Hace 53 años, el 10 de julio de 1962, fue puesto en órbita el primer satélite artificial de telecomunicaciones comerciales del mundo, llamado Teslar. Estaba diseñado para retransmitir televisión, teléfono y datos de comunicaciones a alta velocidad; desafortunadamente, su vida operativa terminó en 1963.
Otro hecho importante que ocurrió en 1962 y que sigue muy vigente en nuestros días, fue el nacimiento de Ant-man —en las páginas del cómic Tales to Astonish #35, obra del trío formado por Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby—, personaje que este mes estrena película, por ello en esta publicación les hablaré de su vida como científico y héroe.
El hombre detrás de la máscara de hormiga fue por mucho tiempo el Dr. En bioquímica Henry “Hank” Pym, quien descubrió un tipo especial de partícula que le permitía alterar su tamaño: la Partícula Pym. Nuestro héroe además, inventó un casco para comunicarse y dominar telepáticamente a las hormigas. En su lucha contra el crimen y los espías de la KGB, Pym iba acompañado de su novia, Janet Van Dyne, quien además de convertirse en la superheroína Avispa, lanzaba aguijones cargados de electricidad. Este par formaron parte de la alineación original de Los Vengadores (aunque en ninguna de las dos películas aparece este personaje, aun cuando en los cómics fue el mismo Pym el responsable de la creación de Ultrón).
En el tiempo que formó parte de Los Vengadores, Pym alteró sus poderes, agrandándose en lugar de encogerse adoptando así el nombre de Hombre Gigante. Ante todos estos cambios de tamaño, es importante hacerse la pregunta: ¿es realmente posible hacerse grande o pequeño sin cambios en la fisonomía de nuestro querido héroe?
Para responder a esta pregunta es importante hablar de La ley de la Conservación de la Masa que fue elaborada por Mijaíl Lomonósov en 1745 quien es considerado el padre de la geografía rusa y por Antoine Lavoisier en 1785, considerado por algunos autores el creador de la química moderna. Seguro tú también la conoces o has escuchado hablar de ella: “la masa no se crea ni se destruye, sólo se transforma.”
Ahora imaginemos que nosotros por accidente obtenemos la capacidad de hacernos grandes a voluntad, ¿qué consecuencias tendría en nuestro cuerpo esta modificación de tamaño?
Digamos que tenemos una masa de 75 kg y una altura de 1.70 m. Si nosotros, gracias a nuestra capacidad de hacernos grandes en tamaño, triplicáramos nuestra altura terminaríamos midiendo 5.1 m; frente a este cambio, existen dos posibilidades:
la primera es que nos elevemos hacia el cielo con 5.1 m pero, con base en la Ley de la Conservación de la Masa, el simple hecho de aumentar de tamaño no implica que nuestra masa aumente ya que no podemos crear masa de la nada. Así que mantendríamos nuestra masa original de 75 kg.
Imaginemos entonces que somos una persona de 5.1 metros de altura pero con la masa original de una persona de 1.70 m. Básicamente, seriamos un gigante con una estructura muy parecida a un globo desinflado, es decir, nuestra masa original se distribuiría uniformemente en nuestro nuevo cuerpo de gigante y no lograría rellenarlo por completo. Este hecho nos haría muy livianos y tendríamos la piel prácticamente pegada al hueso. Si me lo preguntan, una criatura extremadamente ligera y prácticamente desinflada de 5.1 m no resultaría un buen superhéroe.
Veamos ahora la segunda opción, en ésta nuestra masa sí aumenta proporcionalmente a nuestra altura, por lo que tendríamos una masa de 2,025 kg. Este aumento es debido a que al triplicar la altura, la masa aumenta en tres dimensiones -altura, anchura y profundidad-, por lo tanto, nuestra masa aumenta 27 veces su valor original.
Esto suena más lógico y mucho más práctico, pero esperen un poco, ya que el problema no surge cuando somos gigantes, el verdadero problema surge cuando volvemos a nuestra altura original porque esa masa de 2,025 kg se va a mantener cuando midamos 1.70 m.
Entonces, seríamos una persona de tamaño promedio pero con una masa de 2,025 kg. Evidentemente tener esa masa sería un gran inconveniente, no podríamos caminar por la calle sin hundirnos en la acera, ni podríamos subirnos a algún camión porque reventaríamos sus llantas. Todo esto sin pensar en la cantidad de comida que deberíamos consumir para mantener en movimiento un cuerpo de esa masa. Otro punto importante es pensar en el tipo de ropa que tendríamos que usar para que ésta no se rompiera. Si continuamos usando nuestra ropa común, ¡terminaríamos siendo un gigante esponjoso y desnudo!
Haciendo una valoración después de analizar todo lo anterior, creo que tener los poderes del hombre hormiga no sería tan cool como parece. Aun así, sigue siendo divertido imaginar que este tipo de personajes puedan llegar a existir y nos ayuden en la lucha contra el crimen.
Si quieren profundizar sobre las complicaciones que atrae el cambiar de tamaño, les recomiendo leer el libro La física de los superhéroes, escrito por James Kakalios, quien analiza desde un punto de vista más especializado muchos otros casos relacionados con los héroes que ya conocemos. Entre ellos, estudia la fuerza que la tela de araña de Spiderman debe soportar para que Peter Parker se pueda balancear con ella por las calles de Nueva York.
Referencias:
J. Kakalios, The Physics of superheroes, Gotham Book, 2005, pp. 75-92.
Luis H.C
Creador de contenidos en la Bombilla. Estudiante de Química en la Universidad Nacional Autónoma de México
Ilustración: Alejandra Gil Cuevas (Pachuca, Hgo. 1993)
Estudiante de Diseño de la Comunicación Gráfica en la Uam Xochimilco, en el área terminal de Ilustración. Su pasión es la fotografía y la creación de historias y escenarios fantásticos por medio de sus ilustraciones en técnicas mixtas.