Una historia sobre cómo obtenemos nuestro conocimiento sobre la vida del pasado
En la película Fantasía, de Disney, hay un segmento en el que se cuenta la historia de la vida a través de las eras geológicas al son de La consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. La consagración de la Primavera es un ballet que se estrenó el 29 de mayo de 1913, y una de las opiniones más acertadas sobre la obra pudo haber sido la de Léon Vallas, un musicólogo francés que asistió a la première en París, quien dijo que la composición estaba adelantada 30 años a su época. Por coincidencia La consagración de la Primavera sería llevada al cine por Walt Disney en 1940.
El segmento de Fantasía musicalizado con La consagración de la Primavera fue asesorado por varios expertos, de ahí que tenga una gran precisión científica acorde a lo que se sabía en aquella época. La asesoría provino de Roy Chapman Andrews, director del Museo Americano de Historia Natural, del biólogo inglés Julian Huxley, del paleontólogo Barnum Brown y del astrónomo Edwin Hubble. Inicialmente se había planeado que la secuencia recorriera todas las eras geológicas, terminando con la manipulación del fuego por parte de los humanos, pero el estudio decidió terminar la secuencia con la extinción de los dinosaurios para evitar problemas con los creacionistas. El segmento es, al final, un resumen de la paleontología de la primera mitad del siglo XX, dejando la secuencia temporal de las especies fósiles con bastante licencia creativa.
La película encierra muchas de las ideas que se postularon durante la primera mitad del siglo XX y que serían desterradas de la literatura científica en los años siguientes; sin embargo, su destierro de la academia no significó un destierro del imaginario popular sino hasta la llegada de Jurassic Park, a finales del siglo pasado, cuando Michael Crichton, en la novela, y Steven Spielberg, en la adaptación al cine, recurrieron a la opinión de paleontólogos para modernizar la representación de los dinosaurios.
Un curso de historia de la paleobiología de dinosaurios podría darse mostrando el antes y el después con estas dos películas. De Fantasía resaltan dos ideas ahora obsoletas: que los saurópodos, o dinosaurios de cuello largo, pasaban parte de su vida en un medio acuático para soportar sus pesos, y los tres dedos del Tyrannosaurus rex que ataca a un Stegosaurus.
La presencia de tres dedos en el Tyrannosaurus, en vez de dos, llama mucho la atención porque el asesor paleontológico, Barnum Brown, fue quien descubrió los primeros restos de Tyrannosaurus rex ¿Por qué un asesor científico contratado para dar precisión a una película accedería a dejar tres dedos al dinosaurio que descubrió y que creía tenía dos?
La respuesta sencilla es que Walt Disney prefirió la reconstrucción con tres dedos en lugar de la versión con dos. El T. rex, ya se había establecido en Hollywood como un ícono de la prehistoria, tenía que aparecer en Fantasía, de eso no cabía duda, pero en aquel entonces había dos reconstrucciones de este dinosaurio: una con tres y otra con dos dedos, había que decidir. La reconstrucción con dos dedos era la que los paleontólogos aceptaban como la nueva norma, pero a Disney le pareció que la reconstrucción con tres dedos era más atemorizante.
Al comienzo, los paleontólogos sí creyeron que el Tyrannosaurus tenía una mano tridáctila. En 1900, Brown encontró el primer esqueleto parcial de T. rex en el este de Wyoming, y dos años después encontraría un esqueleto más completo en la Formación Hell Creek de Montana. En 1905, el paleontólogo estadounidense Henry Fairfield Osborn nombró la familia Tyrannosauridae, donde describió tres especies: Albertosaurus sarcophagus (“Reptil de Alberta come carne”), Tyrannosaurus rex (“Reptil tirano rey”) y Dynamosaurus imperiosus (“Reptil fuerte imperial”). Pero ninguno de estos especímenes descritos tenía evidencias de los brazos. Así que, durante esta década de hallazgos, los paleontólogos tuvieron que recurrir a una herramienta para interpretar la posible forma de los brazos: la anatomía comparada.
La anatomía comparada es una herramienta lógica que nos permite crear nuevos marcos teóricos e hipótesis de trabajo; una vez que tenemos estas hipótesis como punto de inicio podemos empezar a buscar evidencias de otras fuentes y poder así llegar a una conclusión utilizando el método inductivo-deductivo.
Se estima que la anatomía comparada comenzó a ser utilizada desde el siglo V a. C., con Alcmeón de Crotona. Esta ciencia consiste en establecer qué elementos del cuerpo de un organismo son similares en otro organismo. Los primeros estudios de este tipo compararon a los vertebrados entre ellos y llegaron a un hallazgo que extendió la aplicabilidad de esta ciencia.
Descubrieron que todos los vertebrados la organización de su esqueleto tenían un patrón similar: un cráneo, una columna vertebral con costillas, extremidades superiores con hombros y extremidades inferiores con caderas. Las extremidades de los vertebrados también se organizaban de manera semejante, por ejemplo: había un hueso, el húmero, articulado a otros dos huesos, radio y ulna -o cúbito, en seres humanos-, que a su vez se articulaban con un conjunto de huesos más pequeños, los carpos y metacarpos, a los que se articulaban los dígitos, las falanges.
Así es como las ideas de la evolución comenzaron a ganar fuerza, pues de qué otra forma se podían explicar estos patrones sino era suponiendo que todos los vertebrados tenían un ancestro común. La paleontología se convertiría en la principal fuente de información de esta nueva hipótesis: en el registro fósil se podían encontrar características intermedias entre otros organismos.
En el Museo Americano de Historia Natural se habían realizado comparaciones de los especímenes de tiranosáuridos con un dinosaurio carnívoro similar, el Allosaurus fragilis. La evidencia fósil de Allosaurus indicaba que los brazos de este dinosaurio eran relativamente cortos y poseían tres dedos; con la suposición de que el Tyrannosaurus, un animal del Cretácico, provenía del mismo grupo que el Allosaurus, un dinosaurio del Jurásico, las primeras reconstrucciones de tiranosáuridos los representaron con tres dedos. Sin embargo, la comparación se hizo con mucho escepticismo, ya que a estos dinosaurios los separaban más de 70 millones de años, un tiempo mayor que el que nos separa a los humanos de los dinosaurios.
En el año 1914, el paleontólogo canadiense Lawrence Lambe describió un dinosaurio similar a los tiranosáuridos de Brown y Osborn, al que llamó Gorgosaurus libratus y que, interesantemente, tenía un brazo preservado con solamente dos dedos, una característica nueva dentro del grupo de los dinosaurios. En 1916, Osborn escribió que era probable que los tiranosáuridos descritos hasta ese momento tuvieran todos brazos con dos dedos.
Una suposición a la que llegó utilizando la anatomía comparada: si Albertosaurus, Tyrannosaurus y Gorgosaurus tienen características anatómicas semejantes, es plausible asumir que también los brazos eran semejantes. Esta condición y otras características anatómicas llevarían a sugerir que los tiranosáuridos estaban emparentados con otros dinosaurios carnívoros de tamaño más pequeño, los celurosaurios, y no necesariamente con Allosaurus o Megalosaurus. Aunado a esto, todos estos dinosaurios habían vivido alrededor del mismo tiempo hace entre 71 y 66 millones de años. Así, la idea de los tres dedos perdió fuerza.
Con el tiempo, nuevos tiranosáuridos fueron descubiertos en Canadá y Mongolia con esqueletos más completos, incluidos los brazos con dos dedos. Esto daba cada vez más respaldo a la idea de que Tyrannosaurus rex debería tener dos dedos en vez de tres, y las nuevas reconstrucciones de este dinosaurio terminaron perdiendo un dedo.
Para 1939, cuando la película Fantasía ya estaba siendo preparada, los paleontólogos estaban convencidos de que Tyrannosaurus rex debía haber tenido dos dedos. Sin embargo, esta idea no dejaba de ser una hipótesis: Tyrannosaurus era el único tiranosáurido del que no se conocían los brazos. Para tirar la hipótesis, alguien en algún lado tenía que encontrar un esqueleto Tyrannosaurus con tres dedos en la mano.
Para el tiempo de Fantasia, la idea de un T. rex con tres dedos era poco probable, pero no menos posible que la de uno con dos, así que cuando Disney decidió ponerle tres dedos, no había un espécimen para demostrarle que estaba en un error.
¿Por qué recurrimos los paleontólogos a la anatomía comparada, entonces? Pues porque la historia del Tyrannosaurus rex se suma a la larga lista de veces que este método nos ha demostrado su capacidad predictiva. En el año 1989 se encontró el primer esqueleto completo de Tyrannosaurus rex, el espécimen MOR 555. Y tal como lo predijeron Brown, Osborn, Lambe, y otros científicos, su brazo tenía dos dígitos.
Charles Knight, un artista estadounidense, fue uno de los pioneros en lo que hoy conocemos como paleo-arte, que es la reconstrucción de los ecosistemas del pasado utilizando como fuente de inspiración el consenso científico del momento. Los trabajos de Knight se hicieron bastante populares, y es posible encontrar muchos de sus murales decorando varios museos de historia natural de Estados Unidos, como el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, donde trabajó inicialmente, el Museo Field, en Chicago, o el Museo Peabody de Yale, en New Haven. Muchas de las escenas con T. rex lo representan con tres dedos y con un comportamiento agresivo, atacando a un Triceratops, por ejemplo.
El camino a la fama de T. rex puede rastrearse hacia finales de 1905, cuando el New York Times reportó su descubrimiento utilizando expresiones como “el más formidable animal de batalla del que se tenga algún registro”, “el rey de todos los reyes de la vida animal”, “el adalid absoluto de la Tierra” y “el comedor de hombres real de la jungla”. Este pequeño ímpetu pudo haber comenzado una tendencia que llegaría al cine con las películas de ciencia ficción y las obras de Knight sirvieron de inspiración para muchos cineastas, y en varias escenas aparece el Tyrannosaurus rex con tres dedos.
La adaptación al cine de la obra de Arthur Conan Doyle, El Mundo Perdido, realizada en 1925, utilizó el trabajo de Knight como base para la reconstrucción de los animales prehistóricos: nuevamente aparece el Tyrannosaurus rex con tres dedos. La película de King Kong de 1933 utilizó una de las representaciones de Knight para crear su modelo de T. rex para la escena en que peleaba contra King Kong. Como mencioné antes: para el tiempo de hacer Fantasía, no había de otra más que incluir al T. rex, y su aparición a lado de la obra maestra de Stravinski consolidó a este dinosaurio como el ícono que es hoy.
Omar Rafael Regalado Fernández
Estudiante de doctorado en Ciencias de la Tierra, Departamento de Ciencias de la Tierra
University College London (UCL)