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Una receta melódica

Una receta melódica

Es indiscutible que en tiempos de crisis las expresiones artísticas surgen como método para aliviar la angustia que sentimos. Ahora que muchos hemos optado por el distanciamiento social ante la amenaza de un nuevo virus, la comunidad artística se ha ido adaptando para compartir sus creaciones mediante servicios de streamming.

En concreto, los músicos han visto en las redes sociales un nuevo escenario para interactuar con su público. Desde Belinda hasta Silvio Rodríguez han utilizado esta forma de ofrecer conciertos para enriquecer un poco nuestro tiempo de confinamiento. Es tal la importancia de la música que gobiernos como el de Argentina y México han creado festivales de música online con diferentes artistas invitados.

Muchos medios se han aventurado a mencionar que esta actividad artística tiene efectos benéficos para nuestro cuerpo. Incluso hay locutores de radio que mencionan de escuchar música estimula nuestro sistema inmune, algo importantísimo si queremos estar preparados ante un posible contagio. Resulta que, efectivamente, según lo que se sabe sobre el sistema inmune, la música puede ayudar a mejorar nuestras defensas, aunque no al nivel extraordinario como se menciona en los medios.

Anatomía del estrés

Aunque se  le considera como un estado negativo, en realidad el estrés es la reacción de un ser vivo (sea una persona o una célula) ante estímulos que puedan alterar su funcionamiento óptimo y eventualmente amenacen su supervivencia. Por lo tanto, el estrés motiva a realizar cambios para adaptarse a esas amenazas del ambiente.

Pensemos por ejemplo lo que sucede cuando llevamos mucho tiempo sin comer. La falta de alimentos es una fuente de estrés, ya que altera el funcionamiento de nuestro cuerpo y si se prolonga mucho, podríamos poner en riesgo nuestra vida. Es entonces cuando nos ponemos de malas, más irritables, nos duele la cabeza y buscamos algún alimento antes de realizar cualquier otra actividad. En este caso el estrés no motiva a aliviar esa necesidad básica. Este es un ejemplo de estrés fisiológico, es decir, tiene que ver con el funcionamiento de los órganos y sistemas del cuerpo.

También existe el estrés psicológico provocado por cómo interpretamos lo que sucede a nuestro alrededor más que por amenazas a nuestra integridad física. En las sociedades humanas ya no existen depredadores que puedan devorarnos ni tampoco, al menos en la mayoría de los países, sufrimos por la falta de comida. Los estresores de la vida moderna son en su mayoría psicológicos y suelen provocar malestares mucho más prolongados que los que son exclusivamente fisiológicos. Un ejemplo es cuando tenemos un examen importante. Si bien no es un estímulo que amenaza nuestra sobrevivencia, seguirá activando los mecanismos del estrés, los cuales nos harán sentir preocupados y ansiosos, sin embargo esas sensaciones son necesarias para motivarnos a actuar, por ejemplo, para cambiar nuestros hábitos de estudio.

El estrés puede ubicarse en tres etapas: alarma, adaptación y descompensación. Las primeras dos fases son relativamente rápidas. La alarma permite identificar aquello que nos causa el estrés y en la fase de adaptación se realizan cambios para disminuir o eliminar esa fuente de estrés. En esta etapa se liberan en nuestro cuerpo pequeñas dosis de adrenalina y cortisol. Éstas son sustancias químicas que preparan al cuerpo para realizar grandes gastos de energía, ya sea para huir de un depredador, reunir energía para conseguir alimentos o dejar azúcar disponible al cerebro para solucionar un problema complejo. Otro efecto es que moviliza a las células del sistema inmune, en específico, a las células T, las cuales son capaces de moverse por nuestro cuerpo y atacar a virus, bacterias y otros invasores del cuerpo.

Estos pequeños episodios de estrés son benéficos pues ayudan a nuestro sistema a estar preparado para cualquier eventualidad que se nos presente y en caso de que suframos alguna herida o lesión el sistema inmune ya está preparado para entrar en acción. Es como si cada vez que se nos presenta un problema y pasamos por las etapas de alarma y adaptación exitosamente, nuestro cuerpo tuviera una pequeña sesión de entrenamiento.

El problema aparece cuando falla la etapa de adaptación y no hemos sido capaces de evitar los estímulos que nos hacen daño. Es entonces cuando entramos en la etapa de descompensación. El cortisol que antes, en pequeñas dosis y por poco tiempo nos ayudaba, ahora se libera constantemente y en altas concentraciones. Esto tiene un efecto dañino en nuestro sistema inmune pues las células T entran en proceso de muerte celular ante las grandes cantidades de cortisol.

Si el estrés perdura por mucho tiempo y no se maneja de la manera adecuada puede llevar a paralizarnos y a generar síntomas psicosomáticos como náuseas, dolor de cabeza o ronchas en la piel. Además de que al reducir la acción del sistema inmune es más probable ser víctimas de una infección. No es coincidencia que muchos estudiantes sufran de gripa y gastritis en época de exámenes.

Se entra entonces en un círculo vicioso. El estrés continuo induce a que se libere cortisol en exceso, éste baja las defensas de nuestro cuerpo ante nuevas enfermedades y la presencia de una enfermedad es una nueva fuente de estrés.  

La música, el remedio para todo

Todo profesional de la salud que acostumbre atender a pacientes y sus familiares conoce la importancia del bienestar emocional y cómo esto puede afectar el curso de la enfermedad. Esto se debe a que tanto el sistema inmune, responsable de nuestra defensa celular ante las enfermedades, como el sistema nervioso, involucrado entre otras funciones a la regulación de nuestro estado emocional, están en constante comunicación.

La comunicación es posible gracias a que ambos sistemas comparten mucho de su lenguaje químico. Las células del sistema inmune utilizan sustancias químicas llamadas citosinas para, entre otras cosas, guiar el movimiento de las células T e indicar si un tejido del cuerpo debe inflamarse o desinflamarse. Las neuronas también son capaces de recibir y reaccionar ante las citosinas del sistema inmune. Y a la inversa, el sistema nervioso es capaz de intervenir en el funcionamiento del sistema inmune a través de la liberación hormonas mediante el hipotálamo (área del cerebro que regula la temperatura del cuerpo, la sed, el hambre, el estado anímico, entre otras cosas)  y la hipófisis (glándula que controla algunas funciones del cuerpo, entre ellas, la actividad sexual).

Gracias a esta constante comunicación se ha observado un fenómeno curioso que aparece con la música. Cuando oímos una pieza musical que nos gusta en nuestra boca, se libera mayor cantidad de un tipo de anticuerpo, la inmunoglobulina A.

Derivado de las investigaciones científicas se sabe que escuchar música ayuda a generar sensación de bienestar, disminuye la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y libera dopamina y endorfinas en el cerebro, las cuales se relacionan con sensaciones placenteras.

Sin embargo, estas reacciones dependen directamente de nuestro gusto y educación musical. Por ejemplo, un estudiante del conservatorio podría tener una experiencia sumamente placentera al oír el “Bolero” de Ravel, pero no al escuchar reggaetón. Por el contrario, una persona que acostumbre oír reggaetón y lo asocie a momentos agradables le dará un significado diferente a esa canción y producirá en su cuerpo todos esos cambios positivos. Por lo tanto, los efectos de la música no dependen tanto del estilo o del género, si no del significado y las memorias que asociamos con cada canción.

También depende mucho el contexto en el que escuchemos música. Se sabe que escuchar música en vivo aumenta la cantidad de anticuerpos y neurohormonas que se liberan a comparación de si escuchamos Spotify en nuestra sala.

Esto tiene sentido, piensa en la emoción que se siente si escuchas a tu grupo favorito con los audífonos de camino al trabajo, puedes seguir el ritmo mientras caminas, pero debes dividir tu atención entre la canción y tu alrededor. Ahora imagina la misma canción, pero la escuchas en un concierto en vivo. Puedes sentir la emoción que los artistas imprimen en sus instrumentos e incluso sientes los tonos bajos haciendo vibrar tu pecho. Ahora súmalo a la experiencia de compartir esa misma emoción con los cientos de personas que asistieron a ver el mismo concierto. Definitivamente la sensación no es la misma.

¿Arteterapia?

Existe toda una línea de investigación sobre los efectos benéficos de la música, así es como se origina la musicoterapia. Los profesionales que se dedican seriamente a este tipo de terapia aprovechan los efectos positivos de la música y los amplían.

Llevan a las personas a involucrarse de manera diferente con la música para participar activamente en ella. Por ejemplo, incitan a las personas no sólo a escuchar pasivamente, sino a analizar los ritmos y la interpretación de los músicos y cantantes. Se sabe que este tipo de actividades ayudan a mejorar el estado de ánimo y sirve en casos donde existe daño cerebral.

Hay pruebas de que las personas que pierden habilidades del lenguaje derivado de un infarto cerebral pueden, mediante el uso de melodías, compensar algunas habilidades de comunicación. Es importante resaltar que esto no es un trabajo fácil y debe hacerse por un profesional certificado en este tipo de prácticas.

Los efectos placenteros de la música, así como su influencia en el sistema inmune, también han sido observados en otros tipos de actividades, como la pintura, el ejercicio físico, las visitas a museos y muchas otras actividades recreativas. Esto ha dado pie a que muchas personas y empresas ofrezcan servicios terapéuticos basándose en dichas actividades. Aunque la evidencia apunta a que sus efectos van de leves a moderados y sólo funcionan para cierto tipo de enfermedades, los anunciantes suelen exagerar los alcances de los tratamientos que ofrecen. Así es como surgen la aromaterapia para tratar las dolencias del cáncer, el nado con delfines para los niños con déficit de atención y hasta la equinoterapia para las personas con síndrome de Down. Aunque en algunas personas este tipo de actividades tenga efectos positivos tanto en su estado de salud como en su bienestar emocional, están muy lejos de ser consideradas formalmente como terapias.

La razón por la que aparentemente funcionan es que son actividades intrínsecamente placenteras y al sentirnos bien realizándolas, estamos activando todo el mecanismo de endorfinas, cortisol y sistema inmune que describimos anteriormente. El éxito de estas supuestas terapias se debe en parte al ritmo de vida al que estamos acostumbrados, sobre todo en las grandes ciudades. Estamos viviendo en ambientes tan estresantes que cualquier cosa que nos haga sentir bien lo consideramos terapia, aunque no sea así.

Así pues, para tener al sistema inmune activo es importante procurar tanto el bienestar físico como mental y emocional.

Bibliografía

Cruz, G. (2018). “Desestigmatizando la Función del Estrés”. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 21(2), 604–620. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/vol21num2/Vol21No2Art12.pdf

Guzmán, A. (2010). “Mitología y Medicina (II). De Apolo a Asclepio”. Tendencias 21. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.tendencias21.net/clasico/MITOLOGIA-Y-MEDICINA-II-DE-APOLO-A-ASCLEPIO_a49.html

Klinger, J., Herrera, J., Díaz, M., Jhann, A., Ávila, G., & Tobar, C. (2005). “La psiconeuroinmunología en el proceso salud enfermedad”. Colombia Médica, 36, 120–129. https://doi.org/10.2510/colomb.

“La musicalidad del sistema inmune”. (2018) Mi sistema inmune. Recuperado el 20 de Abril 2020 de https://www.misistemainmune.es/la-musicalidad-del-sistema-inmune/

Autor - Juan José F. Valdiviezo

Egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción

Diseñadora - Lina Lucía Romero Salas

Desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. Ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

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La modalidad en la música, la importancia de un escalón.

La modalidad en la música, la importancia de un escalón.

Alguna vez te has preguntado cómo le hacen los compositores para que sus canciones suenen tristes, felices, festivas, reverentes, serias o amorosas.

Para encontrar la respuesta tenemos que remontarnos al periodo barroco de la música, por allá del año 1700. Tras la creación de la ópera, los compositores de la época comenzaron a escribir tratados acerca del poder que la música ejercía sobre las pasiones humanas, a estos se les conoce como la teoría de los afectos. Se decía que los patrones rítmicos, la velocidad de las obras, y principalmente los modos, determinaban el afecto que movería en el escucha.

¿Modos? ¿Y esos qué son?

Primero hay que saber que en la actualidad usamos dos: mayor y menor, y que son herederos de los antiguos modos medievales (pero no entraremos en este tema). Podría decirse que un modo es un tipo de escala musical.

Pensemos en el modo como una escalera: tendrá siete peldaños (cada uno representará una nota) y sobre estos subirá y bajará nuestra canción favorita. El tercer escalón será el más importante en esta analogía, ya que a veces medirá menos; entonces, cuando todos midan lo mismo diremos que estamos en un modo mayor y cuando el tercero sea más corto significará que el modo es menor.

¿Aún no queda claro? No te preocupes, es más revelador saber el ¿cómo suena? Que el ¿qué es?, y por fortuna toda la música que tienes en tu playlist está en modo mayor o menor, sólo es cuestión de saber cuál es cuál.

Un ejemplo muy simple del modo mayor lo tenemos en Las mañanitas, la típica canción mexicana que se canta en los cumpleaños. El carácter de esta pieza musical es alegre, luminoso, festivo. Sabiendo esto ya puedes deducir que Un año de Reik, Girls like you de Maroon5, Ahora te puedes marchar de Luis Miguel y el Concierto para piano número 5, Opus 73, de Beethoven, están en modo mayor.

En oposición, si escuchamos el intro de la icónica serie “The X Files” podríamos decir que es triste, misteriosa, apagada, melancólica, eso es porque está en modo menor. Lo mismo pasa con 7 rings de Ariana Grande, Sunflower de la película Spiderman into the spiderverse, El triste de José José y hasta Despacitode Luis Fonsi.

¿Y qué pasaría si invirtiéramos el modo en una canción? Escucha estos dos ejemplos, verás que te sorprendes:

El ejemplo de los “X Files” en modo mayor puede sonarme esperanzador, mientras que para ti, puede seguir sonando triste o nostálgico. No obstante, no podrás negar que está en modo mayor. Es como aquel meme del vestido, unos dirán blanco con dorado y otros negro con azul, pero no negarán que están viendo un vestido.

Esto es porque cada humano tiene experiencias de vida distintas, que detonan su apreciación musical de manera diversa.

Entonces, no sería del todo correcto decir que: “un modo mayor suena feliz y uno menor suena triste”, en realidad, con práctica tu oído podrá hacerle saber a tu cerebro si la canción que escuchas está en uno u otro modo, pero el afecto que la música moverá en ti dependerá de tus propias experiencias.

Ahora que ya sabes diferenciar los modos quiero contarte una breve historia:

La introducción instrumental de una ópera de Mozart llamada “La flauta mágica” (En el argot musical se les conoce como oberturas a las introducciones de las óperas).

Comenzamos en modo mayor, en el oído del espectador el mundo toma forma a través de tres fanfarrias iniciales. Esta presentación transmite un aire pacífico y solemne que poco a poco se va desarrollando, entran nuevos instrumentos sumándose a la armonía, creando una atmósfera en un tiempo lento y reflexivo; repentinamente los violines rompen la calma, juegan rítmicamente con el tema, la densidad sonora comienza a crecer al integrarse los demás instrumentos de cuerda y poco a poco aumenta la intensidad, de pronto se unen los metales y todo es euforia. Por unos instantes todos pasan al modo menor, creando una oposición que se desvanece con la entrada de las maderas, después de estos conflictos todos avanzan juntos hasta disolverse en tres nuevas fanfarrias que anuncian el regreso del modo mayor y un descanso.

Tras un breve silencio y utilizando la misma melodía, el modo menor consume todo, reconocemos la tonada pero algo ha cambiado, se nota misteriosa, desdeñosa. De pronto se convierte en un dueto entre instrumentos de cuerda y madera, sus voces nos llevan hasta la reincorporación de todos los demás participantes, todos tocan fuerte para dar paso a escalas descendentes de flautas y clarinetes que desembocan en la reaparición del tema principal en modo mayor, luminoso, glorioso. Triunfantes sobre la oscuridad marchan entrelazados todos los instrumentos culminando en tres firmes acordes mayores.

En conclusión, los compositores eligen los elementos necesarios para codificar su mensaje de la manera más clara posible: ritmo, letra, velocidad, modo mayor o menor. Nosotros traducimos ese código en emociones y así podemos decir que, no importa si es en los rasgueos de un mariachi, en el acompañamiento orquestal de una romanza rusa o en la furia frenética de una canción de Therion, dentro de cada obra, se encuentra escondido un universo sonoro que arde por llegar al oído del público, contar una historia y como dice la teoría de los afectos: mover al hombre y sus pasiones, a través de la música.

Autor - Jair Arellano 

Cantante e investigador por la Facultad de Música de la UNAM. Se especializa en música mexicana de concierto, ha participado como solista en óperas y como actor en obras de divulgación científica. Le fascinan las ciencias biológicas, el anime y la comida italiana.

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LE HAN ROBADO EL CORAZÓN

LE HAN ROBADO EL CORAZÓN

Después de comer el señor Quiroga se iba a su bar favorito, se había acostumbrado a visitarlo por un pan especial que vendían y por lo cerca que quedaba de su casa. Solo tenía que caminar un par de calles y meterse a un callejón un poco escondido que desembocaba en la puerta del bar. Bajo el rotulo neón, en el que se leía el nombre del local, tenía que forzar la puerta de madera que, hinchada por las lluvias acumuladas, mostraba destellos de un color verde con la madera podrida. El ejercicio de entrar representaba para el señor Quiroga un esfuerzo mayor que para cualquier otra persona, el solo hecho de hacerlo lo cansaba y tenía que sentarse en un banco cerca de la entrada antes de acercarse a la barra.

—Debería cambiar esa puerta Martín, me tengo que pelear con ella siempre que quiero entrar. 

—Ya sé, discúlpeme, las cosas no van bien con las ventas, me subieron los precios de algunos productos y tuve que posponer un par de reparaciones que tenía planeadas. Incluso llegué a considerar que Noelia dejara de tomar las sesiones con usted, pero a ella le sirven mucho y le ha tomado cariño también. 

—Ya le había dicho que no hay problema por los pagos de las clases, usted sabe que lo hago más por tener una ocupación que por el dinero, además, me gusta venir aquí en las tardes y platicar con usted, a mí ya me toca estar solo en casa, tampoco me van bien las cosas en realidad, pero estar aquí me distrae de estar encerrado pensando en mi mujer todo el tiempo… Pero, no le quito más el tiempo, si quiere llame a su hija y empezamos a estudiar, me dijo que tenía un examen el viernes y quería repasar unas cosas. 

—No se apure, acabamos de llegar de la escuela, subió un momento a su cuarto, me dijo que quería enseñarle algo antes de que empezaran. Pero venga, siéntese aquí en la barra. Ya sabe cómo es ella, conociéndola, seguramente se encontró con algo que llamó su atención y le va a tomar un tiempo recordar que debe bajar a la clase. ¿Le sirvo lo de siempre?

—Sí, y deme uno de esos sangüichitos que tiene allá atrás, ¿están buenos?

—Son buenos, los hago yo mismo; puedo meterlo al horno para que le sepa mejor. 

Era un pequeño bar de familia, había sobrevivido al crecimiento de la ciudad y se encontraba casi consumido por edificios departamentales y oficinas de tiempo completo. El barrio donde se ubicaba no era peligroso y conservaba un par de reliquias raras en estos días; aún se podía encontrar uno con caras conocidas en la calle, saludarse con un “buen día” y ser correspondido. 

El bar lo había iniciado el padre de Martín, que trabajó como ingeniero en sistemas por más de treinta años y cuando tuvo oportunidad de conseguir el local no lo pensó mucho. Junto a su esposa manejaban el negocio. Se abría temprano para servir el desayuno, que siempre incluía un café americano cargado. Por la tarde se servía comida corrida y en las noches se tomaban cervezas o malteadas. 

Desde niño, Martín ayudaba en lo que podía en el local. Iba a la escuela en las mañanas y por las tardes ayudaba a limpiar las mesas o servir la comida. Al principio lo hacía de manera esporádica, cuando no tenía mucha tarea, pero cuando iba en la preparatoria comenzó a hacerlo de manera permanente. Tomó esta decisión por dos razones, en principio no le interesaba mucho continuar con una carrera universitaria, no se le dio mucho eso de estudiar; pero también quería que sus papás descansaran, que ya vivieran tranquilos después de una vida de trabajo.

—Y, ¿cómo están tus papás?, me parece que la última vez que los vi fue antes de año nuevo. 

—Están bien, gracias, ayer hablé con ellos. Es gracioso porque siempre que les llamo insisten en que les envíe a Noe con ellos unos días; que diga en la escuela que está enferma y que se las mande de vacaciones. Creo que la consienten demasiado, esos dos,  o a lo mejor se sienten algo solos, no lo sé. 

Los papás de Martín regresaron al pueblo donde habían nacido, tenían una pequeña casa ahí y les gustaba porque era tranquilo y estaba cerca de la playa. Al pasar el local a manos de Martín, tomó la ayuda de un amigo de la familia para que lo apoyara en la cocina y él se encargó de las tareas del tipo administrativas, ver que no hiciera falta nada en el lugar, de mantenerlo en las mejores condiciones posibles y hacer los pagos. Con su amigo cocinando, el sabor de la comida sí cambió un poco. Algunos clientes habituales lo resintieron pero otros más no, incluso se ganaron algunos nuevos comensales.  

Fue por esas fechas que el señor Quiroga empezó a frecuentar el local, iba por las mañanas a tomar un café y se quedaba ahí un par de horas leyendo o escribiendo en un cuaderno pequeño de aspecto usado, en la tapa se podía leer su nombre escrito en cursivas. 

Martín, cuando apenas lo conocía, creía que era un señor que vivía de la asistencia pública, por su aspecto. Casi siempre vestía con un saco de algodón descolorido y un pantalón de pana color vino que le quedaba un poco largo. Tenía una apariencia despreocupada y sin mucha ostentación; a veces llevaba sombrero, pero la mayoría de las ocasiones  mostraba una cabellera despeinada y con bastantes canas. Ya con el trato del día a día, Martín se enteró que había sido profesor de música en una universidad y que había estudiado filosofía durante su juventud. 

—¡Hola señor Quiroga!, mire el dibujo que acabo de hacer.

En la hoja que Noelia sostenía se podía ver el dibujo de un arcoíris. 

—Me tardé en hacerlo, es que quería dibujar un arcoíris, por una historia que nos contó la maestra Clara. Y primero no encontraba mi estuche de colores, después, no me acordaba de cuales colores usar. Y pues solo me acordé del rojo, azul, verde y amarillo. Mire, también dibujé un mar y una montaña y al Sol, es que en la historia también había todas esas cosas. También nos puse a mi papá y a mí, ¿ya vio?

— Sí, te quedó muy bonito, veo que en el dibujo sonríes, ¿pero por qué al sol lo pusiste triste?

—Está triste porque la historia que me contaron es una historia triste, ¿quiere oírla?

—Noelia, el señor Quiroga vino aquí a estudiar contigo y quizá no pueda quedarse tanto tiempo. 

—Pero es una historia bonita, bueno es triste pero también bonita, es una leyenda, que quiere decir que es una historia que no pasó pero que las personas inventaron para explicar el arcoíris. 

—No se preocupe Martín, vamos adelantados en el estudio y Noe es bastante inteligente, seguro le va bien mañana en el examen. De todos modos, me puedo quedar un par de horas más, no estoy ocupado el día de hoy. Cuéntanosla, Noe, por favor. 

—No me acuerdo muy bien, pero la maestra me dio esta hoja con la historia. Bueno, esta historia comienza en un mundo donde hay dos dioses: el dios de la luz y el dios de la oscuridad. El de la luz se llamaba Tupá, era bueno y vivía en el cielo, el otro era malo, se llamaba Anhangá y vivía en el inframundo. Estos dioses gobernaban sobre las personas, y entre todas esas personas una vez existió una joven que era muy bonita, se llamaba Iasá. Era tan pero tan bonita que el dios de la luz se enamoró de ella, a ella también le gustaba él y los dos se enamoraron. Después de un tiempo, el dios del inframundo que también estaba enamorado de Iasá, quiso separarlos para poder casarse con ella. Entonces, un día subió a ver a los padres de Iasá y les prometió que les iba a dar riquezas, comida y bebida por toda su vida si obligaban a su hija a casarse con él. Ellos aceptaron, porque querían ser ricos, y obligaron a su hija a que se casara con Anhangá. Ella, muy triste, aceptó pero puso una condición: que antes de casarse, la dejaran ver a Tupá por última vez. El dios del inframundo le dijo que sí, pero que para ir a verlo tenía que hacerse una herida en el brazo para dejar un camino de sangre, así él podría seguirla y estar seguro de que ella no se escapara.  Ella aceptó. Se hirió el brazo y empezó a caminar hacía Tupá, que vivía en el cielo y mientras caminaba iba dejando un camino de color rojo. Tupá quiso desorientar a Anhangá y le pidió a los dioses del cielo, del sol y del mar que acompañaran a Iasá en su trayecto, que mezclaran sus colores con el rojo de Iasá para que el dios del inframundo viera más colores, no solo el rojo de ella, querían que también viera el amarillo del sol, el azul del cielo y el azul fuerte del mar. Su plan sí dio resultado y lograron confundir a Anhangá pero ella se debilitaba a cada paso que daba y no logró llegar con Tupá.

Iasá cayó en la playa y mientras caía, su sangre se mezcló con los demás colores, y con el verde de la tierra también. Esto hizo que se formara un camino de colores que ahora conocemos como arcoíris, y que ahora está ahí para recordarnos siempre el camino de Iasá hacia Tupá [1]

Me gustó mucho la historia, les dije que era triste, pero también es feliz porque los arcoíris son muy bonitos.  

—Sí son muy bonitos Noelia, ¿te acuerdas que las vacaciones pasadas vimos uno en la carretera, cuando fuimos a visitar a tus abuelos?

—Sí me acuerdo. Pero si la historia de Iasá es una leyenda, entonces ¿cómo se forman esos colores en el cielo, papá?

—Mejor que nos ayude el señor Quiroga en esto hija, yo tampoco lo tengo muy claro, en realidad. 

—Bueno yo tampoco sé mucho sobre ellos, pero sé que los arcoíris se forman por la interacción de la luz del sol con las gotas de agua en la atmósfera. Por eso es más común verlos cuando llueve. Mira, a luz que viene del sol se le llama luz blanca, se le llama así porque está formada por todos los colores y la combinación de todos ellos da como resultado el blanco; y cuando esta luz pasa por la gota, la gota sirve de filtro y solo deja pasar algunos colores y otros no. 

—¿Un filtro, como el que papá usa en la cocina?

—No exactamente, pero es algo parecido; el filtro que usan en la cocina, les ayuda a separar alimentos sólidos de líquidos. Las gotas en cambio, sirven para desviar el camino que lleva la luz. Mira, la luz sale del sol derechita y así entra en la gota, pero cuando la atraviesa se desvía, sale hacia otra dirección. Esta luz que sale, ya tiene color porque sale diferente al interactuar con la gota, tan distinta que ya la podemos ver con siete colores diferentes. 

—Y, ¿por qué los arcoíris tienen esa forma, de arco?

—Eso ya no tiene que ver por completo con la interacción de la luz con las gotas, también depende del lugar desde donde vemos al arcoíris. La vemos como un arco porque nosotros parados en la tierra no vemos el fenómeno completo, un arcoíris en realidad es un círculo. Si lo viéramos desde un avión, por ejemplo, podríamos verlo completo. En principio, cuando la luz sale de las gotas de agua, lo hace con un ángulo muy definido y es la suma de todos eso rayos de luz en un mismo ángulo lo que hace que se forme un arco. ¿Te acuerdas, que una vez me enseñaste una figura de hilos que hiciste en la escuela Noe?, es algo parecido. 

—Ah sí, en la clase de matemáticas. Una vez me dijeron que llevara una tabla con clavos y también hilos de muchos colores. El profesor no dijo que uniéramos algunos clavos con el hilo, y mientras más hilo ponía se iba formando un círculo. Me gustó mucho, porque hice un círculo con puros hilos derechos. 

—Sí, pasa algo parecido con la luz del sol, solo que en el cielo los hilos son los rayos de luz desviados por las gotas. 

—Pues a mí no me gustó mucho esa clase Noelia, porque me avisaste una noche antes que al día siguiente tenías que llevar esa tabla con clavos a la escuela y no dormí por estar acomodando el material. Por cierto, aun no le he puesto un marco a ese trabajo tuyo, recuérdame hacerlo mañana por favor.

—Pues a mí sí me gustó, y mucho. Esta clase de la maestra Clara también, además llevó una guitarra y nos cantó una canción que contaba la historia de Isasá, ¿puedes prestarme tu celular, papá?, para que la escuchen. La maestra nos dijo que era una canción de una cantante que a ella le gustaba mucho. 

—Bueno, pero después de escucharla a estudiar, eh, que mañana te debe ir bien en el examen. 

—Sí, el señor Quiroga me va a ayudar, además él también la quiere escuchar, ¿verdad?

—Sí, Noe, a ver, ponla para escucharla.  Por las bocinas del bar empezó a oírse una guitarra, seguida por la voz de una mujer que decía:

Tú / eres mi sol / mi corazón / un remolino / y yo quise / caer / en tus brazos / dormir / así…[2]

Martín tuvo que escucharla desde la cocina porque había sonado el teléfono, probablemente algún proveedor que preguntaba a qué hora podía pasar al día siguiente. 

Noelia y el señor Quiroga la escucharon mientras preparaban la mesa de estudio, pusieron cada quien su silla a ambos lados de la mesa de madera, el señor Quiroga sacó un par de libros y un cuaderno de notas. Noelia, mientras acomodaba sus cuadernos, cantaba y sonreía.

Autor - Luis Alberto Hernández Canales

Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Entre sus intereses se encuentran: leer, comer y escuchar música. Piensa que se siente bien estar vivo

Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D

Referencias

[1] Iasá y el origen del arcoíris, leyenda brasileña. 

[2] El origen del arcoíris, canción de Camila Moreno, cantautora chilena

Letra de la canción de Camila Moreno, El origen del arcoiris

… pero es una historia bonita, bueno es triste, pero también bonita, es una leyenda, que quiere decir que es una historia que no pasó, pero que las personas inventaron para explicar el arcoíris.

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La psicología y los tratamientos psicológicos son parte de una rama de las ciencias, las ciencias de la salud. Así como un odontólogo atiende lo relacionado a la salud bucal o el cardiólogo atiende lo relacionado con la salud del corazón, los psicólogos se encargan de atender la salud mental. Y no cualquier persona está capacitada para dar un diagnóstico.

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La hidroponía es una técnica de cultivo que no utiliza el suelo para sembrar, ¿has visto cómo las plantas necesitan tierra, agua y sol para poder vivir? Pues lo que hacemos en la hidroponía es quitarles la tierra y hacer que las plantas crezcan solo con ayuda del agua y del sol.

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Los monos intertextuales

Los monos intertextuales

En mayo de 2012 se proyectó en las salas de cine la película Los vengadores, de Joss Whedon, que enlaza varias películas de superhéroes del universo de Marvel como Iron Man (2008), El increíble Hulk (2008), Iron Man 2 (2010), Thor (2011) y Capitán América: el primer vengador (2011).

En esta película, los vengadores se reúnen por primera vez, reclutados por la agencia de inteligencia, espionaje y antiterrorismo S.H.I.E.L.D., para detener la amenaza que representa Loki, el hermano de Thor, y así evitar la destrucción del planeta tierra. Cuando los vengadores, recién conformados, se encuentran  en la base de S.H.I.E.L.D. para planear como detener a Loki, aparece en escena Nick Fury, director de la agencia de espionaje diciendo:

“El cubo es la fuente de poder de Loki, quiero saber cómo lo usó para transformar a dos de los hombres más brillantes en sus fieles monos voladores”.

A esto, Thor alega que no entiende por qué se hace mención de unos monos voladores, pero el Capitán América responde con la frase “Yo sí entendí la referencia”. Puedes ver aquí la escena completa.

    Esta parte, como casi toda la película, está plagada de situaciones que después se convertirían en memes famosos, pero es este, el del Capitán América, el que resulta en especial interesante porque nos habla de la característica principal de la cultura contemporánea, la existencia de “referencias”, es decir de la relación entre dos o más productos culturales que están relacionados entre sí, y es esta relación el objeto de estudio de la teoría intertextual, desarrollada por el filólogo ruso Mijaíl Bajtín durante el siglo XX.

El problema surge cuando esta relación entre productos culturales no es clara y es lo que la escena en cuestión de Los vengadores también nos ejemplifica.

Cuando Nick Fury menciona a “los monos voladores” se está refiriendo a los monos ayudantes de la bruja malvada del oeste, personajes de la película El Mago de Oz, que se estrenó en 1939. Como se puede ver en la película “Capitán América: El primer vengador”, Steve Rogers quedó congelado durante la Segunda Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1939 y 1945, por lo que tuvo la oportunidad de ver El Mago de Oz, para posteriormente presumirnos que él sí entendió la referencia.

Por esto, es normal que Thor se muestre confundido, si tenemos en cuenta que él no es de este planeta sino de Asgard. El dios del trueno no tiene los conocimientos culturales correctos para entender la referencia al igual que mucha gente que simplemente no había visto El Mago de Oz y tuvo que preguntar en foros y redes sociales para que los demás les compartieran ese pequeño pedacito de información faltante que completa el rompecabezas intertextual.

A propósito de los monos voladores, en el noveno episodio de la quinta temporada de Los Simpson, titulado “La última tentación de Homer”, ese episodio que todos recordamos porque Homero se ve en la difícil situación de dejarse llevar por el deseo hacia su compañera de trabajo Mindy, que en Latinoamérica conocemos como Margo, o serle fiel a su esposa, sucede otro hecho con el que podemos volver a El Mago de Oz.

Los monos voladores de El Mago de Oz                                                     

Los monos voladores del señor Burns

Cuando Margo y Homero se encuentran en el hotel de la Convención Nacional de Energía, a ella se le ocurre llamar a servicio al cuarto. Es entonces cuando una alarma suena en la oficina del avaro señor Burns. Para impedir que sus empleados gasten de más, Burns tiene su propia versión de los monos voladores, cual bruja malvada del oeste, aunque al final estos resultan ser un verdadero fiasco. Puedes también ver la escena acá.

Con todo esto es normal afirmar que ningún producto cultural es original o único porque todos se basan en otras ideas y conceptos a los que hacen alusión, parodian o citan. Cuando se entiende la intertextualidad implícita que existe en todos lados se comienza a entrever poco a poco el gran tejido de actos y obras artísticas que, mediante diversos elementos significativos, crean nuestra cultura y nos conforman como seres humanos.

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Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D.

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SIN POPOTES, SIN EXCUSAS Y SIN DEJARSE VENCER

–Hacía tres meses que no venía a este lugar– me dijo Maité mientras esperábamos mesa.

Era un lugar en el centro de la ciudad de México que se había hecho popular por la música que ponían de jueves a sábado (salsa, chachachá, timba y bolero); acostumbrábamos ir al menos una vez al mes y bailábamos como nos daban a entender las piernas. Casi siempre evitábamos las bebidas alcohólicas y nos limitábamos a tomar agua para durar más tiempo en la pista, procurábamos bailar siempre apartados de las demás parejas y, siendo justos, no creo que lo hiciéramos tan mal.

Diría que ella y yo éramos más amigos que pareja, nos llevábamos bien y podíamos mantener pláticas bastante amenas cuando estábamos juntos, eran conversaciones tranquilas y sin ninguna aspiración intelectual o sin ningún tipo de prejuicios. Podíamos hablar de la serie que nos gustaba, comentar las cosas que nos preocupaban, el qué haríamos de nuestra vida, los problemas que teníamos en la cabeza o simplemente especular sobre si llovería o no.

Por aquellos días me mantenía de pequeños trabajos que me salían de vez en cuando, principalmente me sostenía de dar clases particulares. De manera general, la vida no me estaban saliendo tan bien como esperaba pero ahí iba, como reza el dicho: una de azúcar por dos de sal.

Ella tenía un trabajo de oficina de medio día que no le agradaba mucho pero que le ayudaba a mantenerse; había estudiado música (tocaba la trompeta, especialmente ritmos cubanos) y aún no lograba concretar el proyecto de fusión cubana que estaba llevando con algunos compañeros de escuela.

Ahí la íbamos llevando, un día después del otro, sin dejar que la realidad acabara con nosotros y poniendo el cuerpo en todo lo que hacíamos, sin excusas y sin dejarse vencer.

En una ocasión, mientras daba clase de trigonometría a un grupo de secundaria, una niña levantó la mano, y sin esperar a recibir la palabra dijo:

–Profesor, ¿sabía usted que los humanos estamos acabando con el planeta?

Me quedé un poco sorprendido por su pregunta tan fuera de lugar, aunque, pensándolo bien, no debí extrañarme, desde hacía rato la niña estaba atenta a una revista mientras yo enseñaba el teorema de Pitágoras. Y siguió:

–No es que no me importe el teorema, bueno, un poco sí, porque estoy segura que nunca en la vida lo voy a necesitar, pero es que además yo ya me lo sé.– Y lo empezó a recitar de memoria–. La suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, y ya, es así de fácil y poco importante. Lo que sí es importante es que nuestro planeta se está muriendo, mire.– Desde su lugar levantó la revista que estaba leyendo, en la imagen que mostró se veía un caballito de mar que se sujetaba con su cola un cotonete [1].

No supe que contestar. Apresuré un poco la clase de trigonometría y media hora antes de terminar la sesión le pedí la revista y leí a todo el grupo la noticia con la imagen del hipocampo.

Ese día aprendimos que los humanos tiramos cantidades enormes de basura y una gran parte de ella es plástico que termina en el mar. Conforme pasa el tiempo, el plástico se desintegra, pero desintegrarse no es lo mismo que desaparecer, es algo más parecido a fragmentarse, entonces una bolsa de supermercado que se desintegra es una bolsa de que se convierte en cientos de pequeños trozos de plástico microscópico. Estos trozos diminutos y cualquier otro fragmento de plástico de un tamaño menor a medio centímetro forman el ejército de los microplásticos, un conjunto enorme de plásticos microscópicos que se mueven con las ondas marinas.

Pero la cosa no terminaba en la enorme mancha de microplásticos flotando en el océano, esa masa de microplásticos estaba sirviendo como alimento para los animales marinos. Un alimento que claramente no cumple ninguna función nutricional, llena los estómagos de peces, mamíferos y aves, y evita que sus alimentos reales los nutran, comprometiendo su supervivencia.

Es día al salir de la escuela me había quedado de ver con Maité, teníamos planeado comer juntos en un restaurante cerca de mi casa y después la acompañaría a comprar una nueva boquilla para su instrumento. Durante la comida y mientras caminábamos a la tienda de música, comentamos lo que había leído en clase. Pensamos en todas esas cosas que hacíamos a diario y notamos que todas en mayor o menor medida afectaban nuestro planeta y a los seres vivos que lo habitan. Nos dimos cuenta que sabíamos muy poco sobre el tema y al llegar a casa hicimos una ligera búsqueda en internet.

Leímos que cada año, entre cinco millones y trece millones de toneladas de plástico fluyen hacia el mar, y se ha encontrado el micro plástico presente en al menos ciento catorce especies acuáticas [2]. Vimos también muchas imágenes de animales marinos y aves muertos en las costas o flotando en el mar, la mayoría de ellos con el estómago lleno de basura o envueltos en bolsas o botellas. Encontramos  imágenes de playas llenas de plástico mezclado con la arena; también encontramos la imagen del hipocampo que se sujetaba al cotonete, la misma de la revista que leímos en clase. Junto a la imagen se leía:

Para sortear las corrientes marinas, los caballitos de mar se aferran a hierbas marinas y otros desechos naturales a la deriva. En las aguas contaminadas frente a la costa de las isla indonesia de Sumbawa, este caballito de mar se ha aferrado a un aplicador de algodón” [1]

Sentimos impotencia y culpa, no sabíamos cómo asumir nuestra responsabilidad. Claramente el acto individual de no consumir popotes, o de llevar nuestras propias bolsas al mercado no estaba teniendo el impacto que nosotros creíamos; era obvio que a pesar de que nosotros dejásemos de usar popotes, la industria del popote continuaba haciendo popotes y que los supermercados se seguían llenando de bolsas de plástico. Día con día podíamos comprobar que en los restaurantes y fondas se seguían usando recipientes de unicel y vasos desechables.

El final de ese día nos encontró bastante inquietos, no teníamos sueño. Fue ahí que decidimos salir, ver gente, dejarnos la frustración moviendo el cuerpo. Y así, mientras esperábamos a entrar al local ella me dijo:

–Hacía tres meses que no venía a este lugar, me recuerda mucho a mi hermano mayor y no sé por qué. Quizás sea por su alegría y sus ganas de vivir cada momento.

Yo había tratado al hermano de Maité solo una vez, habíamos ido a verlo jugar un sábado hacía ya más de tres meses, jugaba béisbol en una liga independiente los fines de semana y entre semana pasaba sus días entre libros de cálculo y alumnos de universidad.

Cuando Maité me hablaba de él se notaba que sentía un profundo respeto y un gran cariño:

–Se le va la vida en enseñar, deberías verlo cuando da clases, siempre sonriendo y siempre intentando dar su clase de la mejor manera posible; sus alumnos son todo para él.

Cuando acabó el partido que ganaron gracias a un home run que él logro conectar en la novena entrada, poniendo el marcador final seis a siete, a su favor fuimos a su casa a comer y platicar. Aquel día me di cuenta de su gran convicción, creía firmemente en las causas sociales y siempre estaba dispuesto a ayudar. Parecía que nunca se cansaba, y esa alegría tan única la lograba transmitir a todos.

A pesar de que no recuerdo mucho de todas las cosas que hablamos ese día, aún conservo en la memoria algo que nos dijo al final, casi como anticipando lo que le iría a ocurrir, con la esperanza de que transmitiríamos su mensaje:

«Debemos volver a pisar las calles, debemos soñar un mundo mejor; alzando los puños al aire politizaremos el dolor. Construiremos nuevas realidades siendo partícipes y no solo espectadores» [3]

Unos días después de esa visita no volvimos a saber nada de él, simplemente desapareció o lo desaparecieron.

Desde ese día Maité no volvió a ser la misma, dejo de hacer muchas cosas que le gustaban, hablaba poco y se notaba que cargaba un gran peso en su interior. No encontraba la manera de ayudarla y solo me limitaba a estar ahí, con ella. En una ocasión, a casi un mes después de la desaparición, me dijo:

–Creo que así pasa con las pérdidas, son lo que son y no hay manera de volver el tiempo atrás; él ya no está, pero sigue presente mientras no lo olvidemos. A eso se reduce: a no olvidarlo e ir viviendo un día después de otro.

Así, bailando toda la noche, dejamos las tristezas y preocupaciones en el salón y de alguna manera supimos que nada volvería a ser igual; no podíamos seguir siendo indiferentes a lo que nos rodeaba.

Comprendimos que la solución no se encontraba en el acto individual de no usar popotes, que tampoco está mal hacerlo, pero no era suficiente; el cambio debería venir a partir de una trasformación total de la realidad. Eso implicaría cambiarlo todo y, así como en el baile, en la vida misma había que poner el cuerpo, sin excusas y sin dejarse vencer.

Ilustración: Bill Mayer

 

Referencias bibliográficas:

[1] Fotografía tomada por Justin Hofman. (2018, Junio). Plástico. National Geographic. Vol. 46 Num. 6. Pag. 35

[2]   Parker, L. (2018, Junio). Plástico. National Geographic. Vol. 46 Num. 6. 28-65

[3]   Línea perteneciente a la canción “Cambiarlo todo” de la banda española Riot Propaganda.

 

Autor 

Luis A. Hernàndez Canales. Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Estudiante de Química en la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Diseño

Lina Lucía Romero Salas desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria

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El canto de Black Bolt

En la era cenozoica una raza alienígena llega a la tierra para experimentar con los primeros humanos. Después de modificarlos genéticamente y lograr una evolución acelerada en los objetos de estudio, los seres espaciales abandonan el proyecto dejando a la tribu de los ahora Inhumanos, abandonados pero siendo conscientes de su superioridad evolutiva ante las otras especies del mundo primitivo. Después de construir una ciudad avanzada tecnológicamente, los Inhumanos hacen sus propios experimentos entre los que destaca la manipulación de una sustancia que produce mutaciones y confiere habilidades especiales.

Esta es la historia de los Inhumanos, una raza de súperhumanos que hizo su primera aparición en Marvel Comics, durante la denominada “Era de plata” de la industria del cómic, situada entre 1956 y 1971. En este periodo muchas de las historias estaban basadas en la segunda guerra mundial y las habilidades que adquirían los personajes tenían orígenes científicos o bien, de ciencia ficción, como en el caso de Black Bolt, el gobernantre de los Inhumanos.

Black Bolt hizo su primera aparición en la publicación Fantastic Four #45 de Marvel Comics en diciembre de 1965. Cuando aún era un feto fue expuesto al compuesto conocido como “Nieblas terrígenas”, el cual le otorgó como poder distintivo su voz. Black Bolt nació con la capacidad sobrenatural de aprovechar electrones libres y el centro del habla de su cerebro modificado, esto le dio el poder de provocar una perturbación masiva altamente destructiva mediante la emisión de cualquier sonido, la cual, en forma de onda de choque, es capaz de destruir planetas.

Este “poder” claramente inhumano, ¿podrá tener una contraparte humana a la cuál seamos capaces de acceder y utilizar a voluntad?

El poder de la voz

El canto siempre ha acompañado al ser humano, desde las primitivas invocaciones vocales de los rituales prehistóricos hasta las canciones de moda en la radio.  Cantar es una actividad que surgió y evolucionó a la par de cada grupo humano, sumando características específicas de cada cultura a su estructura, enseñanza e interpretación.

Pero ¿cómo puede compararse cantar la balada pop rock de éxito, con el poder de Black Bolt quien una vez, con su voz, desgarró el tejido de la realidad? Todo es cuestión de proporciones; quizá no podemos destruir una nave espacial con solo ponernos frente a ella y gritar, pero amplificar la resonancia de la voz hablada y cantada es totalmente posible.

El tener una voz más resonante, pero que no destruye nada, suena a un superpoder tan absurdo que sería digno de los Great Lake Avengers lidereados por Chica Ardilla. No obstante, explorar las capacidades de la voz es una experiencia altamente gratificante, que además trae diversos beneficios. El más conocido es cantar profesionalmente.

Pero una voz entrenada también presentará un timbre claro y sonoro al hablar en público, lo que refleja seguridad y veracidad. Podrá enfrentarse a periodos largos de esfuerzo vocal sin presentar cansancio, imaginen no quedar ronco después de la fiesta o el concierto. Reducirá el riesgo de lesiones provocadas por malos hábitos al hablar, hay personas que quedan disfónicos o incluso afónicos después de hablar un rato y dan muestra de lesiones por sobreesfuerzo vocal.

Así que el poder de la voz, podría no ayudar a destruir un planeta, pero sí cambiar la vida de las personas.

La fuente del poder

Pese a que puede parecer muy obvio, la mayoría de las personas no son conscientes de lo que ocurre en sus cuerpos al hablar o cantar. Entonces, lo primero que hay que saber para acceder al nuestro poder de la voz es que existe el “aparato de fonación”, que se encarga de producir la voz y proyectarla al exterior.

Resulta interesante que las estructuras participantes en la producción de la voz, no tienen como función primordial realizar dicha actividad, por ejemplo la respiración es la función principal de los pulmones, el olfato de la nariz o la masticación la de la boca. Pero gracias a la compleja unión de muchos mecanismos, el aparato de fonación logra funcionar como un compresor de aire, hacer vibrar ciertas estructuras con este aire y hacer resonar estas vibraciones para crear sonido.

El fuelle

Es la primera de tres secciones que se pueden diferenciar en nuestro órgano vocal. También llamado “compresor, se puede comparar esta sección con un acordeón: cuando se abren las paredes plegables atrapa el aire del exterior y al cerrarse, expulsa el aire hacia afuera con cierta presión produciendo el sonido.

El fuelle se divide en dos partes, el aparato respiratorio, que se encarga de suministrar el aire necesario para el proceso de fonación, y el mecanismo muscular que se encuentran en el abdomen, entre las costillas y en la espalda baja, que es responsable del famoso appoggio de la voz, una palabra italiana usada popularmente en el argot del canto para describir los mecanismos de tensión muscular que expelen el aire de los pulmones.

El vibrador 

Al escuchar el término “cuerdas vocales” puede venir a nuestra mente la imagen de un violín, una guitarra u otra clase de filamentos, pero las cuerdas vocales no son cuerdas, la realidad es que son dos estructuras compuestas por un músculo, un ligamento y una mucosa que los recubre.

Por medio de movimientos musculares las cuerdas vocales se alejan y se acercan entre sí, bloqueando o dejando pasar el aire proveniente de los pulmones. Cuando las cuerdas se alejan entre sí y el aire pasa entre ellas, se origina una vibración de la mucosa que recubre el ligamento vocal que resulta en un sonido.

Vennard describe la producción del sonido como la vibración resultante de la resistencia ofrecida por el cierre de las cuerdas, ante el aire que es forzado a salir por la acción de los músculos intercostales y abdominales.

Para ejemplificar esta sección podemos recordar aquel juego infantil de inflar un globo y dejar escapar el aire de manera gradual estirando la embocadura. El interior del globo sería los pulmones y los pliegues en el orificio de salida, las cuerdas vocales.

Sin duda uno de los retos más grandes para el control de la voz es nuestra incapacidad para observar lo que sucede dentro del aparato de fonación. Un pianista puede mejorar su técnica de ejecución mediante las correcciones que el maestro hace a su postura o movimientos, incluso, si tiene duda sobre el funcionamiento del instrumento basta con observar en el interior de la caja de resonancia. Pero con la voz, la observación directa no es posible.

Es por eso que la pedagogía vocal desde sus inicios se ha basado en la percepción y manipulación de aquello que no se puede ver mediante lo que se puede sentir o imaginar.

El resonador

La tercera sección del aparato fonador comprende el tracto vocal y su armadura esquelética, resumiendo: nariz, boca, velo del paladar, faringe y huesos del cráneo, que son cavidades donde el aire pueda entrar a resonar.

Black Bolt tiene en la frente una especie de “antena” la cuál en realidad es un diapasón; en música el diapasón es una barra metálica en forma de “U” que al vibrar produce un tono determinado. La función del artefacto que está en la frente del gobernante de los Inhumanos es amplificar la resonancia de su voz y por ende, su poder destructivo.

En nuestro caso a través de una educación profesional de la voz, somos capaces de “dirigir” la vibración de nuestra voz hacia el resonador deseado y amplificar nuestro sonido.

Después de conocer a grandes rasgos los tres pilares de la voz, podemos decir que para activar la máxima resonancia de la voz humana es necesario fomentar un equilibrio entre todos los órganos involucrados en la fonación, esto con ayuda de un profesor de canto o experto en logopedia.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Blackagar Boltagon, mejor conocido como Black Bolt, apenas nació fue encerrado por sus padres en una habitación que inhibía sus poderes, en ese sitio fue criado bajo un entrenamiento altamente riguroso para evitar emitir sonido alguno. Al llegar a la madurez fue liberado y reincorporado a la sociedad inhumana.

Por fortuna nosotros no necesitamos ser encerrados para desarrollar el potencial de nuestra voz; no obstante, conseguir el balance entre todos los mecanismos que participan en la fonación es una tarea larga y compleja que requiere de la ayuda de un profesional en materia de pedagogía vocal, logopedia o foniatría, además de  horas de práctica y paciencia.

 

Autor

Jair Arellano es cantante e investigador por la Facultad de Música de la UNAM. Se especializa en música mexicana de concierto, ha participado como solista en óperas y como actor en obras de divulgación científica. Le fascinan las ciencias biológicas, el anime y la comida italiana.

Diseño

Lina Lucía Romero Salas desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

Bibliografía

Calais-Germain, B. (2013). Fischbach, U. (Trad.). Anatomía para la voz. España: La liebre de marzo.

McKinney, J. (2005). The diagnosis and correction of vocal faults. A manual for teachers of singing and for choir directors. USA: Waveland Press.

Ohanian, P. (2001).  Prehistoria de los armenios. Recuperado de https://books.google.com.mx/books/about/Prehistoria_de_Los_Armenios.html?id=LRrwXSBGUg0C&redir_esc=y

Sundberg, J. (1987). The Science of the Singing Voice. USA: Northern Illinois University Press.

Vennard, W. (1967). Singing, the Mechanism and Technic. Canada: Carl Fisher.

 

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Arte Artículos Destacadas

Gala matemática o las dos obsesiones de Dalí

“Llamo a mi esposa: Gala, Galuchka, Gradiva (porque ha sido mi Gradiva); Oliva, por el óvalo de su rostro y el color de su piel; Oliveta, diminutivo catalán de oliva o aceituna; y sus delirantes derivados: Oliueta, Oriueta, Buribeta, Buriueteta, Suliueta, Solibubuleta, Oliburibuleta, Ciueta, Liueta. También la llamo Lionette, porque ruge cuando se enoja, como el león de la Metro-Goldwyn-Mayer; Ardilla, Tapir, Pequeño Negus porque se parece a un animado animalito selvático; Abeja, porque descubre y me trae todas las esencias que se convierten en la miel de mi pensamiento en la atareada colmena de mi cerebro. Me trajo el raro libro de magia que debía nutrir mi magia, el documento histórico que probaba irrefutablemente mi tesis cuando estaba en proceso de elaboración, la imagen paranoica que mi subconsciente deseaba, la fotografía de una pintura desconocida destinada a revelar un nuevo enigma estético, el consejo que iba a salvar del romanticismo una de mis imágenes demasiado subjetivas. También llamo a Gala Noisette Poilue-Avellana Vellosa (a causa del finísimo vello que cubre la avellana de sus mejillas); y también «campana de piel» (porque lee para mí en voz alta durante las largas sesiones de mi pintura, produciendo un murmullo como de campana de piel, gracias al cual aprendo todas las cosas que, sin ella, no llegaría a saber nunca).”

Esta confesión me la hizo Salvador Dalí hace muchos años. Lo recuerdo sobre todo por sus dos obsesiones: su esposa, Gala, y la ciencia, elementos constantes en su vida que, en el momento en el que los conoció, no los dejó ir y marcaron su arte. Quiero contarles sobre una pintura que mezcla a la perfección esto: Leda Atómica, una pintura que hizo mientras vivía en Nueva York, en 1949.

Imagen 1. Leda atómica (1947)

Desde su juventud, Dalí tuvo una obsesión con las matemáticas, la física, la mecánica cuántica y toda una serie de descubrimientos científicos, y se dedicó a estudiarlos y comprenderlos. Alguna vez también me dijo: “Aunque no sea científico debo confesar que los acontecimientos científicos son los únicos que guían mi imaginación”. Y sí, la ciencia nunca lo dejó, ni él a la ciencia.

Para empezar con un primer ejemplo, se preguntarán ¿por qué “atómica”? La respuesta es relativamente simple: durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se desarrolló en Estados Unidos la bomba atómica. El descubrimiento de la partición atómica fue, aunque con consecuencias terribles, sumamente importante en el campo de la física nuclear. Esto, en su pintura de Leda, Dalí lo tradujo como una serie de elementos fragmentados y en suspensión. ¿Ya vieron que entre ninguno de los elementos que componen la imagen hay contacto? Todo está flotando y entre esos objetos hay algunos referentes matemáticos como la escuadra y la regla.

Imagen 2. Detalle de los objetos en levitación de la zona inferior

La influencia de la ciencia en este cuadro se puede ver desde varios ángulos, pero ahora nos enfocaremos sólo en las matemáticas, y para entender esto debemos irnos muchos años más atrás. En el siglo XV, en Italia, vivió un fraile que dedicó su vida a las matemáticas. Su nombre era Luca Pacioli y estudió algo que seguramente ya han escuchado: la proporción áurea.

Proporción áurea, divina proporción, número divino, razón áurea, phi o φ, son algunos de los nombres que le han dado los hombres a un número muy particular: 1.618033987… Yendo aún más atrás, esta historia empezó alrededor del 400 a. de C. en Grecia, o al menos hasta ahí se ha podido rastrear. Podemos mencionar a Platón (427-347 a.-C) y Euclides (325-265 a.-C) como dos de los personajes más famosos que conocían esta proporción y la estudiaron, aunque el término de proporción áurea o número dorado, surgió formalmente hasta el Renacimiento.

Se define como el número que resulta de la división en dos de una línea, de forma que si dividimos el segmento más grande entre el más pequeño obtendremos el mismo número que si dividimos la línea completa entre el segmento más largo. Esta proporción se suele redondear a 1.618.

 

   

 

 

                  =1.6180339…

 

Imagen 3. Ecuación general de la proporción

Sus aplicaciones iniciaron en el campo de la geometría: la figura más simple en la que se aplica es el triángulo isósceles, ese que tiene dos lados iguales, de ángulos 36º – 72º – 72º. Como vemos en la imagen 4, se puede segmentar y seguir obteniendo la misma relación de ángulos. Si seguimos segmentando cada triángulo en uno más pequeño y unimos algunos puntos por medio de líneas curvas resultará en la construcción de la famosa espiral logarítmica.

Imagen 4. Formación de la espiral áurea a partir de la división del triángulo

La figura mejor conocida es el rectángulo, cuya formación básica se realiza a partir de la lógica de la secuencia de Fibonacci, matemático italiano del siglo XIII quien definió esta sucesión infinita de números. Por definición, los dos primeros componentes de la secuencia de Fibonacci son el 0 y el 1, y cada número subsecuente es calculado a partir de la suma de los dos números que le preceden.

 

1 + 1 = 2

1 + 2 = 3

2 + 3 = 5

3 + 5 = 8

5 + 8 = 13

8 + 13 = 21

13 + 21 = 34

21 + 34 = 55

34 + 55 = 89

55 + 89 = 144

89 + 144 = 233

La relación entre dicha secuencia y phi es que si dividimos el número mayor de la suma entre el menor, conforme avanzamos en la secuencia, este número resultante se va acercando cada vez más a 1.618, de la siguiente manera:

3 ÷ 2 = 1.5

5 ÷ 3 = 1.66

8 ÷ 5 = 1.6

13 ÷ 8 = 1.625

21 ÷ 13 = 1.6154

34 ÷ 21 = 1.619

55 ÷ 34 = 1.6176

89 ÷ 55 = 1.61818

144 ÷ 89 = 1.617977

233 ÷ 144 = 1.618055

Así, siguiendo los número de la secuencia de Fibonacci, se puede construir un rectángulo cuya relación entre largo y ancho vaya de acuerdo a phi y permita también la construcción de la espiral logarítmica que vimos anteriormente.

Imagen 5. Construcción del triángulo a partir de los valores de Fibonacci

Imagen 6. Creación de la espiral logarítmica

Otra figura muy importante es el pentágono. Al trazar sus diagonales se obtiene el pentagrama pitagórico, el cual en su centro repite el pentagrama externo, invertido. Si observamos bien, este pentagrama está formado por cuatro triángulos isósceles con las mismas características que mencionamos anteriormente. Fue tan importante esta figura desde sus inicios que el símbolo de los pitagóricos era un pentagrama.

Imagen 7. Formación del pentágono; el pentagrama está inserto en líneas punteadas

A este pentágono nos enfocaremos ahora. Entre los documentos que me enseñó alguna vez Salvador Dalí, encontré un boceto de la pintura de Leda:

Imagen 8. Boceto de Leda Atómica

Vean cómo la figura de Gala está inmersa en un gran rigor matemático: ella está dentro del pentágono con el pentagrama trazado al interior, delimitando tanto el espacio que ocupa Gala dentro de la composición, como los elementos que la acompañan. Y aquí es donde se mezclan sus dos grandes amores: Gala era su musa, era perfecta para él y en este cuadro representó y exaltó su perfección y admiración por ella al encuadrarla en la perfección matemática de las figuras de la proporción áurea. ¿No les parece una de las demostraciones de admiración y afecto más bellas?

Y así como Dalí realizó la composición de esta obra (y otras más, como El Sacramento de la Última Cena o Semitaza Gigante Volante con Anexo Inexplicable de Cinco Metros de Longitud), muchos otros artistas han realizado sus obras con relación a la proporción áurea, pues se dice que gracias a ésta logran composiciones más armónicas.

Por siglos se ha creído que las obras de arte más bellas fueron aquellas cuyos creadores usaron la proporción áurea para hacerlas y se ha creído encontrarla en un gran número de pinturas, esculturas, piezas musicales, obras arquitectónicas e, incluso más recientemente, fotografías. Se ha dicho que personajes tan importantes como Da Vinci la usaron en obras maestras como la Mona Lisa o El Hombre de Vitruvio, o que Boticelli la usó para llevar a cabo su tan perfecta obra El Nacimiento de Venus. Sin embargo, hay mucha controversia en torno a aquellas obras.

Imagen 9 La Ultima Cena

Imagen 10 Semitaza Gigante Volante con Anexo Inexplicable de Cinco Metros de Longitud

Finalmente, después de conocer un poco más sobre el número áureo y su relación con la pintura, podemos constatar que la relación entre ciencia y arte es necesaria si hablamos de algunos pintores como Dalí, donde la proporción de las formas reside en las matemáticas.

Autor:

Susana Hoyos es egresada de la Escuela Nacional de Conservación Restauración y Museografía, es tallerista y redactora en La Bombilla IluminArte con Ciencia.

Diseño:

Lina Lucía Romero Salas. Nací en la ciudad de México, desde pequeña tuve inquietud por estudiar artes y fue al terminar esa licenciatura cuando decidí realizar una segunda licenciatura en biología porque siempre me ha llamado la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente doy un taller de artes plásticas a niños de primaria.

 

Referencias:

Fundación Dalí (s/f), Biografía de Gala. Recuperado de https://www.salvador-dali.org/es/dali/bio-gala/

Dimensión Dalí (Documental) (2004). Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=23KfoH7dI_c

Bejan, A., (2009), The golden ratio predicted: Vision, cognition and locomotion as a single design in nature. International Journal of Design & Nature and Ecodynamics, vol. 4, nº2, Noviembre 2009, pp. 97-104. Recuperado de https://www.researchgate.net/publication/240977429

Blasco, Fernando (2011), Matemáticas en Dalí. Matematicalia – revista digital de divulgación matemática, 7(4) (diciembre). Recuperado de http://ribf.riken.go.jp/~dang/paintings/fblasco.pdf

Devlin, K, (2012), The Golden ratio & Fibonacci numbers: facts versus fiction. Stanford University. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=4oyyXC5IzEE

Enzmann, R., (2015), The (ab)surd golden ratio, Ted Talks, TEDxMiamiUniversity. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=0vVxL60YFJU

Lopez Ferrado, M., (2006), La obsesión de Salvador Dalí por la ciencia. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, v. 13 (suplemento), pp. 125-131, octubre.

Risi, M. (s/f), Sucedió en el Siglo XX: la bomba atómica. BBC Mundo. Recuperado de http://www.bbc.co.uk/spanish/seriesigloxx04b.shtml

Livio, M. (2008). The Golden Ratio: The Story of PHI, the World’s Most Astonishing Number, Reino Unido: Crown/Archetype Editions.

Markowsky, G., (1992), Misconceptions about the Golden Ratio. The College of Mathematics Journal, 23(1), pp. 2-19. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/2686193

García Cremades, S., (2016), ¿Por qué el número PHI, Φ, es la proporción divina y de oro?. Más Q Parábolas – Blog RTVE. Recuperado de http://blog.rtve.es/masqueparabolas/2016/10/por-qu%C3%A9-el-n%C3%BAmero-phi-%CF%86-es-la-proporci%C3%B3n-divina-y-de-oro.html

 

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Se llama tungsteno, pero le dicen wolframio

Ella nos contó que su única relación con el tungsteno se debía a que durante sus cursos de preparatoria había leído una novela del autor peruano César Vallejo del mismo nombre. Esta novela le impresionó tanto, que años más tarde decidió enfocarse en el estudio del realismo socialista.

–Sí, mira –me dijo– el realismo socialista es una corriente estética que usa el arte para un fin específico: hacer del conocimiento público los problemas sociales que enfrentamos a diario. Por ejemplo, –continuó, mirándome a los ojos– este tipo de expresión artística fue muy usado por la Unión Soviética, los pintores de esa época representaban a campesinos alegres y musculosos, trabajadores de fábricas y granjas colectivas. Con este tipo de pinturas extendían el mensaje socialista y se enaltecía a la clase trabajadora, además de reflejar la vida y lucha del proletariado.

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¡La invasión de los robots!

Los robots, un sueño de la humanidad materializado en múltiples maravillas electromecánicas. Entre la gran cantidad de nuevas tecnologías que vemos en el día a día, los robots son, sin lugar a duda, de los más impresionantes.

Recordemos robots famosos como R2-D2 y C3PO de la saga Star Wars, el T–101 de Terminator, Wall–E o incluso, Bender de Futurama. Todos ellos nos sorprenden con sus increíbles habilidades y proezas que difícilmente una persona como nosotros podría igualar.