía autismo y mientras buscaban ayuda tuvieron la mala suerte de caer con un psicólogo dedicado al “coaching de aprendizaje acelerado”, quien con sólo platicar con los padres diagnosticó a Tamara con síndrome de Asperger. Cuando se enteró del diagnóstico, la directora de la primaria tomó la decisión de expulsar a Tamara de la escuela, pues los docentes no estaban capacitados para atender ese tipo de problemas.
–Les daremos los datos de una escuela especializada en este tipo de casos.– Fue el último contacto que tuvieron con esa escuela.
Dos años después la situación de Tamara era cada vez peor. A sus ocho años no sólo no había aprendido a hablar, si no que estaba más irritable y hacía berrinche por todo. Las estrategias de las profesoras de la nueva escuela, que tanto le ayudaban a los niños con autismo y asperger, no hacían efecto en ella.
Cuando la familia llegó a la clínica donde trabajo volvimos a realizarle la evaluación diagnóstica y determinamos que Tamara no tenía ni asperger ni autismo ni nada parecido. Estábamos ante un caso de mala praxis psicológica: el psicólogo que atendió a Tamara hizo un mal diagnóstico. Esto impidió que Tamara recibiera el tratamiento adecuado para su problema y retrasó su desarrollo por dos años. Los padres desesperados confiaron ciegamente en las palabras del supuesto experto, y debido a que en muchos lugares la psicología no se considera una profesión seria, nunca se les ocurrió que su caso podría ir a juicio.
La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico. La profesora de Tamara, por ejemplo, aunque hubiera tenido experiencia en el trato con niños, no es la persona especializada en diagnosticar problemas como el autismo.
Para poder atender a sus pacientes los psicólogos se basan en un código ético, pautas de atención que todo profesional debe de seguir. Dentro de éste código se especifica que: “Los servicios que realiza el psicólogo deben de basarse necesariamente de conocimientos válidos, confiables y sustentados en evidencias científicas” (Sociedad Mexicana de Psicología, 2000). Así que los tratamientos de los psicólogos no se reducen a escuchar y dar buenos consejos, sino que deben ser planeados, estructurados y con evidencia científica detrás. Las constelaciones familiares, flores de Bach, terapias de conversión, programación neurolingüística y sesiones de coaching no son de ninguna manera tratamientos psicológicos ya que no existe estudio alguno que las sustente. Y hasta que no los haya seguirán siendo parte de la medicina alternativa, junto con la homeopatía y los productos milagro. En el caso de Tamara, el psicólogo encargado del diagnóstico faltó a su código ético al utilizar el coaching como instrumento para diagnosticar.
Además no todos los tipos de terapias sirven para todos los padecimientos que puede atender un psicólogo. Por ejemplo un tratamiento cognitivo conductual es útil para personas que consumen drogas, mientras que un enfoque neuropsicológico es mejor para personas con signos de demencia. De entrada, cuando alguien propone una única terapia capaz de curar todos los males, hay que desconfiar. Sería como curar a todo un hospital con paracetamol. Las personas que ofrecen este tipo de terapias suelen crear falsas expectativas, asegurando que cualquier problema que tengamos puede ser curado con sus tratamientos.
Así como Tamara terminó siendo mal diagnosticada por un seguidor del coaching, hay muchos pseudo profesionales que se dedican a lucrar con las expectativas de la gente, y aunque muchas veces el caso no pasa de una estafa de unos cuantos miles de pesos, hay ocasiones en las que las consecuencias pueden ser fatales. Un caso emblemáticos es el de Maribel Candelas, una mujer española que luego de ser diagnosticada con cáncer conoció una terapia llamada bioneuroemoción, creada por Enric Corbera. Según la bioneuroemoción, uno puede cambiar su destino y sus enfermedades a partir de cambiar las emociones negativas, las cuales atraen la mala suerte. Maribel creyó en cada una de las palabras de Corbera y decidió suspender su quimioterapia para tratarse exclusivamente mediante la bioneuroemoción. A finales del 2015 Maribel falleció, y aunque Corbera dijo que había sobrepasado sus expectativas de vida y que sus malestares habían desaparecido, le revocaron su licencia para ejercer la medicina.
Como pacientes es difícil saber si la persona que nos atiende es seria o se trata de un charlatán. Algunos consejos básicos son: asegurarse de que la persona tenga los estudios mínimos para poder dar terapia -que en México son la licenciatura y cédula profesional- , que realice evaluaciones rigurosas y entregue el diagnóstico por escrito, que sea claro en el tipo de tratamiento que usará, en el tiempo que tardarán las mejoras y, por supuesto, que guarde la confidencialidad de los datos y de todo lo que se platique dentro de la terapia.
Después de platicar todo esto, los padres de Tamara me prometieron que buscarían ayuda legal. En México la Comisión Nacional de Ética en Psicología se encarga de recibir denuncias por mala praxis de todos los psicólogos del país. Por otro lado la Cofepris se encarga de vigilar que todos los consultorios y clínicas cumplan con los requerimientos legales, como el buen manejo de expedientes y la certificación de los terapeutas. En caso de algún profesional de la salud mental cometa mala praxis hay lugares a dónde acudir.
Mientras les daba los contactos a los padres, Tamara tocó la puerta, estaba preocupada porque ya habíamos tardado un buen rato platicando. Pidió permiso para pasar y se sentó en las piernas de su mamá. Tamara en realidad tenía un atraso específico de lenguaje, y gracias a la terapia adecuada ya es capaz de comunicarse con las personas, ya no se aísla de los demás, pues ya no le da pena hablar frente a los adultos ni frente a desconocidos y gracias a eso ya regula mejor sus emociones. Lo que para un ojo inexperto era síndrome de asperger, había sido correctamente diagnosticado y tratado.
REFERENCIAS
Estavillo, Joseph. (2018) ¿Cómo saber si vas con un psicólogo o con un impostor?.
Recuperado de https://www.revistamoi.com/cucu/como-identificar-a-un-buen-psicologo/
Martínez, Isidoro. (2015). Fallece seguidora de bioneuroemoción. Recuperado de:
Fallece seguidora de «bioneuroemoción»: Maribel Candelas
Sociedad Mexicana de Psicología. (2000). Código ético del Psicólogo.
Psicología basada en evidencia,(2019) ¿Qué terapias cuentan con evidencia?. Recuperado de:
https://www.facebook.com/psicologiabasadaenevidencia/posts/1898502893588264