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Una receta melódica

Una receta melódica

Es indiscutible que en tiempos de crisis las expresiones artísticas surgen como método para aliviar la angustia que sentimos. Ahora que muchos hemos optado por el distanciamiento social ante la amenaza de un nuevo virus, la comunidad artística se ha ido adaptando para compartir sus creaciones mediante servicios de streamming.

En concreto, los músicos han visto en las redes sociales un nuevo escenario para interactuar con su público. Desde Belinda hasta Silvio Rodríguez han utilizado esta forma de ofrecer conciertos para enriquecer un poco nuestro tiempo de confinamiento. Es tal la importancia de la música que gobiernos como el de Argentina y México han creado festivales de música online con diferentes artistas invitados.

Muchos medios se han aventurado a mencionar que esta actividad artística tiene efectos benéficos para nuestro cuerpo. Incluso hay locutores de radio que mencionan de escuchar música estimula nuestro sistema inmune, algo importantísimo si queremos estar preparados ante un posible contagio. Resulta que, efectivamente, según lo que se sabe sobre el sistema inmune, la música puede ayudar a mejorar nuestras defensas, aunque no al nivel extraordinario como se menciona en los medios.

Anatomía del estrés

Aunque se  le considera como un estado negativo, en realidad el estrés es la reacción de un ser vivo (sea una persona o una célula) ante estímulos que puedan alterar su funcionamiento óptimo y eventualmente amenacen su supervivencia. Por lo tanto, el estrés motiva a realizar cambios para adaptarse a esas amenazas del ambiente.

Pensemos por ejemplo lo que sucede cuando llevamos mucho tiempo sin comer. La falta de alimentos es una fuente de estrés, ya que altera el funcionamiento de nuestro cuerpo y si se prolonga mucho, podríamos poner en riesgo nuestra vida. Es entonces cuando nos ponemos de malas, más irritables, nos duele la cabeza y buscamos algún alimento antes de realizar cualquier otra actividad. En este caso el estrés no motiva a aliviar esa necesidad básica. Este es un ejemplo de estrés fisiológico, es decir, tiene que ver con el funcionamiento de los órganos y sistemas del cuerpo.

También existe el estrés psicológico provocado por cómo interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor más que por amenazas a nuestra integridad física. En las sociedades humanas ya no existen depredadores que puedan devorarnos ni tampoco, al menos en la mayoría de los países, sufrimos por la falta de comida. Los estresores de la vida moderna son en su mayoría psicológicos y suelen provocar malestares mucho más prolongados que los que son exclusivamente fisiológicos. Un ejemplo es cuando tenemos un examen importante. Si bien no es un estímulo que amenaza nuestra sobrevivencia, seguirá activando los mecanismos del estrés, los cuales nos harán sentir preocupados y ansiosos, sin embargo esas sensaciones son necesarias para motivarnos a actuar, por ejemplo, para cambiar nuestros hábitos de estudio.

El estrés puede ubicarse en tres etapas: alarma, adaptación y descompensación. Las primeras dos fases son relativamente rápidas. La alarma permite identificar aquello que nos causa el estrés y en la fase de adaptación se realizan cambios para disminuir o eliminar esa fuente de estrés. En esta etapa se liberan en nuestro cuerpo pequeñas dosis de adrenalina y cortisol. Éstas son sustancias químicas que preparan al cuerpo para realizar grandes gastos de energía, ya sea para huir de un depredador, reunir energía para conseguir alimentos o dejar azúcar disponible al cerebro para solucionar un problema complejo. Otro efecto es que moviliza a las células del sistema inmune, en específico, a las células T, las cuales son capaces de moverse por nuestro cuerpo y atacar a virus, bacterias y otros invasores del cuerpo.

Estos pequeños episodios de estrés son benéficos pues ayudan a nuestro sistema a estar preparado para cualquier eventualidad que se nos presente y en caso de que suframos alguna herida o lesión el sistema inmune ya está preparado para entrar en acción. Es como si cada vez que se nos presenta un problema y pasamos por las etapas de alarma y adaptación exitosamente, nuestro cuerpo tuviera una pequeña sesión de entrenamiento.

El problema aparece cuando falla la etapa de adaptación y no hemos sido capaces de evitar los estímulos que nos hacen daño. Es entonces cuando entramos en la etapa de descompensación. El cortisol que antes, en pequeñas dosis y por poco tiempo nos ayudaba, ahora se libera constantemente y en altas concentraciones. Esto tiene un efecto dañino en nuestro sistema inmune pues las células T entran en proceso de muerte celular ante las grandes cantidades de cortisol.

Si el estrés perdura por mucho tiempo y no se maneja de la manera adecuada puede llevar a paralizarnos y a generar síntomas psicosomáticos como náuseas, dolor de cabeza o ronchas en la piel. Además de que al reducir la acción del sistema inmune es más probable ser víctimas de una infección. No es coincidencia que muchos estudiantes sufran de gripa y gastritis en época de exámenes.

Se entra entonces en un círculo vicioso. El estrés continuo induce a que se libere cortisol en exceso, éste baja las defensas de nuestro cuerpo ante nuevas enfermedades y la presencia de una enfermedad es una nueva fuente de estrés.  

La música, el remedio para todo

Todo profesional de la salud que acostumbre atender a pacientes y sus familiares conoce la importancia del bienestar emocional y cómo esto puede afectar el curso de la enfermedad. Esto se debe a que tanto el sistema inmune, responsable de nuestra defensa celular ante las enfermedades, como el sistema nervioso, involucrado entre otras funciones a la regulación de nuestro estado emocional, están en constante comunicación.

La comunicación es posible gracias a que ambos sistemas comparten mucho de su lenguaje químico. Las células del sistema inmune utilizan sustancias químicas llamadas citosinas para, entre otras cosas, guiar el movimiento de las células T e indicar si un tejido del cuerpo debe inflamarse o desinflamarse. Las neuronas también son capaces de recibir y reaccionar ante las citosinas del sistema inmune. Y a la inversa, el sistema nervioso es capaz de intervenir en el funcionamiento del sistema inmune a través de la liberación hormonas mediante el hipotálamo (área del cerebro que regula la temperatura del cuerpo, la sed, el hambre, el estado anímico, entre otras cosas)  y la hipófisis (glándula que controla algunas funciones del cuerpo, entre ellas, la actividad sexual).

Gracias a esta constante comunicación se ha observado un fenómeno curioso que aparece con la música. Cuando oímos una pieza musical que nos gusta en nuestra boca, se libera mayor cantidad de un tipo de anticuerpo, la inmunoglobulina A.

Derivado de las investigaciones científicas se sabe que escuchar música ayuda a generar sensación de bienestar, disminuye la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y libera dopamina y endorfinas en el cerebro, las cuales se relacionan con sensaciones placenteras.

Sin embargo, estas reacciones dependen directamente de nuestro gusto y educación musical. Por ejemplo, un estudiante del conservatorio podría tener una experiencia sumamente placentera al oír el “Bolero” de Ravel, pero no al escuchar reggaetón. Por el contrario, una persona que acostumbre oír reggaetón y lo asocie a momentos agradables le dará un significado diferente a esa canción y producirá en su cuerpo todos esos cambios positivos. Por lo tanto, los efectos de la música no dependen tanto del estilo o del género, si no del significado y las memorias que asociamos con cada canción.

También depende mucho el contexto en el que escuchemos música. Se sabe que escuchar música en vivo aumenta la cantidad de anticuerpos y neurohormonas que se liberan a comparación de si escuchamos Spotify en nuestra sala.

Esto tiene sentido, piensa en la emoción que se siente si escuchas a tu grupo favorito con los audífonos de camino al trabajo, puedes seguir el ritmo mientras caminas, pero debes dividir tu atención entre la canción y tu alrededor. Ahora imagina la misma canción, pero la escuchas en un concierto en vivo. Puedes sentir la emoción que los artistas imprimen en sus instrumentos e incluso sientes los tonos bajos haciendo vibrar tu pecho. Ahora súmalo a la experiencia de compartir esa misma emoción con los cientos de personas que asistieron a ver el mismo concierto. Definitivamente la sensación no es la misma.

¿Arteterapia?

Existe toda una línea de investigación sobre los efectos benéficos de la música, así es como se origina la musicoterapia. Los profesionales que se dedican seriamente a este tipo de terapia aprovechan los efectos positivos de la música y los amplían.

Llevan a las personas a involucrarse de manera diferente con la música para participar activamente en ella. Por ejemplo, incitan a las personas no sólo a escuchar pasivamente, sino a analizar los ritmos y la interpretación de los músicos y cantantes. Se sabe que este tipo de actividades ayudan a mejorar el estado de ánimo y sirve en casos donde existe daño cerebral.

Hay pruebas de que las personas que pierden habilidades del lenguaje derivado de un infarto cerebral pueden, mediante el uso de melodías, compensar algunas habilidades de comunicación. Es importante resaltar que esto no es un trabajo fácil y debe hacerse por un profesional certificado en este tipo de prácticas.

Los efectos placenteros de la música, así como su influencia en el sistema inmune, también han sido observados en otros tipos de actividades, como la pintura, el ejercicio físico, las visitas a museos y muchas otras actividades recreativas. Esto ha dado pie a que muchas personas y empresas ofrezcan servicios terapéuticos basándose en dichas actividades. Aunque la evidencia apunta a que sus efectos van de leves a moderados y sólo funcionan para cierto tipo de enfermedades, los anunciantes suelen exagerar los alcances de los tratamientos que ofrecen. Así es como surgen la aromaterapia para tratar las dolencias del cáncer, el nado con delfines para los niños con déficit de atención y hasta la equinoterapia para las personas con síndrome de Down. Aunque en algunas personas este tipo de actividades tenga efectos positivos tanto en su estado de salud como en su bienestar emocional, están muy lejos de ser consideradas formalmente como terapias.

La razón por la que aparentemente funcionan es que son actividades intrínsecamente placenteras y al sentirnos bien realizándolas, estamos activando todo el mecanismo de endorfinas, cortisol y sistema inmune que describimos anteriormente. El éxito de estas supuestas terapias se debe en parte al ritmo de vida al que estamos acostumbrados, sobre todo en las grandes ciudades. Estamos viviendo en ambientes tan estresantes que cualquier cosa que nos haga sentir bien lo consideramos terapia, aunque no sea así.

Así pues, para tener al sistema inmune activo es importante procurar tanto el bienestar físico como mental y emocional.

Bibliografía

Cruz, G. (2018). “Desestigmatizando la Función del Estrés”. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 21(2), 604–620. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/vol21num2/Vol21No2Art12.pdf

Guzmán, A. (2010). “Mitología y Medicina (II). De Apolo a Asclepio”. Tendencias 21. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.tendencias21.net/clasico/MITOLOGIA-Y-MEDICINA-II-DE-APOLO-A-ASCLEPIO_a49.html

Klinger, J., Herrera, J., Díaz, M., Jhann, A., Ávila, G., & Tobar, C. (2005). “La psiconeuroinmunología en el proceso salud enfermedad”. Colombia Médica, 36, 120–129. https://doi.org/10.2510/colomb.

“La musicalidad del sistema inmune”. (2018) Mi sistema inmune. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.misistemainmune.es/la-musicalidad-del-sistema-inmune/

Autor - Juan José F. Valdiviezo

Egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción

Diseñadora - Lina Lucía Romero Salas

Desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. Ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

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¿Cómo demandar a tu terapeuta?

La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico.

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¿Cómo demandar a tu terapeuta?

¿Cómo demandar a tu terapeuta?

Cuando dimos de alta a Tamara del servicio de psicología, sus padres tuvieron que firmar varios papeles, incluyendo el reporte de evaluación y el reporte de avances que había hecho desde que inició su tratamiento psicológico.

–¿Pero para qué tanto papeleo?- Me dijeron los padres abrumados ya en la tercera ronda de firmas.

–Por si algún día nos quieren demandar, ya nos protegemos.– les contesté en tono de broma.

Sin embargo para ellos no fue ninguna broma, y con una cara de auténtica sorpresa me dijeron:

–¿Es posible demandar a un psicólogo?

Tomando en cuenta el caso de Tamara la reacción de los padres no debió sorprenderme. A los seis años Tamara tenía problemas para socializar, casi no hacía  amigos, le costaba trabajo hablar y era distante con sus padres. Su maestra le dijo a sus padres que tenía autismo y mientras buscaban ayuda tuvieron la mala suerte de caer con un psicólogo dedicado al “coaching de aprendizaje acelerado”, quien con sólo platicar con los padres diagnosticó a Tamara con síndrome de Asperger. Cuando se enteró del diagnóstico, la directora de la primaria tomó la decisión de expulsar a Tamara de la escuela, pues los docentes no estaban capacitados para atender ese tipo de problemas.

–Les daremos los datos de una escuela especializada en este tipo de casos.– Fue el último contacto que tuvieron con esa escuela.

Dos años después la situación de Tamara era cada vez peor. A sus ocho años no sólo no había aprendido a hablar, si no que estaba más irritable y hacía berrinche por todo. Las estrategias de las profesoras de la nueva escuela, que tanto le ayudaban a los niños con autismo y asperger, no hacían efecto en ella.

Cuando la familia llegó a la clínica donde trabajo volvimos a realizarle la evaluación diagnóstica y determinamos que Tamara no tenía ni asperger ni autismo ni nada parecido. Estábamos ante un caso de mala praxis psicológica: el psicólogo que atendió a Tamara hizo un mal diagnóstico. Esto impidió que Tamara recibiera el tratamiento adecuado para su problema y retrasó su desarrollo por dos años. Los padres desesperados confiaron ciegamente en las palabras del supuesto experto, y debido a que en muchos lugares la psicología no se considera una profesión seria, nunca se les ocurrió que su caso podría ir a juicio.

La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico. La profesora de Tamara, por ejemplo, aunque hubiera tenido experiencia en el trato con niños, no es la persona especializada en diagnosticar problemas como el autismo.

Para poder atender a sus pacientes los psicólogos se basan en un código ético, pautas de atención que todo profesional debe de seguir. Dentro de éste código se especifica que: “Los servicios que realiza el psicólogo deben de basarse necesariamente de conocimientos válidos, confiables y sustentados en evidencias científicas” (Sociedad Mexicana de Psicología, 2000). Así que los tratamientos de los psicólogos no se reducen a escuchar y dar buenos consejos, sino que deben ser planeados, estructurados y con evidencia científica detrás. Las constelaciones familiares, flores de Bach, terapias de conversión, programación neurolingüística y sesiones de coaching no son de ninguna manera tratamientos psicológicos ya que no existe estudio alguno que las sustente. Y hasta que no los haya seguirán siendo parte de la medicina alternativa, junto con la homeopatía y los productos milagro. En el caso de Tamara, el psicólogo encargado del diagnóstico faltó a su código ético al utilizar el coaching como instrumento para diagnosticar.

Además no todos los tipos de terapias sirven para todos los padecimientos que puede atender un psicólogo. Por ejemplo un tratamiento cognitivo conductual es útil para personas que consumen drogas, mientras que un enfoque neuropsicológico es mejor para personas con signos de demencia. De entrada, cuando alguien propone una única terapia capaz de curar todos los males, hay que desconfiar. Sería como curar a todo un hospital con paracetamol. Las personas que ofrecen este tipo de terapias suelen crear falsas expectativas, asegurando que cualquier problema que tengamos puede ser curado con sus tratamientos.

Así como Tamara terminó siendo mal diagnosticada por un seguidor del coaching, hay muchos pseudo profesionales que se dedican a lucrar con las expectativas de la gente, y aunque muchas veces el caso no pasa de una estafa de unos cuantos miles de pesos, hay ocasiones en las que las consecuencias pueden ser fatales. Un caso emblemáticos es el de Maribel Candelas, una mujer española que luego de ser diagnosticada con cáncer conoció una terapia llamada bioneuroemoción, creada por Enric Corbera. Según la bioneuroemoción, uno puede cambiar su destino y sus enfermedades a partir de cambiar las emociones negativas, las cuales atraen la mala suerte. Maribel creyó en cada una de las palabras de Corbera y decidió suspender su quimioterapia para tratarse exclusivamente mediante la bioneuroemoción. A finales del 2015 Maribel falleció, y aunque Corbera dijo que había sobrepasado sus expectativas de vida y que sus malestares habían desaparecido, le revocaron su licencia para ejercer la medicina.

Como pacientes es difícil saber si la persona que nos atiende es seria o se trata de un charlatán. Algunos consejos básicos son: asegurarse de que la persona tenga los estudios mínimos para poder dar terapia -que en México son la licenciatura y cédula profesional- , que realice evaluaciones rigurosas y entregue el diagnóstico por escrito, que sea claro en el tipo de tratamiento que usará, en el tiempo que tardarán las mejoras y, por supuesto, que guarde la confidencialidad de los datos y de todo lo que se platique dentro de la terapia.

Después de platicar todo esto, los padres de Tamara me prometieron que buscarían ayuda legal. En México la Comisión Nacional de Ética en Psicología se encarga de recibir denuncias por mala praxis de todos los psicólogos del país. Por otro lado la Cofepris se encarga de vigilar que todos los consultorios y clínicas cumplan con los requerimientos legales, como el buen manejo de expedientes y la certificación de los terapeutas. En caso de algún profesional de la salud mental cometa mala praxis hay lugares a dónde acudir.

Mientras les daba los contactos a los padres, Tamara tocó la puerta, estaba preocupada porque ya habíamos tardado un buen rato platicando. Pidió permiso para pasar y se sentó en las piernas de su mamá. Tamara en realidad tenía un atraso específico de lenguaje, y gracias a la terapia adecuada ya es capaz de comunicarse con las personas, ya no se aísla de los demás, pues ya no le da pena hablar frente a los adultos ni frente a desconocidos y gracias a eso ya regula mejor sus emociones. Lo que para un ojo inexperto era síndrome de asperger, había sido correctamente diagnosticado y tratado.

REFERENCIAS

Estavillo, Joseph. (2018) ¿Cómo saber si vas con un psicólogo o con un impostor?.

Recuperado de https://www.revistamoi.com/cucu/como-identificar-a-un-buen-psicologo/

Martínez, Isidoro. (2015). Fallece seguidora de bioneuroemoción. Recuperado de:

Fallece seguidora de «bioneuroemoción»: Maribel Candelas


Sociedad Mexicana de Psicología. (2000). Código ético del Psicólogo.

Psicología basada en evidencia,(2019) ¿Qué terapias cuentan con evidencia?. Recuperado de:

https://www.facebook.com/psicologiabasadaenevidencia/posts/1898502893588264

Autor - Juan José F. Valdiviezo

Egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción

Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D.

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La modalidad en la música, la importancia de un escalón.

La modalidad en la música, la importancia de un escalón.

Alguna vez te has preguntado cómo le hacen los compositores para que sus canciones suenen tristes, felices, festivas, reverentes, serias o amorosas.

Para encontrar la respuesta tenemos que remontarnos al periodo barroco de la música, por allá del año 1700. Tras la creación de la ópera, los compositores de la época comenzaron a escribir tratados acerca del poder que la música ejercía sobre las pasiones humanas, a estos se les conoce como la teoría de los afectos. Se decía que los patrones rítmicos, la velocidad de las obras, y principalmente los modos, determinaban el afecto que movería en el escucha.

¿Modos? ¿Y esos qué son?

Primero hay que saber que en la actualidad usamos dos: mayor y menor, y que son herederos de los antiguos modos medievales (pero no entraremos en este tema). Podría decirse que un modo es un tipo de escala musical.

Pensemos en el modo como una escalera: tendrá siete peldaños (cada uno representará una nota) y sobre estos subirá y bajará nuestra canción favorita. El tercer escalón será el más importante en esta analogía, ya que a veces medirá menos; entonces, cuando todos midan lo mismo diremos que estamos en un modo mayor y cuando el tercero sea más corto significará que el modo es menor.

¿Aún no queda claro? No te preocupes, es más revelador saber el ¿cómo suena? Que el ¿qué es?, y por fortuna toda la música que tienes en tu playlist está en modo mayor o menor, sólo es cuestión de saber cuál es cuál.

Un ejemplo muy simple del modo mayor lo tenemos en Las mañanitas, la típica canción mexicana que se canta en los cumpleaños. El carácter de esta pieza musical es alegre, luminoso, festivo. Sabiendo esto ya puedes deducir que Un año de Reik, Girls like you de Maroon5, Ahora te puedes marchar de Luis Miguel y el Concierto para piano número 5, Opus 73, de Beethoven, están en modo mayor.

En oposición, si escuchamos el intro de la icónica serie “The X Files” podríamos decir que es triste, misteriosa, apagada, melancólica, eso es porque está en modo menor. Lo mismo pasa con 7 rings de Ariana Grande, Sunflower de la película Spiderman into the spiderverse, El triste de José José y hasta Despacitode Luis Fonsi.

¿Y qué pasaría si invirtiéramos el modo en una canción? Escucha estos dos ejemplos, verás que te sorprendes:

El ejemplo de los “X Files” en modo mayor puede sonarme esperanzador, mientras que para ti, puede seguir sonando triste o nostálgico. No obstante, no podrás negar que está en modo mayor. Es como aquel meme del vestido, unos dirán blanco con dorado y otros negro con azul, pero no negarán que están viendo un vestido.

Esto es porque cada humano tiene experiencias de vida distintas, que detonan su apreciación musical de manera diversa.

Entonces, no sería del todo correcto decir que: “un modo mayor suena feliz y uno menor suena triste”, en realidad, con práctica tu oído podrá hacerle saber a tu cerebro si la canción que escuchas está en uno u otro modo, pero el afecto que la música moverá en ti dependerá de tus propias experiencias.

Ahora que ya sabes diferenciar los modos quiero contarte una breve historia:

La introducción instrumental de una ópera de Mozart llamada “La flauta mágica” (En el argot musical se les conoce como oberturas a las introducciones de las óperas).

Comenzamos en modo mayor, en el oído del espectador el mundo toma forma a través de tres fanfarrias iniciales. Esta presentación transmite un aire pacífico y solemne que poco a poco se va desarrollando, entran nuevos instrumentos sumándose a la armonía, creando una atmósfera en un tiempo lento y reflexivo; repentinamente los violines rompen la calma, juegan rítmicamente con el tema, la densidad sonora comienza a crecer al integrarse los demás instrumentos de cuerda y poco a poco aumenta la intensidad, de pronto se unen los metales y todo es euforia. Por unos instantes todos pasan al modo menor, creando una oposición que se desvanece con la entrada de las maderas, después de estos conflictos todos avanzan juntos hasta disolverse en tres nuevas fanfarrias que anuncian el regreso del modo mayor y un descanso.

Tras un breve silencio y utilizando la misma melodía, el modo menor consume todo, reconocemos la tonada pero algo ha cambiado, se nota misteriosa, desdeñosa. De pronto se convierte en un dueto entre instrumentos de cuerda y madera, sus voces nos llevan hasta la reincorporación de todos los demás participantes, todos tocan fuerte para dar paso a escalas descendentes de flautas y clarinetes que desembocan en la reaparición del tema principal en modo mayor, luminoso, glorioso. Triunfantes sobre la oscuridad marchan entrelazados todos los instrumentos culminando en tres firmes acordes mayores.

En conclusión, los compositores eligen los elementos necesarios para codificar su mensaje de la manera más clara posible: ritmo, letra, velocidad, modo mayor o menor. Nosotros traducimos ese código en emociones y así podemos decir que, no importa si es en los rasgueos de un mariachi, en el acompañamiento orquestal de una romanza rusa o en la furia frenética de una canción de Therion, dentro de cada obra, se encuentra escondido un universo sonoro que arde por llegar al oído del público, contar una historia y como dice la teoría de los afectos: mover al hombre y sus pasiones, a través de la música.

Autor - Jair Arellano 

Cantante e investigador por la Facultad de Música de la UNAM. Se especializa en música mexicana de concierto, ha participado como solista en óperas y como actor en obras de divulgación científica. Le fascinan las ciencias biológicas, el anime y la comida italiana.

Diseñadora - Lina Lucía Romero Salas

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La hidroponía es una técnica de cultivo que no utiliza el suelo para sembrar, ¿has visto cómo las plantas necesitan tierra, agua y sol para poder vivir? Pues lo que hacemos en la hidroponía es quitarles la tierra y hacer que las plantas crezcan solo con ayuda del agua y del sol.

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Trasplantes de conciencia

La computación nos ha enseñado que hay una distinción bastante clara entre el hardware y software. El primero es la parte física y permite interactuar directamente con la máquina, el segundo es “el alma” de la máquina, es decir, el programa que va a manipular la información que se ingrese al sistema. En la ciencia ficción existen múltiples historias de cyborgs y robots que ejemplifican la distinción entre software y hardware. Basta recordar al antagonista de Ghost in the shell (1995), el titiritero, un programa capaz de hackear a otros cyborgs, que se apodera de sus cuerpos y los obligar a realizar todo tipo de crímenes.

Pero la distinción entre software y hardware entra en terrenos fangosos cuando lo informático y lo biológico se unen. En los seres vivos el hardware sería nuestro cuerpo, la parte física que nos permite interactuar con el mundo. Definir cuál sería nuestro software es mucho más complicado.

Todo lo que tienen los seres vivos que no es materia física se le ha llamado alma, consciencia, mente, aura, espíritu, entre otros. Descartes ya había abordado este problema mucho antes de que aparecieran las computadoras. Gracias a sus trabajos nace el dilema filosófico llamado cuerpo-alma, o en términos modernos, cuerpo-mente. Dicho dilema tiene una gran variedad de respuestas y resoluciones. Una de ellas es la de Gilbert Ryle quien dice que dicho problema es una confusión lingüística y que es absurdo hacer la distinción entre mente y cuerpo. Incluso ridiculiza el trabajo de Descartes llamándolo “dogma del fantasma en la máquina” haciendo referencia a que, si Descartes estuviera en lo cierto, todos nosotros en realidad seríamos fantasmas conduciendo una máquina que serían nuestros cuerpos.

El problema mente-cuerpo se ha replanteado gracias a los avances en neurociencias y psicología. Si el objeto de estudio de la psicología es la mente, la forma física de esa mente se encontraría en el cerebro, al punto que muchos ahora le llaman el problema mente-cerebro, reduciendo la máquina de Descartes a nuestro sistema nervioso.

Podemos recordar aquí el mundo futurista de la famosa serie Black Mirror donde la consciencia de una persona puede reducirse a los mapas neuronales dentro del cerebro, al punto que esos mapas pueden replicarse como si fueran programas de computadoras: millones de redes neuronales escaneadas que nos darían consciencia aún cuando el cuerpo físico ya no esté, como en el capítulo “Be right back” de la segunda temporada de ésta serie. En otros capítulos se utilizan copias de la consciencia como trabajadores domésticos, parejas que simulan una relación para encontrar el perfect match; también se utilizan estas copias para trasladar una conciencia de lugar una vez que el cuerpo no es capaz de alojarla, entre otros. En pocas palabras, el objetivo es cumplir necesidades que únicamente nuestra misma consciencia sería capaz de llevar a cabo.

Todos estos son ejemplos hasta ahora de ciencia ficción. No obstante, existe un proyecto médico que pretende ir hasta las últimas consecuencias de este dilema entre la mente y el cuerpo. Me refiero al proyecto HEAVEN/GEMINI, mejor conocido como el proyecto del trasplante de cabeza.

 

Proyecto HEAVEN/GEMINI

El sueño de intercambiar cabezas en seres vivos no es nuevo. El primer intento serio sucedió en los años setenta cuando el equipo del neurocirujano Robert White logró trasplantar la cabeza de un mono. Según sus reportes, lograron que el mono sobreviviera durante 8 días, después de los cuales éste falleció. Aunque no especifica las condiciones en que vivió el mono en ese periodo, el texto publicado en 1970 asegura que con la tecnología del siglo XXI sería posible realizar un trasplante de cabeza exitoso en humanos.

Trasplante de cabeza supuestamente exitoso en 1971

 

Hoy en día, siglo XXI, Sergio Canavero, un neurocirujano italiano, asegura que la tecnología ya está disponible para realizar semejante cirugía. Puesto que se trata de un procedimiento nunca antes realizado, conlleva a muchas limitaciones técnicas, materiales y éticas.

Afortunadamente, Canavero cuenta con un voluntario dispuesto a realizarse un trasplante de cabeza (o más bien de cuerpo). Se trata de Valeri Spiridónov, un ruso de 30 años que padece de atrofia muscular-espinal. Una condición genética que afecta el movimiento del cuerpo. Valeri ha vivido sus treinta años sin mover más que la cabeza y manos. A pesar de que aún no es posible descargar la conciencia de Valeri a una simulación artificial, como en el capítulo “San Junípero” de Black Mirror, lo que sí se puede hacer, según Canavero y su equipo, es conseguirle un nuevo cuerpo.

La principal limitante médica del trasplante es lograr que la cabeza sobreviva sin un cuerpo mientras se completa la cirugía, y, por lo que se cuenta de los ensayos en animales, es una cirugía de alrededor de 70 horas. La solución es menos complicada de lo que se podrían imaginar: enfriar al cerebro a 12°C, en esta temperatura su metabolismo baja hasta llegar al 10%. Según Canavero ésta y otras limitantes han sido superadas en pruebas de laboratorio. Lo que ahora le preocupa más a la comunidad científica son los dilemas éticos que trae consigo esta cirugía.

 

¡¿Qué diría Descartes?!

En los últimos 20 años, gracias el avance de las neurociencias, es fácil reducir la existencia de un ser al funcionamiento del cerebro. No obstante, como ya se mencionó al inicio, la distinción entre mente y cerebro no es tan fácil. Para empezar porque nuestra mente no puede existir sin algo físico que lo sustente, así como el cerebro no puede existir sin un cuerpo.

Además, la existencia de un cerebro tampoco tendría mucho sentido sin órganos que lo alimenten de información, es decir, lo que conocemos como sentidos. Debemos aclarar que no son 5 sino alrededor de 10 sentidos bien definidos hasta ahora, más los que aún no se deciden a definir los científicos.

El sentido que más entraría en conflicto con un trasplante de cabeza es el de la propiocepción. Se refiere al mapeo que hace nuestro cerebro de nuestro propio cuerpo. Los mapas corporales se construyen desde la infancia y van adaptándose a la vez que un individuo va creciendo y madurando. Basta ver a un recién nacido en el momento en que descubre que tiene manos para ver a la propiocepción en plena construcción. Ésta, además, es la base de otras habilidades cognitivas como: la orientación espacial, la construcción de identidad, incluso tiene que ver con el sano desarrollo de la capacidad de poner atención.

Aún no sabemos qué puede pasar con la propiocepción en el caso de un cambio brusco de mapas corporales, como lo sería en el caso de una operación HEAVEN/GEMINI exitosa. Los críticos dicen que este choque entre los mapas corporales del cerebro y el resto del sistema nervioso periférico podría ocasionar psicosis, alucinaciones o alteraciones en la consciencia, tal como sucede con los consumidores de drogas como el LSD o los inhalantes, quienes por momentos alteran su sentido de la propiocepción. Hay que recordar que el cerebro y la consciencia humana no son tan sencillos como las inteligencias artificiales de Ghost in the Shell o de la película Her.

 

El futuro nos está alcanzando

Aunque Canavero afirmaba que el trasplante de cabeza sería posible para 2017, lo único que se logró fue que un ensayo clínico, en diciembre de ese año, para probar la eficacia del procedimiento a nivel del tejido nervioso.

El proyecto HEAVEN/GEMINI desata mucho interés científico, dilemas éticos y, por supuesto, morbo. Los especialistas se dividen entre los escépticos que dicen que Valeri no logrará sobrevivir al procedimiento, y los que creen que es técnicamente posible, quienes además, temen a las repercusiones éticas. Hasta ahora, a pesar de lo que publiquen las páginas de noticias amantes del clickbait, no hay ningún registro de una operación 100% exitosa ni en animales ni humanos. Habrá que esperar a que los planes del doctor Canavero se hagan realidad para saber qué tan acertado estaba Descartes sobre el fantasma y la máquina.

Autor:
Juan José F. Valdiviezo
Es egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción.
Ilustración:

Lina Romero egresada de la Facultad de Ciencias como bióloga; estudió en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM la licenciatura en

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Hechizos de amor, filtros, amarres y pócimas han sido, desde hace siglos, lo más solicitado cuando se trata de corazones en la búsqueda del amor correspondido.

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Apología de la tristeza: la depresión según Pixar

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