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¡Wow, qué alucine!

¿Alguna vez te ha pasado que estás tan emocionado y feliz que de pronto exclamas ésta expresión? ¿O te ha pasado que de pronto te encuentras en una situación de emoción tal, que no puedes creer lo que te sucede y te sientes invadido por una explosión de sensaciones provenientes de tus sentidos y fuera de lo normal? tanto, que piensas de pronto: “¡y eso que no ando en drogas!”

Pues sí, sucede, ¡y con más frecuencia de lo que te imaginas! De pronto y sin que puedas hacer nada al respecto, el máximo centro de control de tu cuerpo y de tu mente: el cerebro, súbitamente se ve sorprendido por ráfagas de emociones inducidas por substancias que regulan aspectos tan importantes de tu persona como la alegría, el gozo, la excitación e incluso la emoción que sientes cuando te encuentras de pronto con esa persona que te gusta muchísimo, que provoca que te sonrojes sin control y casi te caigas de la banqueta. Pero, ¿por qué sucede ésto?, ¿acaso ingeriste algo extraño, alguna substancia estimulante o intensificadora de los sentidos? Nada de eso. Tu vida sigue perfectamente estable y normal, sin que te hayas puesto “a volar” con alguna droga. O eso es lo que tú habías pensado hasta ahora…

Veamos lo que le sucedió a Noldo, un chavo de prepa algo distraído y fan de las artes marciales, los cómics y la música rock:

Estando otro día más en la escuela, uno de tantos días que pasan sin que se dé uno cuenta, Noldo se encontraba dibujando uno de sus personajes favoritos: ¡el Ninjakemón! Un superhéroe surgido de su imaginación que solía introducir en sus historias, dejando de poner atención a la clase de Historia Universal, por supuesto. Noldo solía pasar desapercibido entre sus compañeros y se mantenía al margen de toda actividad que implicara llamar la atención, aunque ese día todo fue diferente. De pronto y sin el menor aviso, levantó la mirada de su dibujo y… ¡Prack! Un gis salió disparado hacia él, impactándolo directamente en la frente, dejándolo con una cara de tremenda sorpresa y con una gigantesca vergüenza al escuchar las risas de sus compañeros por tan inusual suceso en clase. Matilda, la maestra de Historia, una señora de edad mediana, complexión robusta, de trato muy severo pero de buenas intenciones, acababa de sorprenderlo dibujando y, harta, había decidido poner fin a aquella situación lanzándole con la fuerza de una bala de escopeta (la maestra había sido lanzadora de jabalina) tremendo gisazo en la frente.

―¡Noldo!, ¡deja de estar dibujando y por vigésima vez, pon atención! ―dijo severamente la maestra.

―S-sí profesora, perdone. ― contestó él, rojo como un jitomate.

Para colmo, justo en el momento en que la maestra lo regañaba, entró Erica al salón de clase sonriendo al verlo en tales aprietos.

Esta era la verdadera razón de la vergüenza de nuestro amigo. Resulta que estaba enamoradísimo, lo que se dice enamoradísimo de Erica, su compañera de clase desde la primaria. Al verla entrar justo cuando la maestra lo regañaba, casi se desmaya al verse en esa situación.

―Quiero hablar contigo al final de la clase.― Se dirigió a él la profesora, con un tono estricto.

―Uff, la que me espera… ―pensó para sus adentros Noldo.

Al terminar las clases, se acercó con la maestra Matilda y ella le dijo:

―Noldo, eres un muchacho muy brillante, pero te distraes muy fácilmente. Verás ―continuó diciendo con tono amable― hablé con el profesor Roberto, de deportes, para que vayas a entrenar con él. “El deporte te cambia la vida”―(era el lema del profe Roberto)―, fortalece la mente y te da concentración.

―P-pero maestra…

―¡Ningún pero! ―dijo ella. ―¡O entrenas o te me vas a extraordinario! Además necesitan a alguien que diseñe un cartel para la Olimpiada Nacional ―concluyó.

Noldo estaba desconcertado aunque feliz, ¡al fin podría publicar uno de sus dibujos!…

La sorpresa de llegar al gimnasio no se comparó con la que sintió al ver quién se encontraba entrenando. Era la mismísima Erica, enfundada en un traje blanco que a Noldo le pareció como de un ángel, sólo le faltaban un par de alas para imaginársela volando. De pronto sintió una fuerte palmada en el hombro: ¡PAF!

―¡Qué tranza mi Nol, ya te vi echando taco de ojo!― dijo Javier, su mejor amigo.

―¡Qué onda Javi!, no sé de qué me hablas bro.― Le dijo Noldo mientras se ríe sonoramente.

―No te hagas, si se te escurre la baba desde lejos, ¡órale, ve a invitarla al concierto de Wolfmother! O qué, ¿vas a ir solo? ¡vas wey!― dijo Javier.

De pronto, un grito lo dejó casi sordo, sacándolo de su trance:

―¡Noldo Martínez!― Era el profe Beto, de deportes. ―Ya me dijeron que vas a entrenar con nosotros. Aquí practicamos karate, un arte marcial que requiere mucha disciplina y concentración. Además ―añadió― me dijeron que dibujas muy bien, así que serás el encargado del cartel de nuestra Olimpiada.

Noldo estaba feliz. Podría dibujar, y practicar artes marciales como el personaje de sus cómics.

Pasadas unas semanas, Noldo se sentía diferente. No sabía qué era exactamente, pero tenía más energía, estaba bastante más atento en clase y se sentía mucho mejor. Había estado entrenando muy duro, y ese día entregarían el resultado del concurso de diseño de cartel para la olimpiada escolar. Al regresar del gimnasio por la tarde después de entrenar, se topó con la mismísima Erica. Aquellas semanas ejercitándose le hacían sentirse mucho mejor, y tomando confianza la saludó:

―¡Hola Erica!― dijo Noldo.

―¡Hola!, ¡muchas felicidades! ―dijo ella.―Noldo estaba desconcertado.

―¿Por qué me felicitas? ―preguntó un poco atónito Noldo.

―¡Pues porque ganaste el concurso de cartel! ¡Está genial! ¡Me encanta el personaje ninja! ―dijo Erica.

―¿Gané el concuerso? ―dijo Noldo que no cabía en sí mismo por la alegría.

―¡Sí! ―respondió ella.

Al instante, sin pensarlo y muy emocionado le preguntó:

―Erica, ¿quieres acompañarme a ver a los Wolfmother?

―¡Si! ―gritó ella, muy emocionada. ―¡amo el rock!– Y sin pensarlo dos veces, le dio un beso en la mejilla y se abrazaron…

Noldo no lo sabía, pero a Erica le gustaba nuestro amigo, quien no daba crédito a lo que le sucedía. En unos meses todo había cambiado y se sentía increíble, ¿qué habría pasado?

Como podemos ver, el personaje principal de nuestra historia pasa por una serie de situaciones que generaron un poderoso cambio en su cuerpo y su mente.

Se nota de inmediato que nuestro amigo experimentó cambios en su estilo de vida, los cuales indujeron a su vez cambios químicos en su persona. Cambió sus hábitos y comenzó a hacer deporte, lo que le proporcionó mayor energía para el cerebro y comenzó a generar naturalmente mensajeros químicos que recompensaban positivamente sus neuronas. Esta recompensa positiva en su mente le dio la confianza extra que necesitaba tanto para abordar a la chica que le gustaba como para participar en el concurso de diseño de cartel que menciona el relato. El deporte y muchas otras actividades inducen estos cambios químicos. Algunas de estas son: el aprendizaje por distintos medios como: la música, los idiomas, las matemáticas, la lectura, la creación artística y científica, y ¡por supuesto, la amistad y el enamoramiento! Todo ello refuerza a su vez la recompensa positiva del cerebro y genera endorfinas, dopamina, serotonina y muchas otras hormonas que nos hacen sentir increíblemente bien.

¿Qué pueden tener en común? Resulta que todas estas actividades generan cambios hormonales en el cerebro. Este comienza a generar mayores cantidades de las llamadas “hormonas de la felicidad” que no son otra cosa que los mensajeros químicos que mencionábamos, los cuales le dan al cerebro una enorme sensación de bienestar y recompensa. Algunos de sus nombres son: dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas. Se producen naturalmente en el cerebro y son las mismas sustancias que aumentan su concentración al ingerir drogas, como la marihuana, la cocaína, la heroína, el crack, etc., con la diferencia de que las drogas ingeridas modifican substancialmente la química del cerebro, confundiéndolo de tal forma que pierde el control sobre la regulación de estas y otras substancias esenciales para el correcto funcionamiento del organismo.

Como mencionamos, estas sustancias las produce naturalmente el cerebro mediante diferentes estímulos, por ejemplo:

El deporte y el ejercicio físico regular: con la práctica de este se generan endorfinas, las cuales son hormonas que reducen el dolor e inducen una sensación de gran bienestar general que permite una mayor eficiencia musculo-esquelética durante la práctica del deporte haciéndote sentir increíble después de un gran partido de fútbol, por ejemplo, y recompensa al cerebro haciéndolo sentir feliz, tranquilo, relajado y reduciendo los niveles de estrés.

También ayudan a generarlas actividades deportivas moderadas o de meditación, como puede ser el yoga y el tai-chi. Las actividades placenteras, de aprendizaje y los logros de objetivos: las actividades que impliquen una recompensa para el cerebro.

Sin embargo hay actividades pueden ser nocivas, como el fumar (que induce el cáncer), el ingerir refrescos y alimentos dulces (el abuso de ellos nos ocasiona problemas de obesidad y diabetes) o el apostar (donde puedes terminar en bancarrota o en la cárcel).

Pero las actividades que hacen sentir recompensado y feliz al cerebro pueden ser también muy benéficas, como por ejemplo: la práctica de buenos hábitos personales de estudio, la obtención de metas a mediano y largo plazo en el deporte, la escuela o el trabajo, la realización de actividades artísticas o culturales como la escucha de música placentera, el tocar un instrumento musical, el dibujar, pintar, leer, asistir al teatro, y ¡por supuesto! convivir con los amigos y personas queridas. Todas éstas actividades positivas disparan dopamina (la hormona que se encarga de que te sientas súper bien después de haber logrado algo que te costó mucho trabajo, o que te da satisfacción por haber realizado un paso hacia alguno de tus objetivos) y serotonina, la que produce una cascada de emociones positivas, de reforzamiento de buenos hábitos, y de gusto al aprender nuevas cosas como por ejemplo el gozo que tienes al aprender algún nuevo idioma, paso de baile o instrumento musical.

El enamoramiento y las relaciones sociales: Cuando está uno enamorado, todo parece color de rosa, es maravilloso y se siente uno ¡en las nubes! como el personaje de nuestra historia. Y también tendemos a recordar a ésa persona especial continuamente, en todas nuestras actividades y desesperarnos si no sabemos nada de ellos en un tiempo. Todas estas sensaciones de gozo son por tener nuestra cabeza “volando alto”, expresión que se usa también cuando alguien está drogado y experimenta algo parecido. Resulta que mientras estamos enamorados, nuestro cerebro dispara con metralleta paquetes químicos de neurotransmisores de placer, dopamina, serotonina, cambia nuestras concentraciones de melatonina (la hormona reguladora del sueño y la vigilia) dejándonos noches enteras sin dormir. Otra hormona muy importante involucrada en el enamoramiento es la oxitocina. La oxitocina es esencial en este proceso, ya que durante la evolución biológica ésta hormona fungía un papel importantísimo a la hora de escoger una pareja saludable, compatible y apta para la formación de un núcleo familiar estable para criar a su descendencia. Si hay fallos en los mecanismos de regulación de oxitocina en el cerebro, podemos tener grandes problemas como autismo o esquizofrenia. En nuestros tiempos modernos, hace que cuando ves a la persona que te gusta se te aceleren como locos los latidos de tu corazón, que te enrojezcas sin control, y que sientas excitación y deseo por la persona amada. Es natural, ya que está directamente involucrada en los procesos de reproducción y deseo sexual, así como en los procesos del alumbramiento de los bebés y el cuidado del padre y la madre.

La buena alimentación y el descanso apropiado: Son fundamentales, no sólo para tener una buena concentración de hormonas de bienestar en el cerebro, sino para tener en general un funcionamiento óptimo de todo nuestro cuerpo y mente. Al adquirir todos los nutrientes necesarios y descansar suficientes horas reducimos las hormonas de estrés y subimos las hormonas del bienestar. Si a esto añadimos todas las actividades anteriores, nos aseguramos el no sólo estar saludables, sino el estar: ¡¡volando de felicidad!!

Diego Miguel Saavedra. Biólogo enamorado del espacio, de la astronáutica y la astrobiología. Me gusta el olor de los libros viejos y nuevos así como el olor de la noche.

Referencias:

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  • Fisher, Helen, (2004). “Why we love: The Nature and Chemistry of Romantic Love”. Owl Books, Henry Holy and Company, LLC. Nueva York, E.U.A.