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LE HAN ROBADO EL CORAZÓN

LE HAN ROBADO EL CORAZÓN

Después de comer el señor Quiroga se iba a su bar favorito, se había acostumbrado a visitarlo por un pan especial que vendían y por lo cerca que quedaba de su casa. Solo tenía que caminar un par de calles y meterse a un callejón un poco escondido que desembocaba en la puerta del bar. Bajo el rotulo neón, en el que se leía el nombre del local, tenía que forzar la puerta de madera que, hinchada por las lluvias acumuladas, mostraba destellos de un color verde con la madera podrida. El ejercicio de entrar representaba para el señor Quiroga un esfuerzo mayor que para cualquier otra persona, el solo hecho de hacerlo lo cansaba y tenía que sentarse en un banco cerca de la entrada antes de acercarse a la barra.

—Debería cambiar esa puerta Martín, me tengo que pelear con ella siempre que quiero entrar. 

—Ya sé, discúlpeme, las cosas no van bien con las ventas, me subieron los precios de algunos productos y tuve que posponer un par de reparaciones que tenía planeadas. Incluso llegué a considerar que Noelia dejara de tomar las sesiones con usted, pero a ella le sirven mucho y le ha tomado cariño también. 

—Ya le había dicho que no hay problema por los pagos de las clases, usted sabe que lo hago más por tener una ocupación que por el dinero, además, me gusta venir aquí en las tardes y platicar con usted, a mí ya me toca estar solo en casa, tampoco me van bien las cosas en realidad, pero estar aquí me distrae de estar encerrado pensando en mi mujer todo el tiempo… Pero, no le quito más el tiempo, si quiere llame a su hija y empezamos a estudiar, me dijo que tenía un examen el viernes y quería repasar unas cosas. 

—No se apure, acabamos de llegar de la escuela, subió un momento a su cuarto, me dijo que quería enseñarle algo antes de que empezaran. Pero venga, siéntese aquí en la barra. Ya sabe cómo es ella, conociéndola, seguramente se encontró con algo que llamó su atención y le va a tomar un tiempo recordar que debe bajar a la clase. ¿Le sirvo lo de siempre?

—Sí, y deme uno de esos sangüichitos que tiene allá atrás, ¿están buenos?

—Son buenos, los hago yo mismo; puedo meterlo al horno para que le sepa mejor. 

Era un pequeño bar de familia, había sobrevivido al crecimiento de la ciudad y se encontraba casi consumido por edificios departamentales y oficinas de tiempo completo. El barrio donde se ubicaba no era peligroso y conservaba un par de reliquias raras en estos días; aún se podía encontrar uno con caras conocidas en la calle, saludarse con un “buen día” y ser correspondido. 

El bar lo había iniciado el padre de Martín, que trabajó como ingeniero en sistemas por más de treinta años y cuando tuvo oportunidad de conseguir el local no lo pensó mucho. Junto a su esposa manejaban el negocio. Se abría temprano para servir el desayuno, que siempre incluía un café americano cargado. Por la tarde se servía comida corrida y en las noches se tomaban cervezas o malteadas. 

Desde niño, Martín ayudaba en lo que podía en el local. Iba a la escuela en las mañanas y por las tardes ayudaba a limpiar las mesas o servir la comida. Al principio lo hacía de manera esporádica, cuando no tenía mucha tarea, pero cuando iba en la preparatoria comenzó a hacerlo de manera permanente. Tomó esta decisión por dos razones, en principio no le interesaba mucho continuar con una carrera universitaria, no se le dio mucho eso de estudiar; pero también quería que sus papás descansaran, que ya vivieran tranquilos después de una vida de trabajo.

—Y, ¿cómo están tus papás?, me parece que la última vez que los vi fue antes de año nuevo. 

—Están bien, gracias, ayer hablé con ellos. Es gracioso porque siempre que les llamo insisten en que les envíe a Noe con ellos unos días; que diga en la escuela que está enferma y que se las mande de vacaciones. Creo que la consienten demasiado, esos dos,  o a lo mejor se sienten algo solos, no lo sé. 

Los papás de Martín regresaron al pueblo donde habían nacido, tenían una pequeña casa ahí y les gustaba porque era tranquilo y estaba cerca de la playa. Al pasar el local a manos de Martín, tomó la ayuda de un amigo de la familia para que lo apoyara en la cocina y él se encargó de las tareas del tipo administrativas, ver que no hiciera falta nada en el lugar, de mantenerlo en las mejores condiciones posibles y hacer los pagos. Con su amigo cocinando, el sabor de la comida sí cambió un poco. Algunos clientes habituales lo resintieron pero otros más no, incluso se ganaron algunos nuevos comensales.  

Fue por esas fechas que el señor Quiroga empezó a frecuentar el local, iba por las mañanas a tomar un café y se quedaba ahí un par de horas leyendo o escribiendo en un cuaderno pequeño de aspecto usado, en la tapa se podía leer su nombre escrito en cursivas. 

Martín, cuando apenas lo conocía, creía que era un señor que vivía de la asistencia pública, por su aspecto. Casi siempre vestía con un saco de algodón descolorido y un pantalón de pana color vino que le quedaba un poco largo. Tenía una apariencia despreocupada y sin mucha ostentación; a veces llevaba sombrero, pero la mayoría de las ocasiones  mostraba una cabellera despeinada y con bastantes canas. Ya con el trato del día a día, Martín se enteró que había sido profesor de música en una universidad y que había estudiado filosofía durante su juventud. 

—¡Hola señor Quiroga!, mire el dibujo que acabo de hacer.

En la hoja que Noelia sostenía se podía ver el dibujo de un arcoíris. 

—Me tardé en hacerlo, es que quería dibujar un arcoíris, por una historia que nos contó la maestra Clara. Y primero no encontraba mi estuche de colores, después, no me acordaba de cuales colores usar. Y pues solo me acordé del rojo, azul, verde y amarillo. Mire, también dibujé un mar y una montaña y al Sol, es que en la historia también había todas esas cosas. También nos puse a mi papá y a mí, ¿ya vio?

— Sí, te quedó muy bonito, veo que en el dibujo sonríes, ¿pero por qué al sol lo pusiste triste?

—Está triste porque la historia que me contaron es una historia triste, ¿quiere oírla?

—Noelia, el señor Quiroga vino aquí a estudiar contigo y quizá no pueda quedarse tanto tiempo. 

—Pero es una historia bonita, bueno es triste pero también bonita, es una leyenda, que quiere decir que es una historia que no pasó pero que las personas inventaron para explicar el arcoíris. 

—No se preocupe Martín, vamos adelantados en el estudio y Noe es bastante inteligente, seguro le va bien mañana en el examen. De todos modos, me puedo quedar un par de horas más, no estoy ocupado el día de hoy. Cuéntanosla, Noe, por favor. 

—No me acuerdo muy bien, pero la maestra me dio esta hoja con la historia. Bueno, esta historia comienza en un mundo donde hay dos dioses: el dios de la luz y el dios de la oscuridad. El de la luz se llamaba Tupá, era bueno y vivía en el cielo, el otro era malo, se llamaba Anhangá y vivía en el inframundo. Estos dioses gobernaban sobre las personas, y entre todas esas personas una vez existió una joven que era muy bonita, se llamaba Iasá. Era tan pero tan bonita que el dios de la luz se enamoró de ella, a ella también le gustaba él y los dos se enamoraron. Después de un tiempo, el dios del inframundo que también estaba enamorado de Iasá, quiso separarlos para poder casarse con ella. Entonces, un día subió a ver a los padres de Iasá y les prometió que les iba a dar riquezas, comida y bebida por toda su vida si obligaban a su hija a casarse con él. Ellos aceptaron, porque querían ser ricos, y obligaron a su hija a que se casara con Anhangá. Ella, muy triste, aceptó pero puso una condición: que antes de casarse, la dejaran ver a Tupá por última vez. El dios del inframundo le dijo que sí, pero que para ir a verlo tenía que hacerse una herida en el brazo para dejar un camino de sangre, así él podría seguirla y estar seguro de que ella no se escapara.  Ella aceptó. Se hirió el brazo y empezó a caminar hacía Tupá, que vivía en el cielo y mientras caminaba iba dejando un camino de color rojo. Tupá quiso desorientar a Anhangá y le pidió a los dioses del cielo, del sol y del mar que acompañaran a Iasá en su trayecto, que mezclaran sus colores con el rojo de Iasá para que el dios del inframundo viera más colores, no solo el rojo de ella, querían que también viera el amarillo del sol, el azul del cielo y el azul fuerte del mar. Su plan sí dio resultado y lograron confundir a Anhangá pero ella se debilitaba a cada paso que daba y no logró llegar con Tupá.

Iasá cayó en la playa y mientras caía, su sangre se mezcló con los demás colores, y con el verde de la tierra también. Esto hizo que se formara un camino de colores que ahora conocemos como arcoíris, y que ahora está ahí para recordarnos siempre el camino de Iasá hacia Tupá [1]

Me gustó mucho la historia, les dije que era triste, pero también es feliz porque los arcoíris son muy bonitos.  

—Sí son muy bonitos Noelia, ¿te acuerdas que las vacaciones pasadas vimos uno en la carretera, cuando fuimos a visitar a tus abuelos?

—Sí me acuerdo. Pero si la historia de Iasá es una leyenda, entonces ¿cómo se forman esos colores en el cielo, papá?

—Mejor que nos ayude el señor Quiroga en esto hija, yo tampoco lo tengo muy claro, en realidad. 

—Bueno yo tampoco sé mucho sobre ellos, pero sé que los arcoíris se forman por la interacción de la luz del sol con las gotas de agua en la atmósfera. Por eso es más común verlos cuando llueve. Mira, a luz que viene del sol se le llama luz blanca, se le llama así porque está formada por todos los colores y la combinación de todos ellos da como resultado el blanco; y cuando esta luz pasa por la gota, la gota sirve de filtro y solo deja pasar algunos colores y otros no. 

—¿Un filtro, como el que papá usa en la cocina?

—No exactamente, pero es algo parecido; el filtro que usan en la cocina, les ayuda a separar alimentos sólidos de líquidos. Las gotas en cambio, sirven para desviar el camino que lleva la luz. Mira, la luz sale del sol derechita y así entra en la gota, pero cuando la atraviesa se desvía, sale hacia otra dirección. Esta luz que sale, ya tiene color porque sale diferente al interactuar con la gota, tan distinta que ya la podemos ver con siete colores diferentes. 

—Y, ¿por qué los arcoíris tienen esa forma, de arco?

—Eso ya no tiene que ver por completo con la interacción de la luz con las gotas, también depende del lugar desde donde vemos al arcoíris. La vemos como un arco porque nosotros parados en la tierra no vemos el fenómeno completo, un arcoíris en realidad es un círculo. Si lo viéramos desde un avión, por ejemplo, podríamos verlo completo. En principio, cuando la luz sale de las gotas de agua, lo hace con un ángulo muy definido y es la suma de todos eso rayos de luz en un mismo ángulo lo que hace que se forme un arco. ¿Te acuerdas, que una vez me enseñaste una figura de hilos que hiciste en la escuela Noe?, es algo parecido. 

—Ah sí, en la clase de matemáticas. Una vez me dijeron que llevara una tabla con clavos y también hilos de muchos colores. El profesor no dijo que uniéramos algunos clavos con el hilo, y mientras más hilo ponía se iba formando un círculo. Me gustó mucho, porque hice un círculo con puros hilos derechos. 

—Sí, pasa algo parecido con la luz del sol, solo que en el cielo los hilos son los rayos de luz desviados por las gotas. 

—Pues a mí no me gustó mucho esa clase Noelia, porque me avisaste una noche antes que al día siguiente tenías que llevar esa tabla con clavos a la escuela y no dormí por estar acomodando el material. Por cierto, aun no le he puesto un marco a ese trabajo tuyo, recuérdame hacerlo mañana por favor.

—Pues a mí sí me gustó, y mucho. Esta clase de la maestra Clara también, además llevó una guitarra y nos cantó una canción que contaba la historia de Isasá, ¿puedes prestarme tu celular, papá?, para que la escuchen. La maestra nos dijo que era una canción de una cantante que a ella le gustaba mucho. 

—Bueno, pero después de escucharla a estudiar, eh, que mañana te debe ir bien en el examen. 

—Sí, el señor Quiroga me va a ayudar, además él también la quiere escuchar, ¿verdad?

—Sí, Noe, a ver, ponla para escucharla.  Por las bocinas del bar empezó a oírse una guitarra, seguida por la voz de una mujer que decía:

Tú / eres mi sol / mi corazón / un remolino / y yo quise / caer / en tus brazos / dormir / así…[2]

Martín tuvo que escucharla desde la cocina porque había sonado el teléfono, probablemente algún proveedor que preguntaba a qué hora podía pasar al día siguiente. 

Noelia y el señor Quiroga la escucharon mientras preparaban la mesa de estudio, pusieron cada quien su silla a ambos lados de la mesa de madera, el señor Quiroga sacó un par de libros y un cuaderno de notas. Noelia, mientras acomodaba sus cuadernos, cantaba y sonreía.

Autor - Luis Alberto Hernández Canales

Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Entre sus intereses se encuentran: leer, comer y escuchar música. Piensa que se siente bien estar vivo

Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D

Referencias

[1] Iasá y el origen del arcoíris, leyenda brasileña. 

[2] El origen del arcoíris, canción de Camila Moreno, cantautora chilena

Letra de la canción de Camila Moreno, El origen del arcoiris

… pero es una historia bonita, bueno es triste, pero también bonita, es una leyenda, que quiere decir que es una historia que no pasó, pero que las personas inventaron para explicar el arcoíris.

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Mirando la comida ya fría, dijo:

—No creo que esté hecha con amor.

—No importa, hoy celebraremos como familia, que la vida más o menos sigue como yo quiero, más o menos bien. Esta comida va a salud de un amigo que ya no está con nosotros, que se nos fue pero que nos dejó grandes enseñanzas. Sin él no tendríamos todo esto que tenemos, no tendríamos este conocimiento y esta fuerza de unión. 

Años antes, Lilia había decidido iniciar un pequeño invernadero hidropónico en las afueras de la ciudad. Unos amigos suyos, estudiantes también de la carrera de biología, tuvieron la idea cuando aún estudiaban la universidad; lo iniciaron por entretenimiento, les servía para ocupar su mente en otras cosas que no fueran exámenes parciales y tareas escolares. 

El terreno donde montaron todo era un espacio que había heredado Lilia de su abuela, ella se lo regaló antes de fallecer y le dijo que lo podía usar como quisiera, incluso que si en algún momento se veía en algún aprieto económico lo vendiera. Ella lo conservó vacío por mucho tiempo, no tenía muy claro qué quería hacer con él y tampoco es que contara con los recursos económicos para hacerlo. El terreno se encontraba rodeado por pocos edificios, lo que más había eran casas familiares y una cancha de béisbol de la liga local.

De niña, cuando su abuela se hizo del terreno, iba a esa cancha a ver jugar a los más grandes, mientras su abuela resolvía asuntos relativos a la pertenencia del lugar, aún recuerda a un jugador en particular, se llamaba Manuel, era un estudiante universitario que pertenecía a una organización en defensa de los recursos naturales y que era parte de un equipo de béisbol en la liga de su universidad.   Cuando lo vio por primera vez, él estaba pichando en la parte alta de la novena entrada y le dio la victoria a su equipo con una bola rápida que el bateador no fue capaz de ver. Terminado el partido y cuando ya todos se estaban retirando, Manuel notó el interés de ella en el partido y se acercó a platicar un rato, lo hizo también porque estaba muy cansado y quería estar sentado un rato antes de pedalear el camino de regreso a casa. Hablaron de muchas cosas, él le habló de béisbol, ella de su afición a la música de Atmosphere y su apasionamiento con los libros de J. D. Salinger, él prefería a Manuel Puig y escuchar música instrumental. Entre plática y plática, le recomendó que cuando pudiera, usara ese terreno para hacer un invernadero hidropónico.

— ¿Hidroponía, qué es eso?

— La hidroponía es una técnica de cultivo que no utiliza el suelo para sembrar, ¿has visto cómo las plantas necesitan tierra, agua y sol para poder vivir? Pues lo que hacemos en la hidroponía es quitarles la tierra y hacer que las plantas crezcan solo con ayuda del agua y del sol. Lo que sí es importante tener en cuenta es que el agua que les administramos no es agua normal. Es una disolución de diferentes sales que son nutritivas para la planta, ¿ubicas la sal que usamos para “darle sabor” a los alimentos?, pues es casi lo mismo; las plantas necesitan estas sales (que no son las mismas que consumimos nosotros, no te vayas a confundir) para crecer y alimentarse. 

Ahora, los beneficios de esta técnica es que podemos llevarla a cabo casi en cualquier lugar, y por cualquier lugar me refiero a cualquier lugar: desde un invernadero, la azotea de tu casa, e incluso el terreno ese que tiene tu abuela allá enfrente. 

— El terreno de mi abuela, ¿cómo, si está pavimentado? 

— ¿Qué te acabo de decir?, en la hidroponía no necesitamos tierra para que las plantas crezcan. A lo más necesitas unos tubos PVC, de esos que venden en la tlapalería, una bomba de agua, como las que están en las peceras, una manguera y una cubeta. Y ya, tan simple como eso.  Pones en la cubeta el agua con las sales nutritivas, en el fondo metes tu bomba conectada a tu manguera y haces que la manguera haga fluir el agua por todo el tubo, y el tubo en realidad tendrá dos funciones: hará que el agua se transporte y tambien servirá como sostén de tus plantas.

— Entonces, ¿meto las plantas en el tubo?

—No, haces orificios a lo largo del tubo y en ellos colocas las plantas en pequeñas macetitas de plástico. Mira, creo que será más fácil que entiendas si un día te das una vuelta por el invernadero que tenemos en la universidad. 

Y a partir de ese día, Lilia empezó a ir al invernadero de la universidad, al principio iba de visita, pero cuando le pidió a Manuel y a sus compañeros que le enseñaran todas las cosas que hacían para cuidar y sembrar las plantas, le dijeron que si quería aprender tenía que participar en las tareas del lugar. Le enseñaron a realizar la composta, a diluir las sales nutritivas en cantidades exactas, los tipos de plantas que crecían bien con mucho sol o con resolana, la manera en cómo germinar las plantas, incluso le enseñaron a hacer macetas con llantas viejas. 

Así fue llevando varias de sus tardes de secundaria, salía de la escuela y se iba directo a la universidad. Por lo regular, para la hora en que ella llegaba, la mayoría de las tareas del invernadero ya estaban hechas. Pero le tocaba revisar si no había caído alguna plaga en las lechugas, revisar si los sistemas de riego seguían funcionando correctamente e incluso se ponía a pesar las sales de la solución nutritiva, las metía en bolsas y las etiquetaba para los días en que se iban a usar.

Cuando terminaba de hacer todo eso, se ponía a hacer sus tareas de la escuela. En el invernadero tenían una pequeña oficina, era más bien una especie de bodega que hacía las veces de oficina. En ella guardaban todos los materiales necesarios para el invernadero y habían acondicionado un espacio donde tenían un escritorio, un par de sillas, una grabadora y un televisor que tenían casi todo el tiempo encendidos. 

Muchas veces, los demás miembros del grupo le habían dicho que fuera a la biblioteca de la universidad a hacer su tarea.

—Está más tranquilo allá, no tienes que estar acá todo el tiempo. Hay unas mesas bien grandes, hay muchos libros que te pueden incluso servir y además de que no tienes que estar soportando el ruido del televisor o de la grabadora. 

Pero a ella le gustaba estar ahí, cuando tenían la grabadora puesta casi siempre tocaba música Lo-Fi, música grabada en baja fidelidad que sonaba a que había sido grabada en el patio trasero de alguna casa o en algún estudio de grabación de bajo presupuesto. Por lo regular era música grabada en casetes, y Lilia llegó a leer algunos de los artistas que ponían en la grabadora, así conoció a Nujabes, Grimes, Beck, Mac DeMarco, etc. Entre los casettes que más le gustaban se encontraban los Ep´s de Eevee, el Harbor LP de Tomppabeats o el LP Gentle Boy de Elijah Who. La música que ponían siempre era muy tranquila, con ella podía concentrarse en sus deberes, eran sonidos bajos y melodías simples; su música siempre la transportaba a tardes de lluvia, un poco melancólicas y frías. 

Tiempo después de que su abuela falleciera, Lilia (ahora ya estudiante universitaria) decidió iniciar el invernadero en el terreno frente a la cancha de béisbol. Con sus demás compañeros de la carrera empezaron a vender dulces, panes y chicharrones entre clase para ahorrar un dinero y poder empezar el cercado del terreno, la construcción de las estructuras básicas y conectarse al sistema de drenaje. Les tomó más o menos año y medio poder juntar para todo eso, pero cuando por fin lograron establecerse, notaron que tenían un espacio muy prometedor y el barrio era bastante tranquilo en comparación con otros barrios de las afueras. 

Comenzaron de a poco y por afición plantaban cosas para su propio consumo, como lechugas, jitomates y chiles verdes; también plantas de olor, como la menta, la hierbabuena y el romero. 

Establecieron horarios para el cuidado del invernadero de acuerdo a sus horarios en la escuela, siempre procurando que en ningún momento se quedara solo el lugar y cuando no era posible que alguien más estuviera, Lilia siempre dejaba de hacer cosas por cubrir esas ausencias.

Le gustaba mucho estar ahí, iba casi diario, aun cuando no tuviera alguna comisión ese día. Ayudaba en lo que hiciera falta y cuando no había muchas labores que hacer, se sentaba a leer en un escritorio que tenían. Estaba en una oficina que construyeron reproduciendo la que había conocido en el invernadero de la Universidad, solo que en esta no tenían televisor. 

Se acostumbró a leer mientras escuchaba música, y esa pequeña oficina, de a poco, empezó a parecerse a una biblioteca. Sus compañeros casi siempre dejaban sus libros de la escuela ahí, o los libros que leían por cuenta propia. Así, se podían ver tomos de literatura soviética de  Makárenko, Lenin, Gorki o Krúpskaya. También había de Haruki Murakami y Banana Yoshimoto; había de Alice Munro, la escritora canadiense ganadora del premio Nobel, el libro de Éramos unos niños de Patti Smith, una biografía de David Bowie, unos cuantos de Stephen King y unos más de ciencia ficción y horror. 

No se podían quejar, trabajaban en el invernadero, estudiaban y leían lo que querían, llevaban una vida tranquila, con pocas preocupaciones y siempre que se aburrían de estar en ese lugar, cruzaban la calle y jugaban a cachar la pelota en el campo de béisbol.

En la cancha de béisbol, Lilia casi siempre se encontraba a Manuel (ya graduado pero aún trabajando en la universidad y en el invernadero). Él iba por las tardes, unas tres o cuatro horas, a hacer ejercicio sobre todo, pero cuando ella estaba ahí con sus amigos, cachaban la pelota o jugaban un partido rápido.

Manuel siempre cargaba con el equipo necesario de béisbol, lo hacía en uno de esos costales que se usan comúnmente para transportar frutas, solía cargar un par de bates, cascos, un peto para el cátcher y pelotas usadas, y las llevaba porque siempre estaba dispuesto a organizar un mini partido con las personas que quisieran jugar.

Así, se empezó a hacer costumbre ir por las tardes a la cancha para jugar con Manuel, siempre lo encontraban dispuesto a ayudar y entre entrada y entrada podían hablar del invernadero, de cómo mejorar y cómo sacarle el mayor provecho. Años atrás, desde que Lilia lo ayudaba en el invernadero de la universidad, Manuel se había convertido en un hermano para ella, empezó a tomarle cariño por su manera de ser, tan real en todo momento y siempre hablando de manera directa. Se llevaban muy bien, y con los años había llegado a tomarle verdadero aprecio. 

Por eso, cuando un día no se presentó en la cancha, se supo que algo no andaba bien. Fueron a su casa y ahí solo les dijeron que se había ido sin decir mucho, que había tomado sus cosas y sin apenas decir un adiós había salido como un día cualquiera. En el invernadero de la Universidad le dijeron que avisó que tenía unas cosas urgentes por atender y que no podría seguir apoyando más. Solo dejó atrás sus libros y sus casettes de Lo-Fi.

Le pareció a Lilia que Manuel no quería que lo siguieran, a donde sea que se hubiese ido quería ir solo y no quería que nadie se enterara del lugar. Ella entendió, y fue por eso que decidió improvisar una pequeña comida en la cancha de béisbol. Todo fue muy rápido, tuvo que llamar a sus conocidos y amigos, y compró una comida precocinada, de esas que venden en los supermercados y que no son particularmente ricas, pero ella sabía que eso no era lo importante, lo que importaba era reunirse en honor de Manuel y de su memoria. Así, se encontraron esa tarde todas las personas que conocieron a Manuel, comiendo en su nombre. 

– Quizás no lo llegué a conocer tanto como me hubiese gustado, pero el tiempo que compartimos, en el invernadero, en esta misma cancha, jugando por interminables horas me enseñó a valorar su presencia y me hace sufrir ahora su falta. Sí, se nos adelantó, pero acá nos quedamos nosotros, nos quedamos felices, vamos a seguir trabajando y vamos a seguir jugando béisbol, para no olvidarnos de él nunca y hacerle saber, donde sea que esté ahora, que nos quedamos con su imagen siempre presente y que nunca, pero que nunca lo vamos a olvidar. 

Al conocerlo no tuvimos suerte, fuimos afortunados, estoy segura de eso [1].

Autor - Luis Alberto Hernández Canales

Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Entre sus intereses se encuentran: leer, comer y escuchar música. Piensa que se siente bien estar vivo

Diseñadora - Lina Lucía Romero Salas

Desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. Ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

Referencias:

Si quieres saber más sobre la técnica Hidropónica, puedes revisar la siguiente página:

https://hidroponia.org.mx/

[1] Parte final de la canción Fortunate de Atmosphere, la frase completa es: 

We’re not lucky, but we’re fortunate

I’m pretty sure of it

And all the life we wasted trying to make some bread

Might’ve been better spent trying to raise the dead

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Mr.Nobody ¿Está todo predeterminado?

Mr.Nobody ¿Está todo predeterminado?

La película “Las vidas posibles de Mr. Nobody” fue dirigida por Jaco Van Dormael en el año 2009 en España y protagonizada por Jared Leto. Para poder comprender este enredado pero entretenido filme podemos plantearnos varias cuestiones conforme se desarrolla la película, algunas de ellas: ¿realmente existimos? ¿Y si todo es parte de nuestra imaginación? Creo que varias personas, si no es que todos, en algún momento hemos pensado en esta posibilidad a cerca de nuestra vida más de una vez y he aquí la pregunta clave: ¿qué es la vida?

La película comienza con un anciano llamado “Mr. Nobody” (Jared Leto) que en el transcurso del filme cuenta la historia de un niño, Nemo, quien enfrenta un difícil momento cuando sus padres se separan y no puede decidir con quién irse. Pero, en realidad Nemo es él mismo recordando su infancia, lo curioso es que Mr. Nobody narra muchas versiones de su propia vida y nos hace creer que vivió varias vidas al mismo tiempo. Esto genera cierta confusión para quién la ve, pues se cuestiona: ¿es esto posible? Cuando nos sentamos a pensar sobre nuestra propia vida, varias veces nos preguntamos qué hubiese sucedido si las cosas fueran diferentes, si hubiéramos tomado otra decisión, por ejemplo: haber escogido otra carrera, tomar otro tipo de transporte, tener otros amigos, haber escogido una pareja diferente a la que se tiene, es como si cada pequeña decisión por insignificante que pareciera nos llevara por caminos diferentes y las cosas no estuvieran predeterminadas en nuestra vida. Pero, pienso que eso es lo que Jaco Van Dormael pretende que analicemos en esta película, pues en el filme cuando Nemo es sólo un bebé tiene la opción de escoger quienes serán sus padres, pero, sin importar las decisiones que toma, irse con su padre donde su vida se basará en cuidarlo por su enfermedad o irse con su madre donde su vida se verá en conflicto con ella, tendrá un padrastro y se enamora de su hermanastra, entonces ¿Su vida ya estaría predeterminada?

Si recurrimos a la física para encontrar una explicación a la ficción, podemos utilizar la teoría de sistemas complejos, con la cual se pretende comprender la complejidad de varios sucesos en la naturaleza, los cuales al estar interconectados entre sí crean información adicional no visible antes del observador, es decir, que una pequeña perturbación en el espacio o lugar puede generar un efecto muy grande. Algo parecido sucede con el efecto mariposa, que dice que, dadas unas circunstancias y condiciones iniciales en un determinado sistema, cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente, un ejemplo de esto, propuesto por Edward Norton Lorenz menciona que si se parte de dos mundos o situaciones globales casi idénticas, pero en una de ellas hay una mariposa aleteando y en la otra no, a largo plazo, el mundo con la mariposa y el mundo sin la mariposa acabarán siendo muy diferentes. En uno de ellos puede producirse a gran distancia un tornado y en el otro no.

Esto nos ayuda a comprender mejor por qué Nemo de anciano cuenta que tuvo muchas vidas, pues cada pequeña perturbación o decisión que sucediera en su vida lo llevaba a varios caminos, con personas distintas. Con las ecuaciones de dinámica de la física, se puede predecir lo que pasará, me refiero a que podemos determinar a qué velocidad se mueve un móvil, o a que distancia avanzará un tren con las condiciones iniciales. Sin embargo, en la mecánica cuántica no sucede de la misma forma, a nivel atómico, los átomos no distinguen entre pasado o futuro, podemos saber su estado, pero no predecir lo que sucederá. Me refiero a que, si tuviésemos dentro de una botella con agua una pequeña pelota sabemos que esta oscilará, pero, si la misma pelota se colocará en la tapa de la botella, no podemos predecir hacia qué lado caerá y como lo hará. Entonces, relacionándolo con la película, a pesar de que Nemo escogiera a sus papás es muy improbable que pudiera predecir lo que pasaría, qué sería de su vida, con quién se casaría.

Aunque, durante toda la película, Anna se mantiene constante en todas las vidas posibles de Nemo y sería interesante saber qué significa. También, siempre permanece casado o con pareja nunca se muestra solo, esto nos demuestra que para Nemo el amor era una base importante. El agua es otra constante, aunque no supiera nadar, representaba el cambio cuando pasaba de una vida a otra.

Lo que más me intriga de la película es la identidad de Mr. Nobody. Ya que en una parte el anciano menciona que él mismo no existe, que solo es la imaginación del niño que no saber qué decisión tomar, pero al mismo tiempo pareciera que es éste mismo anciano quién recuerda su pasado, ¿Entonces, es Nemo de anciano recordando cuando era niño y una difícil situación que tuvo que enfrentar? ¿O es Nemo de niño imaginando su vida según las dos posibilidades? Pienso que el director lo que quiere dejar a nuestra interpretación, o quizás sean ambas personas al mismo tiempo. Podemos pensar que esto es imposible, pero la paradoja del gato de Schrödinger nos podría dar la posibilidad de lo contrario. En ella Erwin Schrödinger plantea un sistema formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual tiene una sola partícula radiactiva con una probabilidad del 50 por ciento de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Al terminar el tiempo establecido, la probabilidad de que el dispositivo se haya activado y el gato esté muerto es del 50 por ciento, al igual que la probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el gato esté vivo. Como la caja es opaca el observador no puede estar completamente seguro del resultado y debido a esto ambas situaciones son probables.  Según los principios de la mecánica cuántica, hay una propiedad que poseen los electrones, de poder estar en dos lugares distintos al mismo tiempo y ser detectados por los receptores, dándonos a sospechar que el gato estará vivo y muerto a la vez. Sin embargo, una vez que se abra la caja para comprobar el estado del gato perturbaremos este estado, como se menciona en el efecto mariposa. Ahí radica la paradoja.  Relacionándolo con la película, a nivel cuántico podría existir la posibilidad de que efectivamente, Nemo, tuviera diferentes vidas al mismo tiempo.

No sería tan “descabellado” pensar en esta posibilidad. Al final, la película se basa en esto, en las posibilidades ante cualquier perturbación que suceda en el espacio, o decisión que tomemos. Podría ser también que Mr. Nobody haya tenido tantas vidas al mismo tiempo que no fuera nadie. Sería bastante interesante experimentar cada una de las diferentes opciones que se nos presentan en la vida y no quedarse con la duda del qué hubiera sucedido. Aunque, ¿nos agradaría saber qué pasará en nuestro futuro?, al final de esta película Jaco Van Dormael plantea sobre Mr. Nobody: antes era incapaz de hacer una elección porque no sabía que iba a pasar. Ahora que sabe lo que va a pasar, es incapaz de hacer una elección.

REFERENCIAS

  • Ramón García Pelayo y Gross. (1990). Enciclopedia metódica Larousse tomo 5.

Matemáticas, informática, Física. Paseo de Grecia, Barcelona: Larousse.

  • David Holliday, Robert Resnick. (1982). Física. Parte 1 y 2. México D.F: COMPAÑÍA

EDITORIAL CONTINENTAL, S.A. DE C.V.

Agradecimientos:

Dr. Sahen Gacyan. Instituto de Física UNAM

Psicólogo Jonathan Zavala. Facultad de Estudios Superiores Iztacala

 

Autora - Montserrat Fabiola

Estudiante de física de la facultad de Ciencias de la UNAM. Con gusto por la neurociencia, los museos, el jazz, el cine y el deporte, miembro también de la Sociedad Astronómica NIBIRU grupo de divulgación científica. Tiene una gran pasión por los viajes y por aprender siempre algo nuevo en cada lugar.

Diseñadora - Linda Soley Silva

Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D.

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DIENTES DE DRAGÓN Y LA GUERRA DE LOS HUESOS

«Dientes de Dragón» es una novela póstuma escrita por Michael Crichton. En ella se cuenta la historia de uno de los estudiantes del paleontólogo Othniel Marsh (1831-1899) y tiene como contexto la parte más encarnizada de la Guerra de los Huesos, que es el nombre que se le da la disputa académica entre este paleontólogo y su rival el también estadunidense Edward Cope (1840-1897). La novela fue publicada el año pasado y ha recibido varias críticas, desde que es una narración simplista, por USA Today, hasta que es una novela histórica bien estructurada según The Washington Post. Para explicar al lector qué fue la Guerra de los Huesos, utilizaré a un estudiante ficticio que trabajó para ambos paleontólogos.


Es 12 de enero de 1890 en Nueva York. Un estudiante lee una nota en la primera plana del Herald sobre uno de sus profesores en Yale. El titular es «Científicos libran guerra encarnizada» y el texto expone una década de conflicto entre Othniel Marsh, el ahora presidente de la Academia Nacional de Ciencias, y su rival, el paleontólogo Edward Cope de la Universidad de Pensilvania. Cope denuncia en las nueve columnas de la nota los abusos que Marsh ha cometido contra sus estudiantes, además denuncia plagios y actitudes desleales del profesor de la Universidad de Yale.

El estudiante lee la nota pasmado recordando cuando estudiaba en Yale, antes de mudarse a Nueva York. El profesor Othniel Marsh era en realidad desagradable a su parecer. Mientras estuvo en la universidad se escuchaban historias de estudiantes que iban a alguno de los yacimientos de donde Marsh obtenía sus fósiles y terminaban varados en algún lugar del Oeste.

La red ferroviaria comenzaba a construirse y expandirse para comunicar todos los pueblos angloparlantes aislados en Las Grandes Planicies. Estas enormes estepas, entre las Montañas Rocallosas y el río Mississippi, eran el escenario de las Guerras Sioux (1854-1899) que enfrentaba a los pueblos indígenas de los Lakota y Cheyenne contra la armada estadounidense que buscaba establecer dominio total sobre los territorios que hoy forman las Dakotas, Nebraska y Kansas. El Oeste no era el lugar para dejar varado a un estudiante del Este.

El paleontólogo Edward Cope acusaba a Marsh de su actitud parcial en la dirección de la Academia Nacional de Ciencias y de haber puesto obstáculos en la carrera de Cope. Mientras el resto de Nueva York comentaba la nota como algo de la tertulia, en el ámbito paleontológico era un alivio que el conflicto que llevaba más de diez años saliera a la luz. Una especie de catarsis colectiva.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo comenzó la rivalidad entre Cope y Marsh. Ambos eran paleontólogos, ambos habían estudiado en Europa y los dos tenían carreras exitosas. Pero en muchos aspectos, Cope y Marsh eran muy contrarios. A finales del siglo XIX había dos escuelas de pensamiento que pretendían explicar la evolución. Para el paleontólogo Cope, la transformación a lo largo de generaciones era explicada por los seis fenómenos que el naturalista británico Richard Owen había postulado, todos ellos relacionados con la estructura interna de los organismos.

Estos seis fenómenos eran la partenogénesis, o reproducción asexual, el desarrollo prolongado de alguna estructura corporal, el nacimiento prematuro, las malformaciones congénitas, la atrofia o reducción de tamaño de un órgano, la hipertrofia o crecimiento de un órgano, y la transmutación, donde un órgano se convierte en otro. Para Marsh, los dos procesos postulados por el también naturalista británico Charles Darwin, la selección natural y la selección sexual, eran suficientes para explicar toda la historia de la vida. Para Cope, la evolución era un proceso dirigido por fuerzas internas; para Marsh, era el ambiente el que tenía el peso más grande en la dirección de la evolución.

Si bien, este pudo haber sido el terreno para la rivalidad, a ciencia cierta nadie sabía dónde había comenzado el antagonismo. La guerra entre ambos había sido declarada en 1866, cuando Marsh reevaluó la reconstrucción de un reptil marino al que Cope había llamado Elasmosaurus. Cope llevaba meses estudiando al plesiosaurio encontrado cerca de Fort Wallace, en Kansas. El esqueleto fue preparado y montado en el Museo de la Academia de Ciencias de Filadelfia y Cope había invitado a Marsh a estudiar el ejemplar. Marsh sugirió que la cabeza se encontraba en el extremo opuesto, y Cope se ofendió por la insinuación, dado que llevaba meses estudiando el espécimen.

Lo cierto es que el error venía de más atrás, cuando en 1851 el profesor Joseph Leidy, de quien Cope era estudiante, había establecido la morfología de las vértebras del cuello en un plesiosaurio más incompleto al que llamó Cimoliasaurus. Cuando Marsh invitó a Leidy a observar el espécimen, Leidy tuvo que reconocer su error en vista de ver al animal completo: lo que pensaba que eran vértebras cervicales eran caudales. Leidy publicó un artículo con la corrección sobre la reconstrucción de Cope, y Cope, en un intento desesperado por enmendar la situación, utilizó sus recursos para intentar comprar todas las copias de la descripción de Elasmosaurus. Marsh y Leidy habían conservado sus copias.

En palabras de Marsh, como quedaría publicado posteriormente, el 19 de enero de 1890, en respuesta a la nota ventilada por Cope la semana anterior en el Herald, esta fue la raíz de la disputa entre ambos.

En la versión de Cope, la rivalidad había comenzado cuando él invitó a Marsh a estudiar unos fósiles de dinosaurios colectados en Nueva Jersey en 1868. Cope había encontrado la localidad y cuando regresó a realizar más excavaciones, el acceso le fue restringido y todos los fósiles de la región fueron mandados a Yale para que Marsh los estudiara. Puede ser que la venganza de este suceso aconteciera años después, en 1872, cuando ambos paleontólogos estaban colectando mamíferos en estratos del Eoceno de la Cuenca Bridger, en Wyoming. Marsh escribió una carta a Cope acusándole de sustraer sin su conocimiento fósiles del yacimiento, que él consideraba suyos; Cope, en respuesta, escribió «todos los especímenes que colectaste en agosto de 1872 me los debes a mí». Sin más contexto, ha sido atribuido que esta oración se refiere a que gracias a los hallazgos realizados en 1868 se propulsó la carrera de Marsh.

La tensión entre Marsh y Cope se extendió por toda la academia zoológica. Sus dimensiones lograron, por ejemplo, que el profesor Joseph Leidy, quien había fundado la paleontología de vertebrados en el Oeste, abandonara la búsqueda de fósiles en esa región temiendo que la pelea entre su ex estudiante y Marsh terminaran pasándole factura.

El estudiante estaba sentado en una cafetería a las afueras del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York y no podía sino leer impávido la tirada en el Herald. Él sabía que pronto sería contactado por el reportero William H. Ballou por haber trabajado para Marsh, y luego haberse ido a Nueva York a trabajar con un amigo cercano de Cope, Henry Fairfield Osborn. Osborn había ayudado en 1855 a Cope durante una crisis financiera comprando parte de la colección de Cope para mudarla y exhibirla en el naciente museo en Nueva York.

Cope tenía dos casas: una para él y su familia, y otra para su colección de fósiles. Con todo y el tamaño de su colección, la colección de Marsh era mucho mayor y él la utilizó como base para fundar el Museo Peabody en 1866, gracias al financiamiento de su acaudalado tío George Peabody.

Cope había recibido en una carta, enviada por el paleontólogo Samuel Wendell Williston, una larga lista de quejas donde aseguraba que Marsh había publicado mucha de la información que había conseguido cuando trabajó con él en 1885 como si hubiera sido solo trabajo de Marsh. Cope utilizó esta carta para ventilar el asunto en la prensa y el estudiante sabía que el periodista estaría buscando a otros colegas naturalistas que hubieran trabajado con ambos solamente para encontrar más aristas en la ya de por sí complicada historia.

El estudiante, quien ahora leía parte de su historia en un café, había pasado un trago muy amargo por culpa de Marsh, pero uno de sus amigos en Yale había pasado por peripecias más grandes al ser abandonado a su suerte durante una expedición organizada por Marsh. La historia de su amigo sería la base de la novela de Michael Crichton casi siglo y medio después: «Dientes de Dragón».

                                     


 

 Este capítulo en la historia de la paleontología se conoce como La Guerra de los Huesos y fue fundamental en el desarrollo de la paleontología moderna. Entre Othniel Marsh y Edward Cope describieron alrededor de 130 especies de dinosaurios y debido a la rapidez con la que se realizaban las publicaciones, la taxonomía de estos hallazgos sigue siendo constantemente revisada.

La paleontología de dinosaurios debe mucho a Michael Crichton y a su novela «Parque Jurásico»; pero esta novela debe muchísimo más a La Guerra de los Huesos, porque los dinosaurios descritos en la novela de Crichton, Hadrosaurus, Tyrannosaurus y Velocirator fueron descritos primero por Leidy y Osborn, mientras que Apatosaurus, Coelurus, Dryosaurus, Stegosaurus y Triceratops fueron descritos por Marsh.

Como paleontólogo, considero que la novela de Michael Crichton refleja de manera fidedigna las personalidades de Marsh y Cope. Sin embargo, para disfrutar esta novela puede ser necesario entender las dimensiones de la Guerra de los Huesos, un evento parteaguas en el modo en el que los investigadores comenzaron a hacer ciencia. Si bien no hubo bajas en esta guerra, la rivalidad entre estos dos personajes fijaría el rumbo de la paleontología por el siglo siguiente y hasta la actualidad.

 

«Dientes de Dragón» no es una historia sobre dinosaurios, sino sobre paleontólogos. Es un recordatorio sobre el origen de nuestra fascinación por los dinosaurios y que desempolva la historia para hacer populares los nombres de Marsh y Cope. En parte, a ellos agradecemos que la franquicia de «Parque Jurásico» nos mostrara «cuando los dinosaurios gobernaban la Tierra».

 

Autor

Omar Rafael Regalado Fernández[author] [author_image timthumb=’off’]https://labombillailuminarte.org/wp-content/uploads/2018/12/IMG_20180829_150059086.jpg[/author_image] [author_info]Biólogo egresado de la facultad de ciencias de la UNAM. Candidato a doctor en Ciencias de la Tierra por University College London (UCL). Es paleontólogo especializado en dinosaurios que actualmente realiza su tesis sobre la historia evolutiva de los dinosaurios sauropodomorfos. En sus ratos libres es divulgador de la ciencia en medios de comunicación hispanos. [/author_info] [/author]  

Ilustración

Linda Soley Silva[author] [author_image timthumb=’on’]https://labombillailuminarte.org/wp-content/uploads/2018/12/soley.jpg[/author_image] [author_info]Diseñadora egresada de la Facultad de Artes y Diseño con gusto por los medios de comunicación, las ciencias naturales, el arte, los museos y las expresiones culturales de la caótica ciudad de México. Actualmente estudia una especialidad en animación 3D.[/author_info] [/author]  

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Un día a la vez, un universo a la vez

Cuando era joven trabajaba vendiendo café en mi natal Guanajuato, lo vendía de casa en casa con la ayuda de un contenedor amarrado a mi espalda. Era un aparato peculiar, a simple vista daba la idea de que era una mochila metálica, como esas mochilas que usan los motociclistas para no romper sus pertenencias en caso de una caída a gran velocidad. Pero mi “mochila” era en realidad una cafetera móvil que podía contener hasta diez litros de café, el cual se servía por una manguera que salía desde la parte baja del contenedor y se sostenía por delante a la correa derecha. Todas las mañanas me levantaba muy temprano para preparar el café y salía a venderlo a la hora en que la gente se dirigía al trabajo o a la escuela.

La mayoría de las personas me conocían y sabían que, además de no dar caro, servía un buen café; gracias a esto terminaba de vender mi producto relativamente rápido, esto era una ventaja  porque así podía cursar la escuela preparatoria por las tardes y me quedaba tiempo de, por las noches, hacer mi tarea mientras prepara todo lo necesario para el café del día siguiente.

Yo mismo era adicto al café, no podía empezar mi día sin tomarme al menos una taza, y por las noches cuando me encontraba cansado podía contrarrestar los efectos de este cansancio con ayuda de otra taza. Por ahí había leído que el café contenía cafeína, una molécula que inhibe a otra molécula, esta última conocida como adenosina, que se libera cuando estamos cansados y sirve para ayudarnos a descansar mediante el sueño. Además de inhibir a esta molécula, la cafeína también activa al cuerpo mediante la liberación de adrenalina. En resumen, la cafeína contenida en el café nos quita el sueño y nos da energía.

Me mantuve vendiendo café por casi cinco años, pero tuve que dejar de hacerlo porque me mudé al deefe para estudiar la carrera de matemáticas en la unam. Mi plan era que al terminar la carrera regresaría a mi pueblo para dar clases en la secundaria de allí y también ayudar en la siembra a mi padre, cuidar de él y  también de mi madre.

Al final mi plan no terminó siendo como lo había planeado, esos años universitarios me marcaron de por vida, desde que entré el primer día a las aulas supe que no quería salir de ellas nunca más, quería seguir aprendiendo toda mi vida y verme rodeado de todas esas personas que estaba por conocer. Y así lo hice, después de titularme logré ser adjunto en las clases de ecuaciones diferenciales I y II y años después logré ser profesor titular de esas materias y de un par más.  Después de eso mi vida como académico fue lo más gratificante que me haya pasado, todos los días me transportaba en bicicleta a la universidad y en ella me quedaba la mayor parte del día. Si no me encontraba en el salón de clase rodeado de mis alumnos se me podía ver por mi cubículo, siempre leyendo o escribiendo o preparando exámenes. Mis compañeros y alumnos nunca dejaban de sorprenderme, siempre había algo de qué hablar o algo que hacer.

Pase muchos años de mi vida con ese ritmo, durante el periodo escolar me dedicaba de lleno a impartir mis materias y en las vacaciones viajaba a ver a mis padres al pueblo. Iba a verlos todos los años y siempre les ayudaba a mejorar la casa, a veces encontraba un piso que se podía mejorar, un baño al que le hacía falta cambiar el drenaje o simplemente arreglar el pasto del patio.

Un año en particular, no hace mucho, todo se detuvo para mí; de pronto dejé de existir por un evento nada afortunado y desperté en este lugar desde el que escribo estas líneas.

Es un lugar bastante extraño, no sabría explicar bien qué es o en qué lugar y tiempo se encuentra; para mí se presenta como la casa de mi infancia, una casa de un solo piso en la que puedo salir de mi cuarto e inmediatamente oler la comida que mi mamá cocina. Aquí me desenvuelvo ahora, por las mañanas acompaño a mi papá a la siembra o cosecha (dependiendo de la temporada), en las tardes siempre arreglamos la casa con mi mamá y en las noches platicamos de muchas cosas.

A pesar de que en apariencia llevo una vida normal sigo sin saber bien qué es este lugar porque a partir de él, y con solo desearlo, puedo moverme entre los infinitos universos que se están desarrollando de manera paralela. Así he podido moverme de un universo a otro, siempre siendo espectador, pero viviendo en carne propia lo que mi otro yo de ese universo está viviendo.

En la mayoría de los universos soy yo, es decir soy ser humano, pero en otros no. Por ejemplo, en uno me encontré a mí mismo siendo un leopardo que estaba cazando una gacela.

Estaba escondido en la hierba alta de un vasto pastizal que se extendía bajo un inmenso cielo, la estuve observando durante toda la tarde, analizando cómo se movía, qué hacía cuando escuchaba un ruido y hacia qué plantas se acercaba para comer. Después de una paciente espera, ya el cielo pintaba múltiples estrellas, me abalancé sobre ella y la maté con una rápida mordida a su cuello. Apenas y emitió un sonido, fue un leve estertor que se perdió entre los sonidos de la noche.

No tengo claro cuánto tiempo me mantuve dentro de esa realidad, pero me gustaba mucho estar así: me preocupaba por sobrevivir y mi instinto me guiaba en todo momento.

En otro universo era una majestuosa águila, todas las demás aves se sentían intimidadas cuando me veían bajar en picada desde lo alto. Lo hacía con una agilidad y rapidez impresionantes, desde las alturas lograba ver a mi presa, sentía el viento a mi alrededor y cuando encontraba una ráfaga apropiada la aprovechaba para descender hacia mi alimento.

En un universo, en el que si era humano, vivía en el territorio que conocemos como continente americano. Éste se encontraba organizado de modo tal que los obreros y campesinos trabajadores constituían organizaciones de muchos miembros y en ellos recaía la organización del continente, la administración de la economía y la dirección de la producción. Como la región contaba con muchos recursos naturales y se manejaban de forma responsable, el continente se mantenía en claro crecimiento. Yo, o mejor dicho mi otro yo, también se desempeñaba como profesor, ahí la educación era gratuita y en todos los programas educativos se reforzaba el trabajo para el bien común, más allá del individualismo competitivo. Enseñaba cálculo por las mañanas y en las tardes cuidaba de un jardín comunitario que se encontraba a unas cuadras de la Universidad; en este jardín plantábamos todo tipo de árboles frutales y los cosechábamos en su temporada: de enero a marzo recogíamos manzana y hacíamos yogur o licuados con avena, de marzo a junio podíamos hacer agua de mango fresco y el último semestre del año podíamos hacer jugo de mandarina y comer dulce de guayaba. Nos manteníamos unidos y siempre quedaba tiempo para convivir con los demás, ya que al repartir las tareas de manera colectiva estas se completaban con mayor rapidez, lo que permitía tener más tiempo de esparcimiento. El tiempo que me mantuve en este universo fue un tiempo de paz.

En otro de mis viajes, es raro decirles viajes porque formalmente no lo eran, me tocó llegar a una civilización que había logrado mejorarse al punto en que los seres humanos podían realizar la fotosíntesis. Allí los seres humano eran de color verde, como los extraterrestres que describen muchas de las novelas de ciencia ficción que he leído, pero eran verdes porque, al igual que las plantas, contaban con cloroplastos que llevaban a cabo la fotosíntesis con ayuda de unas proteínas especializadas que absorbían la luz solar y la transformaban en moléculas energéticas que después aprovechaban para transformar los nutrientes que consumían. De esta manera, los seres humanos no tenían que ingerir tanta comida ya, hecho que se veía reflejado en la complexión física que era más bien delgada. Aunque, para ser justos, al perderse el proceso de alimentación también se había perdido ese evento social de “ir a comer con alguien”, acto que más allá de ser para “ir a comer con alguien” siempre nos ha servido para conocer al otro. Esta falta de verse con otras personas compartiendo la comida había disminuido las relaciones humanas; ya casi no existían los amigos, no se respiraba ese espíritu de preocuparse por el otro o de echar una mano a alguien. Basta decir que no duré mucho en ese lugar, me entristeció mucho mantenerme ahí.

Hubo un universo muy raro, cuando aparecí en él me mantuve todo el tiempo arriba de una rueda de la fortuna, acompañado por un oso de peluche. Era un oso de esos famosos Teddy, su particularidad era que este oso de peluche tenía conciencia y se mantenía diciéndome cosas al oído. Estas ideas iban desde lo más rebuscado hasta lo más trivial y casi nunca tenían relación una con otra. La ciudad en la que se encontraba la rueda de la fortuna era extraña, cuando estábamos en la parte baja de la vuelta, se apreciaba una ciudad rural, se apreciaban grandes extensiones de maizales; pero cuando estábamos en la parte más alta de la rueda, la vista era de una ciudad gris con grandes edificios y mucha gente amontonada en ellos. Todo era muy extraño, nada tenía lógica, aun así me mantuve dando miles de vueltas, sin marearme, sin sentir hambre o cansancio. Me sentía tranquilo en la presencia del oso y él no parecía querer hacerme daño, solo se preocupaba en enseñarme.

He ido a muchos más universos, unos más extraños que otros, y he visto muchas cosas, éstas me han enseñado demasiado y mi conciencia se ha expandido a niveles que nunca creí posibles. He conocido lugares indescriptibles y personas excepcionales de las cuales pueda hablar quizás en otro relato.

Pero por mucho tiempo que viaje o por mucho que me ausente, siempre regreso aquí, a mi casa. A mi única casa, esta casa donde crecí y en la que me encuentro con las personas que más he querido. Y a pesar de poder ir a todos esos universos hay uno al que ya no puedo volver, es el primero que habité, aquel en el que ya no existo. Eso no me pone triste sino todo lo contrario, sé que en él dejé muchas personas, más de las que puedo contar con las manos, que siempre me tendrán presente y en quienes, de un modo u otro, dejé mi huella grabada. Creo que en parte se debe a que siempre traté de predicar con el ejemplo, tratando de alejarme de esa idea de la enseñanza individualista, y enseñando para el bien común, siempre tuve claras las palabras de Makárenko:

“…la participación activa en el proceso de aprendizaje y formación de la colectividad reporta felicidad humana, tanto al educador como a los educandos.” [1]

Y es así, muchas de las cosas que hacemos con el otro tienen una importancia enorme de la que a veces no nos damos cuenta. Nuestra persona siempre crecerá cuando compartamos con los otros lo que tenemos, cuando enseñemos lo que sabemos y estemos atentos a lo que el otro tenga que decir. Este hecho es tan cierto que, como en mi caso, nos seguirán recordando aun cuando ya no estemos; ya lo dice la canción:

“No se muere quien se va solo se muere el que se olvida” [2]

 

Referencias

[1] Makárenko A, 1977, “La colectividad y la educación de la personalidad”, Moscú, URSS, Ed. Progreso.

[2] Letra de la canción “El primer trago” del cantante venezolano Tyrone Gonzales “Canserbero”

 

 

Autor 

Luis A. Hernández Canales. [author] [author_image timthumb=’off’]https://labombillailuminarte.org/wp-content/uploads/2018/11/fto-e1543271268267.jpg[/author_image] [author_info]Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Entre sus intereses se encuentran: leer, comer y escuchar música.

Piensa que se siente bien estar vivo.[/author_info] [/author]

Diseño

Lina Lucía Romero Salas [author] [author_image timthumb=’off’]https://labombillailuminarte.org/wp-content/uploads/2017/11/Foto-15-Lina-Romero.jpg[/author_image] [author_info]Desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. Ha realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.[/author_info] [/author]

 

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SUPERSTICIONES FÚNEBRES

 

Lo que la muerte nos enseña de la vida y viceversa Parte I.

Mi madre me prometió que el espíritu de mi abuela vendría a visitarnos antes de que se cumpliera un año de su partida. Mañana se cumple un año de que Doña Esmeralda, la matriarca de nuestra familia falleció, y mi mamá me ha despertado alegre para que saliera al patio a ver una gran mariposa negra pegada sobre la puerta. “Ya llegó tu abuela”.

No sé si en tu familia pasa lo mismo pero en la mía hay ciertas supersticiones tan arraigadas que es complicado hallarles sentido. Ese es el caso de la fascinación de mi familia con las mariposas negras. La misma Doña Esme creía firmemente que las mariposas negras o Ascalapha odorata como la llaman los científicos, visitaban las casas ya sea para anunciar una próxima muerte o para enviar el mensaje de los fallecidos ansiosos por visitar a su familia.

Aunque yo nunca he sido creyente de esas supersticiones, Doña Esme se encargó de transmitir algunas a mi madre y a todas sus hermanas, por lo que en mi familia no se puede contar el dinero sobre una cama recién tendida, no se deben señalar los arcoíris, y cada vez que hay un eclipse solar las embarazadas deben ponerse un seguro en la ropa a la altura del ombligo. Todas estas raras creencias parecen irracionales, pero hay muchísimas personas que creen en éstas y otras supersticiones, y en parte se debe a cómo el cerebro le pone orden a las cosas.

Los seres humanos no son los únicos animales que tienen supersticiones. En los años cuarenta el grupo de investigación del psicólogo Frederich Skinner observó que las palomas a las que estaban tratando de entrenar empezaron a tener conductas muy raras. Se trataba de ocho palomas, cada una en su propia jaula. Las jaulas estaban adaptadas para que cada diez minutos se liberara una pequeña porción de comida a las hambrientas palomas. Imaginen a la paloma número uno, que mientras estaba tranquila con la mirada hacia el techo de su jaula, cayó comida en su alimentador.

La paloma fue a comer agradecida por haber obtenido alimento. Pero como es muy lista, desde ese momento volteó a ver el techo cada vez que quería comida, lo hizo una y otra vez hasta que después de cierto tiempo viendo el techo (diez minutos por ejemplo) volvió a oír la comida caer. Podemos imaginarla pensando satisfecha “Ya sabía yo que viendo el techo me iban a dar comida”.

Lo mismo pasó con la paloma número dos, sólo que ésta no recibió comida mientras veía el techo, si no que a ella, casualmente, le tocó recibir el alimento mientras estaba aleteando. La paloma número dos relacionó la comida con su aleteo, por lo que empezó a aletear más para saciar su hambre. Si vemos a la paloma tres, en lugar de ver el techo o aletear, ella movía la cabeza de lado, mientras que la número cuatro se acicalaba el lado izquierdo de su cuerpo y así, cada paloma relacionó su comida (que aparecía de manera constante cada diez minutos) con una conducta totalmente aleatoria, y que en cada caso fue diferente. Skinner llamó a esto conducta supersticiosa.

Para nosotros es obvio que ni el acicalarse el ala izquierda ni ver hacia el techo provocaban la entrega de comida en los comederos, pero las palomas lo creyeron firmemente, ya que cada una de ellas no dejó de hacer esa misma conducta una y otra vez hasta que, pasados los diez minutos aparecía la comida.  ¿Son tontas estas palomas haciendo conductas azarosas para obtener comida que ya de por sí iban a obtener? No necesariamente, pues lo mismo nos pasa a los humanos.

El cerebro es una herramienta que ha ayudado a muchos animales a sobrevivir en un ambiente que está cambiando todo el tiempo. Y esto es gracias a que nos permite memorizar y aprender las características del entorno que nos permitan obtener alimento y refugio de los depredadores así como del clima. Cualquier clave o pista que nos de la naturaleza para conseguir cosas útiles para sobrevivir es sumamente valiosa.

Imaginen un primate que en algún momento de su vida ha visto a algún compañero ser atacado por una serpiente, quien tiempo después muere víctima del veneno, lo más lógico para el animal es conectar ambos eventos: la mordedura de la serpiente y la posterior muerte de quien fue mordido. Este primate ahora le temerá a las serpientes, aún a aquellas que no son venenosas ya que detenerse a averiguar si una serpiente posee veneno o no, no es una estrategia útil para la sobrevivencia. En la adversa naturaleza la mejor estrategia es aprender rápido, por lo que nuestro cerebro opera bajo la lógica de “apréndelo y luego preguntas”.

El problema viene cuando lo que aprendemos son meras coincidencias, como en el caso de las palomas. Pero puede que lo mismo haya ocurrido con mi familia y las mariposas negras. La Ascalapha odorata, al igual que otras mariposas de hábitos nocturnos no es muy agraciada si a colores nos referimos, pero lo que las hace destacar es el gran tamaño que pueden alcanzar. Pueden medir hasta 18 cm de ala a ala, por lo que difícilmente pasan desapercibidas cuando, al buscar frutos que comer, quedan atrapadas en las paredes de alguna casa.  Son animales estacionales, es más común ver mariposas adultas en los meses de agosto a noviembre, los meses anteriores al invierno.

Una hipótesis del origen de la superstición es que las personas comenzaron a relacionar el aumento de estos animales con la llegada de las épocas más frías y difíciles del año, por lo que le empezaron a atribuir la característica de augurio de mala muerte. De todas las mariposas que llegan a quedar atrapadas en casas, puede que algunas hayan tenido la mala suerte de quedarse en la casa de alguien que próximamente iba a morir. Fue una mera coincidencia, de esas que le encantan a nuestro cerebro y por ende las relaciona automáticamente, aún si los eventos no tienen nada que ver.

Esas pocas coincidencias han sido suficientes para que muchas culturas asocien a esta mariposa como mensajera de la muerte, y es justo lo que ocurrió esa mañana en que mi madre halló esa mariposa negra posada en el patio de la casa. Curiosamente mi abuela falleció en octubre, en la época en que el número de mariposas aumenta en casi todo el continente americano. Una coincidencia, pero si al cerebro le decimos que ni las mariposas ni la muerte están relacionadas de ninguna manera, el cerebro nos diría en tono jactancioso al mismo tiempo que cruza los brazos: ¡Uy, qué casualidad! ¿No?

Si para los primates ha sido de gran ayuda evadir serpientes a toda costa, en el ambiente que nos toca vivir a los humanos actuales esta forma de organizar nuestro mundo ya no es del todo beneficiosa, pues hemos logrado relativa estabilidad en nuestro ambiente directo. Algunas de esas estrategias de aprendizaje y comportamiento se han convertido en los llamados sesgos cognitivos, que son errores en la interpretación del mundo que nos llevan a sacar conclusiones distorsionadas. Uno de esos sesgos es el de confirmación.

El sesgo de confirmación ocurre cuando sólo prestamos atención a aquello que confirma nuestras creencias. Tomen por ejemplo a las personas antivacunas. Parte del movimiento antivacunas se basa en la idea de que aplicarles vacunas a los niños los pone en riesgo de padecer autismo. Aquí opera el principio de coincidencias. Casualmente la edad de aplicación de las vacunas coincide con la edad en que se suele diagnosticar el autismo y trastornos del neurodesarrollo. Pero además entra en acción el sesgo de confirmación.

Los padres antivacunas sólo harán caso a la evidencia que confirme sus creencias. Así exista un millón de casos en donde las vacunas no tuvieron efectos negativos en los niños, sólo le pondrán atención a un caso en donde la vacuna y el diagnóstico de autismo ocurrieron uno después de otro. Toda la demás información tiende a omitirse pues va en contra de sus hipótesis.

El mismo sesgo de confirmación lo tenían las palomas supersticiosas. Una paloma pudo haber agitado las alas 30 veces sin recibir comida, pero con una vez que coincidiera el aleteo con la comida era suficiente para omitir los treinta intentos anteriores. Eso también aplica cuando coincidentemente la gente se cura con homeopatía, y explica por qué los terraplanistas niegan las numerosas evidencias de que la tierra no es plana. Nuestro cerebro es muy necio.

El sesgo de confirmación también apareció en mi madre. Ya otras veces durante el año habían aparecido mariposas negras en la casa, pero para ella sólo fue relevante esa mariposa que apareció cerca del aniversario luctuoso de su mamá. Además no es la única casa donde han aparecido mariposas, en la casa de los vecinos también ha aparecido una mariposa negra. Nadie ha muerto en esa casa y como dudo mucho que Doña Esme haya querido visitar también a los vecinos, no me queda más que pensar que nada de esto está relacionado.

Después de contarle a mi madre todos estos argumentos,  el por qué yo  no creía en la superstición familiar de las mariposas negras, me dirigió una mirada tristemente amorosa y me dijo: “Podrá ser superstición, pero es bonito pensar que tu abuela tiene ganas de venir a vernos”.

Mariposas y molinos, Salvador Dali

 

Referencias

El ser humano es un extraordinario detector de serpientes

https://www.scientificamerican.com/espanol/noticias/el-ser-humano-es-un-extraordinario-detector-de-serpientes/

Qué es la superstición. La psicología de la conducta supersticiosa

https://blog.cognifit.com/es/que-es-supersticion-psicologia-conducta-supersticiosa

Mariposa maldita

http://www.ngenespanol.com/fotografia/lo-mas/11/09/21/mariposa-maldita-vida-salvaje

Naturalista

https://www.naturalista.mx/taxa/61503-Ascalapha-odorata

 

Autor

Juan José F. Valdiviezo es egresado de la Facultad de Psicología de la UNAM con amplia experiencia en divulgación de las neurociencias. Actualmente trabaja en investigación con pacientes consumidores de drogas y niños con problemas cognitivos. Es amante de la ciencia ficción.

Ilustración 

Linda Soley Silva

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SIN POPOTES, SIN EXCUSAS Y SIN DEJARSE VENCER

–Hacía tres meses que no venía a este lugar– me dijo Maité mientras esperábamos mesa.

Era un lugar en el centro de la ciudad de México que se había hecho popular por la música que ponían de jueves a sábado (salsa, chachachá, timba y bolero); acostumbrábamos ir al menos una vez al mes y bailábamos como nos daban a entender las piernas. Casi siempre evitábamos las bebidas alcohólicas y nos limitábamos a tomar agua para durar más tiempo en la pista, procurábamos bailar siempre apartados de las demás parejas y, siendo justos, no creo que lo hiciéramos tan mal.

Diría que ella y yo éramos más amigos que pareja, nos llevábamos bien y podíamos mantener pláticas bastante amenas cuando estábamos juntos, eran conversaciones tranquilas y sin ninguna aspiración intelectual o sin ningún tipo de prejuicios. Podíamos hablar de la serie que nos gustaba, comentar las cosas que nos preocupaban, el qué haríamos de nuestra vida, los problemas que teníamos en la cabeza o simplemente especular sobre si llovería o no.

Por aquellos días me mantenía de pequeños trabajos que me salían de vez en cuando, principalmente me sostenía de dar clases particulares. De manera general, la vida no me estaban saliendo tan bien como esperaba pero ahí iba, como reza el dicho: una de azúcar por dos de sal.

Ella tenía un trabajo de oficina de medio día que no le agradaba mucho pero que le ayudaba a mantenerse; había estudiado música (tocaba la trompeta, especialmente ritmos cubanos) y aún no lograba concretar el proyecto de fusión cubana que estaba llevando con algunos compañeros de escuela.

Ahí la íbamos llevando, un día después del otro, sin dejar que la realidad acabara con nosotros y poniendo el cuerpo en todo lo que hacíamos, sin excusas y sin dejarse vencer.

En una ocasión, mientras daba clase de trigonometría a un grupo de secundaria, una niña levantó la mano, y sin esperar a recibir la palabra dijo:

–Profesor, ¿sabía usted que los humanos estamos acabando con el planeta?

Me quedé un poco sorprendido por su pregunta tan fuera de lugar, aunque, pensándolo bien, no debí extrañarme, desde hacía rato la niña estaba atenta a una revista mientras yo enseñaba el teorema de Pitágoras. Y siguió:

–No es que no me importe el teorema, bueno, un poco sí, porque estoy segura que nunca en la vida lo voy a necesitar, pero es que además yo ya me lo sé.– Y lo empezó a recitar de memoria–. La suma del cuadrado de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, y ya, es así de fácil y poco importante. Lo que sí es importante es que nuestro planeta se está muriendo, mire.– Desde su lugar levantó la revista que estaba leyendo, en la imagen que mostró se veía un caballito de mar que se sujetaba con su cola un cotonete [1].

No supe que contestar. Apresuré un poco la clase de trigonometría y media hora antes de terminar la sesión le pedí la revista y leí a todo el grupo la noticia con la imagen del hipocampo.

Ese día aprendimos que los humanos tiramos cantidades enormes de basura y una gran parte de ella es plástico que termina en el mar. Conforme pasa el tiempo, el plástico se desintegra, pero desintegrarse no es lo mismo que desaparecer, es algo más parecido a fragmentarse, entonces una bolsa de supermercado que se desintegra es una bolsa de que se convierte en cientos de pequeños trozos de plástico microscópico. Estos trozos diminutos y cualquier otro fragmento de plástico de un tamaño menor a medio centímetro forman el ejército de los microplásticos, un conjunto enorme de plásticos microscópicos que se mueven con las ondas marinas.

Pero la cosa no terminaba en la enorme mancha de microplásticos flotando en el océano, esa masa de microplásticos estaba sirviendo como alimento para los animales marinos. Un alimento que claramente no cumple ninguna función nutricional, llena los estómagos de peces, mamíferos y aves, y evita que sus alimentos reales los nutran, comprometiendo su supervivencia.

Es día al salir de la escuela me había quedado de ver con Maité, teníamos planeado comer juntos en un restaurante cerca de mi casa y después la acompañaría a comprar una nueva boquilla para su instrumento. Durante la comida y mientras caminábamos a la tienda de música, comentamos lo que había leído en clase. Pensamos en todas esas cosas que hacíamos a diario y notamos que todas en mayor o menor medida afectaban nuestro planeta y a los seres vivos que lo habitan. Nos dimos cuenta que sabíamos muy poco sobre el tema y al llegar a casa hicimos una ligera búsqueda en internet.

Leímos que cada año, entre cinco millones y trece millones de toneladas de plástico fluyen hacia el mar, y se ha encontrado el micro plástico presente en al menos ciento catorce especies acuáticas [2]. Vimos también muchas imágenes de animales marinos y aves muertos en las costas o flotando en el mar, la mayoría de ellos con el estómago lleno de basura o envueltos en bolsas o botellas. Encontramos  imágenes de playas llenas de plástico mezclado con la arena; también encontramos la imagen del hipocampo que se sujetaba al cotonete, la misma de la revista que leímos en clase. Junto a la imagen se leía:

Para sortear las corrientes marinas, los caballitos de mar se aferran a hierbas marinas y otros desechos naturales a la deriva. En las aguas contaminadas frente a la costa de las isla indonesia de Sumbawa, este caballito de mar se ha aferrado a un aplicador de algodón” [1]

Sentimos impotencia y culpa, no sabíamos cómo asumir nuestra responsabilidad. Claramente el acto individual de no consumir popotes, o de llevar nuestras propias bolsas al mercado no estaba teniendo el impacto que nosotros creíamos; era obvio que a pesar de que nosotros dejásemos de usar popotes, la industria del popote continuaba haciendo popotes y que los supermercados se seguían llenando de bolsas de plástico. Día con día podíamos comprobar que en los restaurantes y fondas se seguían usando recipientes de unicel y vasos desechables.

El final de ese día nos encontró bastante inquietos, no teníamos sueño. Fue ahí que decidimos salir, ver gente, dejarnos la frustración moviendo el cuerpo. Y así, mientras esperábamos a entrar al local ella me dijo:

–Hacía tres meses que no venía a este lugar, me recuerda mucho a mi hermano mayor y no sé por qué. Quizás sea por su alegría y sus ganas de vivir cada momento.

Yo había tratado al hermano de Maité solo una vez, habíamos ido a verlo jugar un sábado hacía ya más de tres meses, jugaba béisbol en una liga independiente los fines de semana y entre semana pasaba sus días entre libros de cálculo y alumnos de universidad.

Cuando Maité me hablaba de él se notaba que sentía un profundo respeto y un gran cariño:

–Se le va la vida en enseñar, deberías verlo cuando da clases, siempre sonriendo y siempre intentando dar su clase de la mejor manera posible; sus alumnos son todo para él.

Cuando acabó el partido que ganaron gracias a un home run que él logro conectar en la novena entrada, poniendo el marcador final seis a siete, a su favor fuimos a su casa a comer y platicar. Aquel día me di cuenta de su gran convicción, creía firmemente en las causas sociales y siempre estaba dispuesto a ayudar. Parecía que nunca se cansaba, y esa alegría tan única la lograba transmitir a todos.

A pesar de que no recuerdo mucho de todas las cosas que hablamos ese día, aún conservo en la memoria algo que nos dijo al final, casi como anticipando lo que le iría a ocurrir, con la esperanza de que transmitiríamos su mensaje:

«Debemos volver a pisar las calles, debemos soñar un mundo mejor; alzando los puños al aire politizaremos el dolor. Construiremos nuevas realidades siendo partícipes y no solo espectadores» [3]

Unos días después de esa visita no volvimos a saber nada de él, simplemente desapareció o lo desaparecieron.

Desde ese día Maité no volvió a ser la misma, dejo de hacer muchas cosas que le gustaban, hablaba poco y se notaba que cargaba un gran peso en su interior. No encontraba la manera de ayudarla y solo me limitaba a estar ahí, con ella. En una ocasión, a casi un mes después de la desaparición, me dijo:

–Creo que así pasa con las pérdidas, son lo que son y no hay manera de volver el tiempo atrás; él ya no está, pero sigue presente mientras no lo olvidemos. A eso se reduce: a no olvidarlo e ir viviendo un día después de otro.

Así, bailando toda la noche, dejamos las tristezas y preocupaciones en el salón y de alguna manera supimos que nada volvería a ser igual; no podíamos seguir siendo indiferentes a lo que nos rodeaba.

Comprendimos que la solución no se encontraba en el acto individual de no usar popotes, que tampoco está mal hacerlo, pero no era suficiente; el cambio debería venir a partir de una trasformación total de la realidad. Eso implicaría cambiarlo todo y, así como en el baile, en la vida misma había que poner el cuerpo, sin excusas y sin dejarse vencer.

Ilustración: Bill Mayer

 

Referencias bibliográficas:

[1] Fotografía tomada por Justin Hofman. (2018, Junio). Plástico. National Geographic. Vol. 46 Num. 6. Pag. 35

[2]   Parker, L. (2018, Junio). Plástico. National Geographic. Vol. 46 Num. 6. 28-65

[3]   Línea perteneciente a la canción “Cambiarlo todo” de la banda española Riot Propaganda.

 

Autor 

Luis A. Hernàndez Canales. Egresado de la Facultad de Química de la UNAM. Creador de contenidos en la Bombilla. Estudiante de Química en la Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Diseño

Lina Lucía Romero Salas desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria

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El canto de Black Bolt

En la era cenozoica una raza alienígena llega a la tierra para experimentar con los primeros humanos. Después de modificarlos genéticamente y lograr una evolución acelerada en los objetos de estudio, los seres espaciales abandonan el proyecto dejando a la tribu de los ahora Inhumanos, abandonados pero siendo conscientes de su superioridad evolutiva ante las otras especies del mundo primitivo. Después de construir una ciudad avanzada tecnológicamente, los Inhumanos hacen sus propios experimentos entre los que destaca la manipulación de una sustancia que produce mutaciones y confiere habilidades especiales.

Esta es la historia de los Inhumanos, una raza de súperhumanos que hizo su primera aparición en Marvel Comics, durante la denominada “Era de plata” de la industria del cómic, situada entre 1956 y 1971. En este periodo muchas de las historias estaban basadas en la segunda guerra mundial y las habilidades que adquirían los personajes tenían orígenes científicos o bien, de ciencia ficción, como en el caso de Black Bolt, el gobernantre de los Inhumanos.

Black Bolt hizo su primera aparición en la publicación Fantastic Four #45 de Marvel Comics en diciembre de 1965. Cuando aún era un feto fue expuesto al compuesto conocido como “Nieblas terrígenas”, el cual le otorgó como poder distintivo su voz. Black Bolt nació con la capacidad sobrenatural de aprovechar electrones libres y el centro del habla de su cerebro modificado, esto le dio el poder de provocar una perturbación masiva altamente destructiva mediante la emisión de cualquier sonido, la cual, en forma de onda de choque, es capaz de destruir planetas.

Este “poder” claramente inhumano, ¿podrá tener una contraparte humana a la cuál seamos capaces de acceder y utilizar a voluntad?

El poder de la voz

El canto siempre ha acompañado al ser humano, desde las primitivas invocaciones vocales de los rituales prehistóricos hasta las canciones de moda en la radio.  Cantar es una actividad que surgió y evolucionó a la par de cada grupo humano, sumando características específicas de cada cultura a su estructura, enseñanza e interpretación.

Pero ¿cómo puede compararse cantar la balada pop rock de éxito, con el poder de Black Bolt quien una vez, con su voz, desgarró el tejido de la realidad? Todo es cuestión de proporciones; quizá no podemos destruir una nave espacial con solo ponernos frente a ella y gritar, pero amplificar la resonancia de la voz hablada y cantada es totalmente posible.

El tener una voz más resonante, pero que no destruye nada, suena a un superpoder tan absurdo que sería digno de los Great Lake Avengers lidereados por Chica Ardilla. No obstante, explorar las capacidades de la voz es una experiencia altamente gratificante, que además trae diversos beneficios. El más conocido es cantar profesionalmente.

Pero una voz entrenada también presentará un timbre claro y sonoro al hablar en público, lo que refleja seguridad y veracidad. Podrá enfrentarse a periodos largos de esfuerzo vocal sin presentar cansancio, imaginen no quedar ronco después de la fiesta o el concierto. Reducirá el riesgo de lesiones provocadas por malos hábitos al hablar, hay personas que quedan disfónicos o incluso afónicos después de hablar un rato y dan muestra de lesiones por sobreesfuerzo vocal.

Así que el poder de la voz, podría no ayudar a destruir un planeta, pero sí cambiar la vida de las personas.

La fuente del poder

Pese a que puede parecer muy obvio, la mayoría de las personas no son conscientes de lo que ocurre en sus cuerpos al hablar o cantar. Entonces, lo primero que hay que saber para acceder al nuestro poder de la voz es que existe el “aparato de fonación”, que se encarga de producir la voz y proyectarla al exterior.

Resulta interesante que las estructuras participantes en la producción de la voz, no tienen como función primordial realizar dicha actividad, por ejemplo la respiración es la función principal de los pulmones, el olfato de la nariz o la masticación la de la boca. Pero gracias a la compleja unión de muchos mecanismos, el aparato de fonación logra funcionar como un compresor de aire, hacer vibrar ciertas estructuras con este aire y hacer resonar estas vibraciones para crear sonido.

El fuelle

Es la primera de tres secciones que se pueden diferenciar en nuestro órgano vocal. También llamado “compresor, se puede comparar esta sección con un acordeón: cuando se abren las paredes plegables atrapa el aire del exterior y al cerrarse, expulsa el aire hacia afuera con cierta presión produciendo el sonido.

El fuelle se divide en dos partes, el aparato respiratorio, que se encarga de suministrar el aire necesario para el proceso de fonación, y el mecanismo muscular que se encuentran en el abdomen, entre las costillas y en la espalda baja, que es responsable del famoso appoggio de la voz, una palabra italiana usada popularmente en el argot del canto para describir los mecanismos de tensión muscular que expelen el aire de los pulmones.

El vibrador 

Al escuchar el término “cuerdas vocales” puede venir a nuestra mente la imagen de un violín, una guitarra u otra clase de filamentos, pero las cuerdas vocales no son cuerdas, la realidad es que son dos estructuras compuestas por un músculo, un ligamento y una mucosa que los recubre.

Por medio de movimientos musculares las cuerdas vocales se alejan y se acercan entre sí, bloqueando o dejando pasar el aire proveniente de los pulmones. Cuando las cuerdas se alejan entre sí y el aire pasa entre ellas, se origina una vibración de la mucosa que recubre el ligamento vocal que resulta en un sonido.

Vennard describe la producción del sonido como la vibración resultante de la resistencia ofrecida por el cierre de las cuerdas, ante el aire que es forzado a salir por la acción de los músculos intercostales y abdominales.

Para ejemplificar esta sección podemos recordar aquel juego infantil de inflar un globo y dejar escapar el aire de manera gradual estirando la embocadura. El interior del globo sería los pulmones y los pliegues en el orificio de salida, las cuerdas vocales.

Sin duda uno de los retos más grandes para el control de la voz es nuestra incapacidad para observar lo que sucede dentro del aparato de fonación. Un pianista puede mejorar su técnica de ejecución mediante las correcciones que el maestro hace a su postura o movimientos, incluso, si tiene duda sobre el funcionamiento del instrumento basta con observar en el interior de la caja de resonancia. Pero con la voz, la observación directa no es posible.

Es por eso que la pedagogía vocal desde sus inicios se ha basado en la percepción y manipulación de aquello que no se puede ver mediante lo que se puede sentir o imaginar.

El resonador

La tercera sección del aparato fonador comprende el tracto vocal y su armadura esquelética, resumiendo: nariz, boca, velo del paladar, faringe y huesos del cráneo, que son cavidades donde el aire pueda entrar a resonar.

Black Bolt tiene en la frente una especie de “antena” la cuál en realidad es un diapasón; en música el diapasón es una barra metálica en forma de “U” que al vibrar produce un tono determinado. La función del artefacto que está en la frente del gobernante de los Inhumanos es amplificar la resonancia de su voz y por ende, su poder destructivo.

En nuestro caso a través de una educación profesional de la voz, somos capaces de “dirigir” la vibración de nuestra voz hacia el resonador deseado y amplificar nuestro sonido.

Después de conocer a grandes rasgos los tres pilares de la voz, podemos decir que para activar la máxima resonancia de la voz humana es necesario fomentar un equilibrio entre todos los órganos involucrados en la fonación, esto con ayuda de un profesor de canto o experto en logopedia.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Blackagar Boltagon, mejor conocido como Black Bolt, apenas nació fue encerrado por sus padres en una habitación que inhibía sus poderes, en ese sitio fue criado bajo un entrenamiento altamente riguroso para evitar emitir sonido alguno. Al llegar a la madurez fue liberado y reincorporado a la sociedad inhumana.

Por fortuna nosotros no necesitamos ser encerrados para desarrollar el potencial de nuestra voz; no obstante, conseguir el balance entre todos los mecanismos que participan en la fonación es una tarea larga y compleja que requiere de la ayuda de un profesional en materia de pedagogía vocal, logopedia o foniatría, además de  horas de práctica y paciencia.

 

Autor

Jair Arellano es cantante e investigador por la Facultad de Música de la UNAM. Se especializa en música mexicana de concierto, ha participado como solista en óperas y como actor en obras de divulgación científica. Le fascinan las ciencias biológicas, el anime y la comida italiana.

Diseño

Lina Lucía Romero Salas desde pequeña tuvo inquietud por estudiar artes y al terminar esa licenciatura decidió realizar una segunda licenciatura en biología ya que siempre le llamo la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente da un taller de artes plásticas a niños de primaria.

Bibliografía

Calais-Germain, B. (2013). Fischbach, U. (Trad.). Anatomía para la voz. España: La liebre de marzo.

McKinney, J. (2005). The diagnosis and correction of vocal faults. A manual for teachers of singing and for choir directors. USA: Waveland Press.

Ohanian, P. (2001).  Prehistoria de los armenios. Recuperado de https://books.google.com.mx/books/about/Prehistoria_de_Los_Armenios.html?id=LRrwXSBGUg0C&redir_esc=y

Sundberg, J. (1987). The Science of the Singing Voice. USA: Northern Illinois University Press.

Vennard, W. (1967). Singing, the Mechanism and Technic. Canada: Carl Fisher.

 

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De cómo el Tyrannosaurus rex perdió su tercer dedo

Una historia sobre cómo obtenemos nuestro conocimiento sobre la vida del pasado

En la película Fantasía, de Disney, hay un segmento en el que se cuenta la historia de la vida a través de las eras geológicas al son de La consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky. La consagración de la Primavera es un ballet que se estrenó el 29 de mayo de 1913, y una de las opiniones más acertadas sobre la obra pudo haber sido la de Léon Vallas, un musicólogo francés que asistió a la première en París, quien dijo que la composición estaba adelantada 30 años a su época. Por coincidencia La consagración de la Primavera sería llevada al cine por Walt Disney en 1940.

El segmento de Fantasía musicalizado con La consagración de la Primavera fue asesorado por varios expertos, de ahí que tenga una gran precisión científica acorde a lo que se sabía en aquella época. La asesoría provino de Roy Chapman Andrews, director del Museo Americano de Historia Natural, del biólogo inglés Julian Huxley, del paleontólogo Barnum Brown y del astrónomo Edwin Hubble. Inicialmente se había planeado que la secuencia recorriera todas las eras geológicas, terminando con la manipulación del fuego por parte de los humanos, pero el estudio decidió terminar la secuencia con la extinción de los dinosaurios para evitar problemas con los creacionistas. El segmento es, al final, un resumen de la paleontología de la primera mitad del siglo XX, dejando la secuencia temporal de las especies fósiles con bastante licencia creativa.

La película encierra muchas de las ideas que se postularon durante la primera mitad del siglo XX y que serían desterradas de la literatura científica en los años siguientes; sin embargo, su destierro de la academia no significó un destierro del imaginario popular sino hasta la llegada de Jurassic Park, a finales del siglo pasado, cuando Michael Crichton, en la novela, y Steven Spielberg, en la adaptación al cine, recurrieron a la opinión de paleontólogos para modernizar la representación de los dinosaurios.
Un curso de historia de la paleobiología de dinosaurios podría darse mostrando el antes y el después con estas dos películas. De Fantasía resaltan dos ideas ahora obsoletas: que los saurópodos, o dinosaurios de cuello largo, pasaban parte de su vida en un medio acuático para soportar sus pesos, y los tres dedos del Tyrannosaurus rex que ataca a un Stegosaurus.

La presencia de tres dedos en el Tyrannosaurus, en vez de dos, llama mucho la atención porque el asesor paleontológico, Barnum Brown, fue quien descubrió los primeros restos de Tyrannosaurus rex ¿Por qué un asesor científico contratado para dar precisión a una película accedería a dejar tres dedos al dinosaurio que descubrió y que creía tenía dos?

La respuesta sencilla es que Walt Disney prefirió la reconstrucción con tres dedos en lugar de la versión con dos. El T. rex, ya se había establecido en Hollywood como un ícono de la prehistoria, tenía que aparecer en Fantasía, de eso no cabía duda, pero en aquel entonces había dos reconstrucciones de este dinosaurio: una con tres y otra con dos dedos, había que decidir. La reconstrucción con dos dedos era la que los paleontólogos aceptaban como la nueva norma, pero a Disney le pareció que la reconstrucción con tres dedos era más atemorizante.

Al comienzo, los paleontólogos sí creyeron que el Tyrannosaurus tenía una mano tridáctila. En 1900, Brown encontró el primer esqueleto parcial de T. rex en el este de Wyoming, y dos años después encontraría un esqueleto más completo en la Formación Hell Creek de Montana. En 1905, el paleontólogo estadounidense Henry Fairfield Osborn nombró la familia Tyrannosauridae, donde describió tres especies: Albertosaurus sarcophagus (“Reptil de Alberta come carne”), Tyrannosaurus rex (“Reptil tirano rey”) y Dynamosaurus imperiosus (“Reptil fuerte imperial”). Pero ninguno de estos especímenes descritos tenía evidencias de los brazos. Así que, durante esta década de hallazgos, los paleontólogos tuvieron que recurrir a una herramienta para interpretar la posible forma de los brazos: la anatomía comparada.

 

La anatomía comparada es una herramienta lógica que nos permite crear nuevos marcos teóricos e hipótesis de trabajo; una vez que tenemos estas hipótesis como punto de inicio podemos empezar a buscar evidencias de otras fuentes y poder así llegar a una conclusión utilizando el método inductivo-deductivo.

Se estima que la anatomía comparada comenzó a ser utilizada desde el siglo V a. C., con Alcmeón de Crotona. Esta ciencia consiste en establecer qué elementos del cuerpo de un organismo son similares en otro organismo. Los primeros estudios de este tipo compararon a los vertebrados entre ellos y llegaron a un hallazgo que extendió la aplicabilidad de esta ciencia.

Descubrieron que todos los vertebrados la organización de su esqueleto tenían un patrón similar: un cráneo, una columna vertebral con costillas, extremidades superiores con hombros y extremidades inferiores con caderas. Las extremidades de los vertebrados también se organizaban de manera semejante, por ejemplo: había un hueso, el húmero, articulado a otros dos huesos, radio y ulna -o cúbito, en seres humanos-, que a su vez se articulaban con un conjunto de huesos más pequeños, los carpos y metacarpos, a los que se articulaban los dígitos, las falanges.

Así es como las ideas de la evolución comenzaron a ganar fuerza, pues de qué otra forma se podían explicar estos patrones sino era suponiendo que todos los vertebrados tenían un ancestro común. La paleontología se convertiría en la principal fuente de información de esta nueva hipótesis: en el registro fósil se podían encontrar características intermedias entre otros organismos.

En el Museo Americano de Historia Natural se habían realizado comparaciones de los especímenes de tiranosáuridos con un dinosaurio carnívoro similar, el Allosaurus fragilis. La evidencia fósil de Allosaurus indicaba que los brazos de este dinosaurio eran relativamente cortos y poseían tres dedos; con la suposición de que el Tyrannosaurus, un animal del Cretácico, provenía del mismo grupo que el Allosaurus, un dinosaurio del Jurásico, las primeras reconstrucciones de tiranosáuridos los representaron con tres dedos. Sin embargo, la comparación se hizo con mucho escepticismo, ya que a estos dinosaurios los separaban más de 70 millones de años, un tiempo mayor que el que nos separa a los humanos de los dinosaurios.

En el año 1914, el paleontólogo canadiense Lawrence Lambe describió un dinosaurio similar a los tiranosáuridos de Brown y Osborn, al que llamó Gorgosaurus libratus y que, interesantemente, tenía un brazo preservado con solamente dos dedos, una característica nueva dentro del grupo de los dinosaurios. En 1916, Osborn escribió que era probable que los tiranosáuridos descritos hasta ese momento tuvieran todos brazos con dos dedos.

Una suposición a la que llegó utilizando la anatomía comparada: si Albertosaurus, Tyrannosaurus y Gorgosaurus tienen características anatómicas semejantes, es plausible asumir que también los brazos eran semejantes. Esta condición y otras características anatómicas llevarían a sugerir que los tiranosáuridos estaban emparentados con otros dinosaurios carnívoros de tamaño más pequeño, los celurosaurios, y no necesariamente con Allosaurus o Megalosaurus. Aunado a esto, todos estos dinosaurios habían vivido alrededor del mismo tiempo hace entre 71 y 66 millones de años. Así, la idea de los tres dedos perdió fuerza.

Con el tiempo, nuevos tiranosáuridos fueron descubiertos en Canadá y Mongolia con esqueletos más completos, incluidos los brazos con dos dedos. Esto daba cada vez más respaldo a la idea de que Tyrannosaurus rex debería tener dos dedos en vez de tres, y las nuevas reconstrucciones de este dinosaurio terminaron perdiendo un dedo.
Para 1939, cuando la película Fantasía ya estaba siendo preparada, los paleontólogos estaban convencidos de que Tyrannosaurus rex debía haber tenido dos dedos. Sin embargo, esta idea no dejaba de ser una hipótesis: Tyrannosaurus era el único tiranosáurido del que no se conocían los brazos. Para tirar la hipótesis, alguien en algún lado tenía que encontrar un esqueleto Tyrannosaurus con tres dedos en la mano.

Para el tiempo de Fantasia, la idea de un T. rex con tres dedos era poco probable, pero no menos posible que la de uno con dos, así que cuando Disney decidió ponerle tres dedos, no había un espécimen para demostrarle que estaba en un error.

¿Por qué recurrimos los paleontólogos a la anatomía comparada, entonces? Pues porque la historia del Tyrannosaurus rex se suma a la larga lista de veces que este método nos ha demostrado su capacidad predictiva. En el año 1989 se encontró el primer esqueleto completo de Tyrannosaurus rex, el espécimen MOR 555. Y tal como lo predijeron Brown, Osborn, Lambe, y otros científicos, su brazo tenía dos dígitos.

Charles Knight, un artista estadounidense, fue uno de los pioneros en lo que hoy conocemos como paleo-arte, que es la reconstrucción de los ecosistemas del pasado utilizando como fuente de inspiración el consenso científico del momento. Los trabajos de Knight se hicieron bastante populares, y es posible encontrar muchos de sus murales decorando varios museos de historia natural de Estados Unidos, como el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, donde trabajó inicialmente, el Museo Field, en Chicago, o el Museo Peabody de Yale, en New Haven. Muchas de las escenas con T. rex lo representan con tres dedos y con un comportamiento agresivo, atacando a un Triceratops, por ejemplo.

El camino a la fama de T. rex puede rastrearse hacia finales de 1905, cuando el New York Times reportó su descubrimiento utilizando expresiones como “el más formidable animal de batalla del que se tenga algún registro”, “el rey de todos los reyes de la vida animal”, “el adalid absoluto de la Tierra” y “el comedor de hombres real de la jungla”. Este pequeño ímpetu pudo haber comenzado una tendencia que llegaría al cine con las películas de ciencia ficción y las obras de Knight sirvieron de inspiración para muchos cineastas, y en varias escenas aparece el Tyrannosaurus rex con tres dedos.

La adaptación al cine de la obra de Arthur Conan Doyle, El Mundo Perdido, realizada en 1925, utilizó el trabajo de Knight como base para la reconstrucción de los animales prehistóricos: nuevamente aparece el Tyrannosaurus rex con tres dedos. La película de King Kong de 1933 utilizó una de las representaciones de Knight para crear su modelo de T. rex para la escena en que peleaba contra King Kong. Como mencioné antes: para el tiempo de hacer Fantasía, no había de otra más que incluir al T. rex, y su aparición a lado de la obra maestra de Stravinski consolidó a este dinosaurio como el ícono que es hoy.

Omar Rafael Regalado Fernández
Estudiante de doctorado en Ciencias de la Tierra, Departamento de Ciencias de la Tierra
University College London (UCL)

 

Crédito: http://es.prehistorico.wikia.com/wiki/Archivo:Tyrannosaurus_esqueleto.jpg
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Conociendo al monstruo: El hombre anfibio de The shape of water

Guillermo del Toro, en su más reciente cinta, nos presenta una historia de amor tan especial como cada uno de sus protagonistas: Elisa, una mujer incapaz de hablar y un monstruo que yace prisionero.

Dicha criatura (que nunca recibe nombre durante la película) aparece en los créditos finales como Anphibian man, pero, ¿por qué? Si su cuerpo cubierto de escamas y las aletas en sus extremidades nos hace creer que dicho ser tiene más parecido a un pez que a otra cosa.

Pero ¿qué sabemos del monstruo?

Del Toro ha mencionado que Anphibian man se inspira en la criatura de El monstruo de la laguna negra (1954), cinta de terror que habla de un ser humanoide con rasgos de anfibio y pez, descubierto en una exploración en el Amazonas (tal como a Anphibian man) por un grupo de científicos, que tienen gran interés en dicha criatura pues representa un hallazgo evolutivo en la transición de organismos acuáticos a terrestres.

Por lo anterior, que un ser como el Anphibian man tenga rasgos de pez, no es coincidencia, ya que, evolutivamente, los anfibios provienen de peces con aletas lobuladas, es decir, éstas son extremidades carnosas. Los anfibios primitivos conservaban agallas y escamas, y en lugar de aletas ahora había patas con dedos, lo que nos recuerda el aspecto de la criatura de Del Toro.

Otro aspecto interesante del monstruo es la forma en la que respira. Durante la llegada de la criatura al laboratorio secreto, se menciona que a pesar de estar prioritariamente en un tanque con agua, también tiene la capacidad de respirar en la superficie, lo que nos remite precisamente a los anfibios.

Los anfibios son animales vertebrados que pueden respirar gracias a pulmones, pero también por medio de su piel, que está cubierta de diminutos poros por donde entra el oxígeno.

Estos animales necesitan vivir en lugares templados y tropicales (¿recuerdan el lugar de donde proviene el Anphibian man?) ya que esto ayuda a que su piel permanezca húmeda, lo que es importante para la respiración.

También hay anfibios que, a pesar de tener pulmones, prefieren habitar en un ambiente acuático, razón por la que utilizan branquias para respirar, como el ajolote, y ente caso, también como el Anphibian man.

Las branquias son estructuras respiratorias que ayudan a cubrir la demanda de oxígeno de diversos organismos acuáticos mediante intercambio gaseoso: el oxígeno disuelto en el agua es captado por las branquias y lo pasa a la sangre, que distribuye todo el oxígeno a los tejidos del organismo, finalmente, como resultado de la respiración celular, se produce CO2 que es liberado al medio.

Ahora, si hablamos de reproducción, los anfibios necesitan de un cuerpo de agua, ya que es ahí donde depositarán sus huevecillos, y si recordamos, nuestro querido monstruo anfibio habitaba en un río.

Los huevecillos de anfibios no poseen una protección (o membrana) que los proteja, principalmente de la desecación, es por esa razón que requieren estar en cuerpos de agua generalmente dulce.

Y ¿cómo ocurre la fecundación?

Por lo general, la fecundación es externa, es decir, el macho y la hembra descargan los gametos (células sexuales) en el agua y allí se forman los embriones.

En los anfibios que tienen fecundación interna, el macho se coloca frente a la hembra y libera sacos con espermatozoides, la hembra se acerca y los introduce en su cuerpo. Y de acuerdo a lo descrito por Elisa en The shape of water, el Anphibian man podría entrar en este grupo.

Finalmente, conocemos ese poder que tiene para regenerarse y de cierta forma, para devolverle al cuerpo eso que ya ha perdido (el cabello de Giles o las branquias de Elisa), lo que recuerda inmediatamente al ajolote, único anfibio capaz de regenerar extremidades de su cuerpo. ¿Quién sabe? Quizás el poder del Anphibian man es un guiño a este increíble animal.

Quizás es una exageración, pero así de asombrosos son los anfibios, así de asombrosos son los seres vivos que nos rodean, y sólo si estamos dispuestos a conocerlos podremos ver la gran belleza que poseen.

Autor:

Marco A. Rivas Campos. Es egresado de la FES Iztacala de la carrera de Biología.  Cinéfilo, seriéfilo, lector y adicto a los Gummy Bears.  Actualmente se desarrolla en áreas de educación ambiental al mismo tiempo que estudia sobre la didáctica de la biología. Su mayor miedo es que acabemos comiendo Soylent Green.

Diseño:

Lina Lucía Romero Salas. Nací en la ciudad de México, desde pequeña tuve inquietud por estudiar artes y fue al terminar esa licenciatura cuando decidí realizar una segunda licenciatura en biología porque siempre me ha llamado la atención la naturaleza. He realizado ilustraciones para distintos laboratorios y actualmente doy un taller de artes plásticas a niños de primaria.

Referencias:

Magaña-Arce, A. (enero de 2018). El agua con forma de amor. Cine Premiere(280).  24-29.

Solomon, E.P., et al. (2008). Biología (8ª). México. McGraw Hill.

Gil, C. Reproducción de anfibios. Recuperado de

https://anfibios.paradais-sphynx.com/informacion/reproduccion-de-los-anfibios.htm el 09 de febrero 2018.